Protagonistas tras las siglas reivindicativas

Coinciden en que la situación de las personas trans es una de las más castigadas. «No nos distinguen de los travestis», lamenta Carro. Un travesti se viste con ropa que socialmente se considera característica del sexo opuesto, pero no se siente identificado con el otro género, como sí ocurre con los trans. «Un chico me dijo una vez que no era mujer trans porque no me he operado, pero no hay necesidad de someterse a una operación para serlo», apunta con firmeza. A ella le gusta maquillarse, una acción que algunas personas fuera del colectivo se toman a risa. «Queda mucho por hacer. Los chistes son habituales y no se dan cuenta de que son homófobos».

Por si fuera poco la desigualdad que sufren por su orientación sexual, hay personas a las que se le suman otras discriminaciones. «Esta semana hemos tenido muchas charlas sobre la opresión dentro del colectivo. Al igual que en el resto de la sociedad, hay personas con diversidad funcional, de otras razas, más mayores... Y también se les ataca por ello», cuenta Benavides. «Hay muchos prejuicios». En su caso, salió del armario hace pocos meses y reconoce que su entorno más cercano no se lo ha tomado bien. «He encontrado apoyo en Alega. Aquí nadie me juzga». Ante sus palabras, los otros tres jóvenes asienten con la cabeza.

Hay personas cercanas a Guijarro a quienes les «parece raro» que ella acuda a la asociación. «Porque soy una chica y tengo novio». Muchos creen, por ello, que es una mujer heterosexual y que no encaja en una entidad que representa al colectivo LGTB. Los bisexuales están acostumbrados a escuchar que están en una etapa de su vida, que están confusos y que terminarán por decantarse por un género u otro. «También te dicen mucho que lo eres por moda». Otra creencia generalizada es que «no es necesario» salir del armario. Brambilla defiende lo contrario. «Es necesario porque vivimos en una sociedad heteronormativa. Si no salgo del armario, la gente seguirá preguntándome si tengo novio y las conversaciones girarán en torno a la pareja entre hombre y mujer». Lo ideal sería «que la sociedad no contemplase un único tipo de relación, pero de momento es así».

Aunque las reivindicaciones del colectivo comenzaron en la región hace años, este será el segundo en el que se realice una manifestación en Santander para dar visibilidad y exponer las desigualdades que sufren las personas LGTB. «En la última legislatura hubo posibilidad de llevarla a trámite en el Parlamento, pero el PRC y Ciudadanos pidieron comparecencias y el proceso comenzó a dilatarse. Al final no quisieron aprobarla», critica Brambilla. «Ahora que empieza una nueva legislatura volveremos a intentarlo y esperamos que pueda ser la definitiva». Cantabria es una de las cinco comunidades autónomas que no tienen una ley específica que defienda los derechos de las personas LGTB. «Los menores trans son las personas más vulnerables. No podemos actuar en colegios ni institutos y la situación es urgente. Los políticos deberían tenernos en cuenta más allá de la campaña electoral».

Brambilla, Benavides, Guijarro y Carro quieren que la sociedad sepa que el Día del Orgullo LGTB «no es una fiesta». Es «reivindicación y visibilidad». Aunque las actividades que se celebran tienen su componente de ocio, todo gira en torno a su lucha por la igualdad. « Si centramos todas las actividades del Día del Orgullo en fiestas y celebraciones, se desprestigia al movimiento. Todo queda blanqueado y no se entiende que lo que faltan son derechos».