Las falsas pinturas rupestres de Cantabria
Soba, Comillas o Castro tienen casos de falsos grabados paleolíticos. Ahora la duda se cierne sobre el reciente hallazgo de la cueva de Coventosa, en Arredondo
Cantabria, conocida por su riqueza arqueológica y sus impresionantes pinturas rupestres paleolíticas, también alberga algunos casos de grabados posteriores que han generado dudas sobre su ... autenticidad. El motivo detrás de las pinturas rupestres paleolíticas sigue siendo un enigma para la ciencia, aunque existen múltiples teorías que intentan explicar por qué nuestros antepasados dejaron sus huellas en las paredes de ciertas cuevas: desde espacios sagrados, pasando por una posible función educativa similar a una pizarra o el impulso humano de crear. Esta última motivación sigue vigente hoy en día, y es precisamente por ello que en el territorio cántabro existen grabados más recientes que, en algún momento, han llegado a confundirse con obras milenarias.
Es cierto que las falsificaciones de arte rupestre no constituyen un problema grave en Cantabria como sí llegaron a serlo en el País Vasco. La cueva de Zubialde, en Álava, es de hecho un referente en falsificación de los años noventa. El hallazgo, inicialmente avalado por expertos y premiado con 12,5 millones de pesetas, fue desacreditado poco después por arqueólogos británicos que detectaron errores técnicos y anacronismos. Finalmente, el caso terminó en juicio, con la devolución del dinero y un fuerte descrédito institucional.
En Cantabria, aunque no se han registrado casos de falsificación con intención de engaño, sí existen ejemplos de pinturas realizadas por entretenimiento, sin ánimo de ser tomadas como auténticas. En la cueva de El Becerral, situada sobre el nacimiento del río Gándara en el Valle de Soba, se descubrieron hace décadas unas figuras que durante años se consideraron rupestres. Más tarde se confirmó que eran obra de un espeleólogo francés que, mientras esperaba a que sus compañeros finalizaran una travesía por la galería, dibujó sobre las paredes sin intención de falsificar. Los análisis por carbono 14 corroboraron la reciente antigüedad de estos grabados, y el hombre reconoció su autoría, aclarando que no pretendía engañar a nadie.
Otro ejemplo en la zona oriental se sitúa en Sámano, Castro Urdiales, en concreto, en la cueva de Juan Gómez o cueva de La Hoz. La cavidad alberga un grabado identificado como moderno: una cierva pintada a unos 50 centímetros del suelo con pigmentos recientes por un autor desconocido. Aunque esta manifestación es falsa, la cueva mantiene su valor arqueológico gracias a otros hallazgos como punzones y agujas.
Por otro lado, en la linde entre Ruiloba y Comillas, se encuentra una modesta cavidad conocida popularmente como cueva de Casasola. A simple vista, no destaca especialmente, pero guarda una historia curiosa y poco conocida en cuanto a falsificaciones pictóricas. Durante las primeras décadas del siglo XX este rincón se convirtió en el lienzo de un grupo de seminaristas de Comillas, quienes, animados de manera involuntaria por uno de sus profesores, Valeriano Andérez, se divirtieron recreando en las paredes de la cueva una serie de pequeñas pinturas, imitando el estilo de los bisontes de Altamira. Andérez era un apasionado por la arqueología y el arte rupestre, una pasión que infundió a sus alumnos y que hoy sigue marcada en Casasola.
Los uros de Coventosa
Las pinturas de la cueva de Coventosa, en Arredondo, son las que están ahora en el punto de mira. El descubrimiento fue realizado por una pareja de visitantes proveniente de Jaén durante la Semana Santa de 2024. Tiempo después, la Consejería de Cultura colocó una verja metálica para proteger la zona, ubicada en la entrada de la cavidad. La cueva en sí permanece abierta al público, pero el acceso al área del supuesto arte rupestre está restringido mientras continúan las investigaciones para determinar si son auténticas manifestaciones paleolíticas.
Un primer estudio elaborado por la Universidad de Cantabria (UC), fechado en septiembre de 2024, concluyó que las figuras «no corresponden al fenómeno de arte rupestre paleolítico». Sin embargo, aún se espera la evaluación de otro informe sobre los pigmentos para emitir un veredicto definitivo.
El grabado, que representaría varios uros —una especie de bovino salvaje extinta—, se encuentra en el vestíbulo de la cavidad, una zona directamente expuesta a la luz solar y a las condiciones climáticas externas. Este detalle, junto con otros factores, ha sido uno de los elementos que ha llevado a los expertos a descartar en este estudio la autenticidad del supuesto arte paleolítico. De hecho, el informe destaca la presencia de pigmentos sintéticos, la aplicación de técnicas inéditas en la región, errores anatómicos repetidos en las figuras animales, y la ubicación del grabado sobre zonas con actividad biológica reciente, como nidos o briofitas verdes vivas, como criterios determinantes que apuntan a una falsificación. No obstante, algo similar ocurrió en El Pendo, y finalmente se certificó que los grabados son auténticos.
En este sentido, el arqueólogo Ramón Montes ha indicado que quedan pendientes análisis de muestras del pigmento que aún no se han llevado a cabo porque la Consejería «es muy prudente», pero se efectuarán este año. «Son unas pinturas muy raras, pero no significa que sean falsas», indica Montes, quien reconoce que, de ser una falsificación, es «la más lograda que conocemos». De momento, Arredondo celebrará este otoño un congreso para seguir hablando de sus particulares pinturas.
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