Alfonso Ussía
El reconocido articulista se asentó en Cantabria hace años y disfruta de los veranos en el entorno de Comillas
El periodista Alfonso Ussía es madrileño de nacimiento y cántabro de adopción, tras treinta años viniendo a Cantabria. Tanto es así que en últimos decidió ... asentarse definitivamente en Ruiloba. Asiduo de Comillas, villa que le encanta –salvo en verano– y de la que oriunda la familia de su esposa, reconoce que pocas cosas le hacen más feliz en esta vida que abrir cada mañana la ventana de su despacho y ver el paisaje cántabro.
–Señor Ussía, hace tiempo cambió usted los veranos de Madrid por los de Ruiloba. ¿Qué tiene el verano cántabro que no ha encontrado en ningún otro lugar?
–Resido en Ruiloba permanentemente. Me compré una casa hace 30 años y en aquella época pasaba más de 100 noches al año aquí, en Cantabria, pero ahora afortunadamente paso las 365. Y estoy absolutamente feliz.
–¿Por qué se decantó por Cantabria? Usted tiene también mucho vínculo con el País Vasco.
–El País Vasco es pura nostalgia que no volverá a mí. Cuando empecé a venir aquí toda esa nostalgia que yo tenía del País Vasco se diluyó. Vine a Ruiloba porque la familia de mi mujer, la familia Ornedo, está muy vinculada a Comillas. Teníamos la casa en el Corro de Campillos, que es una zona en la que en verano no se puede casi dormir. Y entonces estuve buscando por los alrededores. Ruiloba siempre me pareció un pueblo precioso. Tuve la suerte de encontrar una casa en la que he podido prácticamente meter todo lo que tenía en Madrid. Hay cinco bibliotecas con todos mis libros, recuerdos, dibujos, cuadros… Y bueno, aquí estoy encantado. La verdad es que muchos días me levanto y no me creo tener esa suerte.
–¿Por qué aprecia tanto Ruiloba? ¿Qué le ofrece?
–Lo primero es que es un pueblo en mi opinión precioso, sobre todo algunos barrios. Y luego porque tiene todas las ventajas que puede tener Comillas y ninguno de los inconvenientes. Aquí no hay esa saturación ni el ruido.
«En Madrid solo veía grúas por la ventana. Ahora las abro y tengo un paisaje maravilloso. Estoy tan contento que no tengo tiempo para aburrirme»
–¿Qué es lo que más aprecia o valora del verano en Cantabria?
–La temperatura, el paisaje y la belleza.
–¿Cuál es su rutina durante el verano en Cantabria?
–Ahora estoy con la rutina del inválido, pero normalmente escribo a primera hora de la mañana. Ya hacia mediodía me iba a tomar el aperitivo a La Rabia, pero desde que cerró tenemos un club aquí de veraneantes y de gente de Comillas que funciona muy bien. Luego, por la tarde, voy mucho con mis amigos Raúl Herrera, Ricardo Escalante y Adolfo Herrera. Pero eso lo hago más cuando llega el otoño.
–¿Cuál es su plan predilecto?
–Vamos mucho a comer a sitios, a descubrir. Antes iba mucho a Potes, porque me encanta. Me encanta Liébana. Esto es muy diferente. Antes, cuando estaba aburrido en Madrid, abría la ventana de mi despacho y veía grúas y más grúas. Ahora las abro al despertarme y tengo un paisaje maravilloso. Estoy tan contento que no tengo tiempo para aburrirme.
–Hablando de comida, ¿cuáles son sus platos favoritos? ¿Qué tiene que probar la gente que viene aquí en verano?
–Me encantan el cocido lebaniego, los boquerones, las anchoas y el pescado. En el norte se guisa, en el centro se asa y en el sur se fríe. Y yo creo que aquí tenemos la misma materia prima que en el País Vasco o que en Asturias, pero quizás ellos han explotado mejor la gastronomía. Es decir, han sido más cuidadosos en ese sentido. Pero de todas maneras la materia prima es la misma y es muy buena.
–¿Dónde suele comer cuando lo hace fuera de casa?
–Como mucho en el club de Comillas, en Joseín, en Cabieres, en la Abacería de la Sal en Cabezón, en El Remedio… Vamos probando y cambiando. Pero la comida de aquí no tiene nada que envidiar a otras. Quizá aquí no se le hace tanto aprecio al almuerzo. Una cosa que me gusta es que no hay tanta nueva cocina, que es una de las mayores estafas que hay.
«En Cantabria lo que son impresionantes son los bosques. Los hayedos, los robledales…»
–Dice usted que gusta de dar paseos, pero el tiempo aquí puede ser muy traicionero. ¿Cómo lidia con la meteorología cántabra?
–Con el tema de la temperatura aquí son muy protestones. En el momento que llega a 25 grados se empieza a hablar de la seca. Pero claro, cuando vienes de 40 grados y te encuentras con 25 es una maravilla. Sobre todo por la noche, que siempre refresca. Esto es un paraíso.
–¿Qué sitios o experiencias recomendaría a la gente que viene aquí a disfrutar del verano?
–Hombre, yo recomendaría siempre una visita a los monumentos de Comillas. En realidad, visitar todos los pueblos de los alrededores. Y también los de Cabuérniga. Son una maravilla, siempre te encuentras con algo. Y luego aquí, en Cantabria, lo que son impresionantes son los bosques. Los hayedos, los robledales…
–Una de las ventajas y de los inconvenientes de que esto sea un paraíso es que cada vez más gente, ¿no cree?
–Por un lado es bueno. Por otro es tremendo, tanto que yo en verano, en el mes de agosto, no piso Comillas, es imposible. Pero bueno, es una circunstancia que crea riqueza en la zona. Hay que saber equilibrar una cosa con la otra.
–Es usted un destacado periodista y con una larga trayectoria a sus espaldas. ¿Cómo ha visto usted evolucionar el periodismo y cómo lo ve ahora?
–Ha cambiado totalmente y desgraciadamente va a seguir cambiando. Yo sigo utilizando el mismo sistema de siempre y jamás consulto la Wikipedia o cosas así. A mi me gusta consultar sobre el papel. En mis libros.
«Me gustan los métodos clásicos. Consulto mis blibotecas, no la Wikipedia. No te puedes fiar»
–Con cinco bibliotecas no es de extrañar. Tiene usted dónde consultar.
–Sí, tengo aquí más de 5500 libros. Y eso que he regalado a la biblioteca de Ruiloba 1500 y a otra biblioteca en Madrid cerca de 1000. Pero estos 5500 que tengo son imprescindibles. Esos no salen. Si me falta uno es como si me faltara un hijo.
–Así que usted prefiere los métodos clásicos.
–Sí, porque ahora hay mucha información pero muchas veces no sabes qué calidad tiene. Y sirva de ejemplo la Wikipedia. Yo era muy amigo de Antonio Mingote, que me sacaba 35 años pero éramos íntimos. Comíamos todos los lunes en Madrid. Cuando empezó esto de internet decidimos engañar a la Wikipedia, y escribí allí que Antonio en realidad se llamaba Antonio Nelson Hernández Mingote. Unos meses más tarde falleció y en la necrológica de la Real Academia Española, de la que era miembro, apareció la esquela, en la que le llamaban Antonio Nelson Hernández Mingote. Si yo logro meterle ese gato a la Wikipedia, no te puedes fiar.
–Es usted muy conocido por los artículos que publica. Por su carácter mordaz, su humor y su espíritu crítico. ¿Cuáles son las claves de un buen articulista?
–La ironía es muy peligrosa porque mucha gente se la toma en serio. Me gusta tirar de ella, pero a veces, sobre todo en momentos tan trágicos como los que estamos viviendo, con un gobierno decididamente traidor que ha pactado con terroristas y con separatistas y que está desguazando España poco a poco España, la ironía sobra. Sobra y hay que escribir con contundencia. También es cierto que a la gente le molesta y le aburre mucho la columna política diaria. Hay que variar y saltar de la política al costumbrismo. Al costumbrismo, a los recuerdos...
–Usted conoce bien la historia de España y además ha conocido muchos personajes destacados en las últimas décadas. ¿Con quién le gustaría disfrutar de una charla en una tarde de verano en cualquier lugar bonito de Cantabria?
–Yo recuperaría a Antonio Mingote, que ya estuvo muchas veces en mi casa. También a mi viejo maestro Santiago Amón. Y me encantaría que estuviera presente San Juan de la Cruz.
«El Cantábrico es un mar noble, bravo y valiente, un mar que avisa»
–¿Y de qué de qué hablaría con semejantes personajes?
–Hablaríamos de lo que viéramos, de la belleza que hay aquí, de los mil verdes enfrentados que tiene Cantabria. De lo que no hablaríamos sería de las playas.
–¿Y eso?
–Yo no soy una persona muy playera. Me da alergia la arena. Pero, en fin, esto también es el paraíso de los playeros.
–Ahora es más de caminata, pero el mar siempre le ha gustado.
–Sí, soy mucho más de pasear. Y hablando del mar, soy sobre todo partidario de navegar. He navegado muchos veranos durante ocho o diez días en el barco de Don Juan de Borbón, en el Giralda. Y, aparte, mi padre tenía en San Sebastián un balandro precioso, el Norte V. Me podría considerar un viejo lobo de mar, pero está mal que sea yo quien lo diga.
–Si ha navegado usted tanto por el Cantábrico puede decirlo sin problema. Es un mar recio.
–El Cantábrico es un mar noble, un mar que avisa. El Mediterráneo, en cambio, no avisa. Tan pronto está bien como de pronto se gira y no hay nada que hacer. El mar de aquí es un mar bravo, un mar valiente, al que le ves venir.
–Para despedirnos, si tuviera que hacer un artículo sobre el verano en Cantabria, ¿cómo lo titularía?
–'El último paraíso de Europa'.
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