«No me gusta cómo dan el tiempo en la tele»
Conversaciones al sol ·
A punto de cumplir 75 años se embarca en una nueva aventura con la empresa Meteored, dejando atrás eltiempo.esHace casi una década que podía haberse jubilado. Pero su cabeza y su energía no son conscientes de ello. José Antonio Maldonado (Sevilla, 1944) ... inicia un nuevo proyecto, no exento de riesgo. El reto es colocar su nueva web, Meteored, por delante de eltiempo.es, la que fuera su empresa durante los últimos once años. Se confiesa un «enamorado» de Santander, pero ahora le cuesta volver: «Mi mujer se murió hace un año y son tantos los recuerdos bonitos, que voy a esperar un poco».
–74 años y empieza una nueva etapa laboral. ¿No ha tenido tentaciones de tirarse a la bartola?
–De momento no he sentido la tentación de dejar de comunicar el tiempo. Meteored existe en numerosos países de Europa occidental, en Estados Unidos y prácticamente en todos los de Sudamérica. Su aplicación tiene más de 17 millones de descargas y en 2016 fue elegida como una de las mejores del mundo. Pero, si se busca a través de internet, la dirección que hay que poner es www.tiempo.com.
–La primera y última vez que dio el tiempo fuera de un estudio lo hizo desde Santander. ¿Qué le une a esta tierra?
–Vine a Santander un verano siendo universitario, con dos amigos, y ya me quedé prendado de su belleza y de sus playas. Luego volví el año que saqué la oposición, a un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Años más tarde tuve el honor de dirigir un curso en dicha universidad. He dado la información del tiempo por lo menos una docena de veces desde Cantabria (La Magdalena, Fuente Dé, el monasterio de Santo Toribio, Liérganes, en un barco desde la bahía, Cabárceno, las cuevas del Soplao...) Y por ende, tengo muchos y buenos amigos en Santander.
–El presidente Revilla se ha enfadado en numerosas ocasiones en público por los pronósticos de los hombres del tiempo. ¿Con o sin razón?
–Dicho con todo respeto, creo que sin razón. El presidente Revilla debe entender que un pronóstico, por definición, es algo que puede no llegar a hacerse realidad. Si fuese infalible ya no sería pronóstico. Se hacen pronósticos sobre la economía, los fichajes de los equipos de fútbol, la política..., y luego no se cumplen. Pero nadie los critica y a nosotros nos reprochan que no salgan a la medida. Don Miguel Ángel dice que con vientos del sur jamás llueve en Santander, y eso no siempre es así.
–¿Cree que el sector hostelero deja en manos del tiempo demasiada responsabilidad?
–No es que nos carguen de responsabilidad, es que, en muchas ocasiones, se molestan cuando pronosticamos lluvia, sobre todo en Semana Santa porque, al parecer, se producen anulaciones en las reservas. Recuerdo, especialmente, el año 1998 en el que llevábamos varias semanas con ambiente soleado y relativamente caluroso, prácticamente en toda la península. Pero los mapas nos daban que todo iba cambiar a partir del Lunes Santo. Así lo anunciamos el Viernes de Dolores, y me dieron la del pulpo. Efectivamente, el lunes cambió radicalmente el tiempo y, literalmente, hubo que poner cadenas hasta en Despeñaperros. Hubo un temporal de invierno en toda España.
–¿Cuál es su clima perfecto? ¿Y cuándo viene a Cantabria?
–Para mí el tiempo perfecto es el que no te fastidia los planes que tengas previstos. En Cantabria tiene que llover porque de lo contrario no tendría esos maravillosos y verdes paisajes, pero es un fastidio que lo haga en verano.
–Cuando ve el espacio del tiempo en la televisión, ¿le gusta cómo se da?
–Veo muy poco, casi nada, el tiempo en las televisiones, precisamente porque no me gusta cómo lo dan. Además, me molesta que se rotulen como meteorólogos o que se dejen llamar así quienes no lo son, simplemente porque presentan el tiempo en una televisión. Desde que yo me fui de RTVE no hay ningún meteorólogo en ninguna televisión. Hay algunos físicos, algunos periodistas, algún geógrafo e incluso un marino mercante. Meteorólogo no es una titulación universitaria en España. No basta con hacer un máster en una universidad. Ojalá lo sea algún día y desenmascare a los que ahora se llaman meteorólogos sin serlos. Yo también soy físico pero no nos llamábamos meteorólogos si no sacábamos la oposición que convoca el ministerio correspondiente (ahora el Ministerio para la Transición Ecológica), que es quien únicamente, con arreglo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM), puede otorgar ese título a través de Aemet. Posteriormente hay que realizar un curso de un año de duración. Pueden consultar el programa de las oposiciones al Cuerpo de Meteorólogos en el BOE del 29 de marzo de 2019.
–Usted dijo durante una conferencia que se ha pasado de la Edad de Piedra de la comunicación meteorológica a la tecnología actual. ¿Qué es lo que más le llama la atención de la evolución en los pronósticos?
–Es que cuando yo ingresé en el Cuerpo Facultativo de Meteorólogos, en el año 1970, no teníamos más que una imagen de satélite en blanco y negro y el trazado de los mapas a distintos niveles. No había fax, internet era ciencia ficción (no existía) y los modelos numéricos estaban en pañales. Solo podíamos dar el tiempo previsto para un par días. Hoy tenemos unas herramientas que por aquel entonces eran impensables. Lo que sí es cierto es que cuando yo me fui de televisión ya teníamos todo lo que hay hoy en día, aunque los modelos van siendo cada vez más precisos y en consecuencias las predicciones más certeras.
–¿Qué le pasa a la sociedad con el cambio climático? ¿No nos lo acabamos de creer? ¿Usted cree en ello?
–El clima siempre ha estado evolucionando. Desde que existe la Tierra, hace unos 4.600 millones de años, ha habido grandes glaciaciones y épocas de periodos muy calurosos. Ahora es evidente que hay una tendencia al calentamiento, sobre todo desde mediados del siglo pasado. Es innegable. Asimismo, es muy probable que el aporte de gases invernaderos tenga bastante que ver en ello. También es cierto que nieva menos en los núcleos de población. En lo que no ha habido cambios significativos es en lo que llueve. En términos generales España es un país seco. En una década hay más años con sequías que lluviosos.
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