La gran cadena de producción del diagnóstico covid
El laboratorio de Microbiología realiza más de 1.500 PCR diarias en busca del patógeno, oculto en un 6% de las pruebas
Trabajan mañana, tarde y noche para detectar al coronavirus. En la planta baja del Hospital de Valdecilla de Santander el laboratorio de Microbiología funciona ... sin descanso realizando hasta más de 1.500 pruebas PCR todos los días. Y subiendo. Reciben, ordenan, preparan y analizan las muestras en busca de una respuesta: positivo o negativo. Todo ello a través de un escrupuloso proceso dominado por las medidas de seguridad y un volumen de trabajo descomunal que desde el inicio de la pandemia, y ahora más que nunca, ha pasado a ser una norma en la agenda de sus técnicos y facultativos. Procedente de pacientes con síntomas graves, leves o asintomáticos, el patógeno aún se esconde en un 6% aproximado de las muestras que se analizan en la retaguardia del hospital. Aquí, en medio de ese trajín incansable, los sanitarios toman fuerzas de tanto en cuando deteniéndose en los mensajes de cariño y ánimo que hay pegados en las paredes.
Por eso no entienden de primera o de segunda ola. «Es un concepto extraño para los que trabajamos aquí. Tenemos la sensación de estar siempre en una misma ola creciente en cuanto al volumen de trabajo», declara el jefe de Microbiología, Jorge Calvo, en medio del ir y venir de los cinco técnicos y tres facultativos que se afanan por la tarde -dos y uno, respectivamente, por la noche-. Enfocados en las distintas fases del procedimiento, demuestran cada jornada que la detección de covid-19 no se hace en un par de minutos: «Es un proceso largo y laborioso desde la entrada de la muestra hasta la emisión del resultado final». Recepción, preparación y extracción. Luego, la PCR propiamente dicha.
Sonia Colio, Marta Fernández y María Rodríguez, técnicos de laboratorio, encarnaban este pasado miércoles la primera fase de la cadena. A su mesa no paran de llegar los volantes y la información de cada indicio, una hoja de ruta crucial para el etiquetado y clasificación en las diferentes tandas de trabajo. La prioridad: los pacientes de urgencia. «Mañana, tarde y noche», «nos hemos ido adaptando» o «mucho lío» son algunas de las máximas que recogen las especialistas. El pasado martes llegaron a sus manos algo más de 1.900 muestras para PCR.
«Asumimos esta situación como no podía ser de otra forma, pero preocupa que el cansancio haga mella a medio o largo plazo»
Jorge Calvo, Jefe del laboratorio de Microbiología de Valdecilla
Muy cerca del primer eslabón, la cadena de trabajo continúa en manos de técnicos como Alexia Barcia, encargada de la preparación y manipulación de las pruebas con la ayuda de una «cortina de aire». A un lado del cristal, ella; al otro, el virus, asegurado en una tanda grande de tubos procedente de Atención Primaria. «¿En un turno? Puedo llegar a hacer 500 o 600», calcula Barcia, apenas a tres metros del nuevo súper robot ubicado en el laboratorio, una estación dotada de un brazo inteligente que ha permitido aumentar la productividad aliviando la carga de trabajo en algunas partes del proceso, como agrega Calvo: «No es un equipo totalmente automático que realiza PCR. Digamos que contamos con más 'manos' para prepararla». La incorporación de estas máquinas, sumada al esfuerzo ímprobo del equipo humano, logran que Cantabria continúe estando entre las cinco comunidades autónomas con mayor tasa de pruebas por cada mil habitantes (176,3), por detrás de País Vasco (227,8), Navarra (216,8), Asturias (200,5) y La Rioja (187,2).
Calor para rastrear al virus
Clasificada, preparada y trasvasada ya a un tubo secundario de trabajo, otro técnico, Héctor Abando, se dispone a iniciar el proceso de extracción del ácido nucleico, una fase que se realiza con diferentes reactivos y equipos disponibles. «Empecé el 29 de julio, he tenido que aprender rápido y, aunque es muy duro, resulta gratificante», sonríe al otro lado de la mascarilla, antes de agradecer a sus compañeros el buen clima de trabajo. «Y ahora que tenemos las placas -que pueden ser de 94 muestras-, ahora sí, se hace la PCR», reanuda Calvo, pasados unos quince minutos de la extracción del ácido.
«Empecé el 29 de julio y he tenido que aprender rápido. Aunque es muy duro, resulta gratificante trabajar en ello»
Héctor Abando, Técnico del laboratorio de Microbiología
Ahora es cuando se utilizan los termocicladores, unos equipos analíticos que rastrean, al fin, si existe un atisbo de coronavirus en la muestra. Para ello, se programan unos ciclos de temperatura: noventa, sesenta grados, noventa otra vez... «En estos equipos se interpretan los resultados que indican la presencia o no del virus por la detección de diferentes genes del mismo», expone el responsable, al tiempo que recuerda aquellas semanas de marzo y abril, cuando «el teléfono no paraba de sonar» y las prisas por conocer los resultados extenuaban a los técnicos y facultativos. «Este es el tiempo que queda. ¿Ves?», señala en dirección a la cuenta atrás que reflejan cada uno de las pantallas de los equipos. Treinta minutos, una hora... Cada tanda espera más o menos lo mismo, «una hora y cuarenta minutos». Ya sólo queda un paso más, la verificación del positivo o el negativo, tarea de la que se encargaba este miércoles la microbióloga María Siller: «Dar el sí o el no y validar los datos».
«Las fuerzas son las que son»
Y la cadena vuelve a empezar, y así desde marzo. Ahí está Barcia, que pasó «seis meses» sin ver a su familia en el primer arreón de la pandemia; Abando, que tuvo que aprender esta rutina en «tiempo récord», o la propia Siller, que, desde que todo esto empezó, anota, «no he parado». Preguntado por cómo está asumiendo el equipo de Microbiología esta ingente cantidad de trabajo, Calvo no puede evitar expresar «una sensación ambivalente», a caballo entre el «orgullo, el cansancio y cierto hartazgo» con la situación laboral desde que comenzó la crisis del coronavirus. «Asumimos esta situación como no podía ser de otra forma, pero las fuerzas son las que son, y preocupa que el cansancio haga mella a medio o largo plazo», declara, antes de lamentar la falta de personal sanitario y lo que considera ya un problema crónico en el sistema, «la eventualidad de los contratos y la poca estabilidad de los mismos, lo que impide una buena planificación».
100minutos aproximados tarda el termociclador del laboratorio en hacer la prueba PCR.
Aliviar su carga de trabajo concierne a todos, tanto a los que pueden revisar el reglamento de contratación del Servicio Cántabro de Salud, «que no está adaptado a las necesidades del sistema» y necesita de «un equilibrio entre la igualdad de oportunidades y la eficacia de los servicios sanitarios; como al conjunto de la población. Mentalizarse. Conseguir, «con la colaboración de todos, que la expansión de este virus sea más lenta y gradual para garantizar así la atención de los enfermos en condiciones óptimas y seguras».
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