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Sonia vive en Laredo y padece sensibilidad química múltiple: «Lo que quiero es poder vivir»

Sonia vive en Laredo y padece sensibilidad química múltiple: «Lo que quiero es poder vivir»

Su estado de salud ha empeorado en los últimos meses y necesita una vivienda «donde pueda controlar el aire que respiro»

Abel Verano

Castro Urdiales

Sábado, 28 de julio 2018, 17:05

«Quiero vivir. No estoy bien. Necesito un sitio donde pueda controlar el aire que respiro. Cada día estoy más débil». Sonia Cuetos está viviendo un auténtico calvario desde hace casi tres años. Esta vecina de Laredo, de 47 años, lucha cada día por sobrevivir. Y no lo tiene nada fácil ya que padece Sensibilidad Química Múltiple (SQM), una enfermedad emergente y crónica cuyo único tratamiento es evitar la exposición a las sustancias químicas. En la actualidad, no está considerada dentro de las catalogadas como 'enfermedades raras' porque el número de afectados supera el umbral de los 0,5% de población y se acerca al 5%. Aún así, es desconocida «incluso por los médicos» y sólo desde 2014 está reconocida en la ley española, y en Alemania desde el 2000. Por el momento, la medicina convencional no ha dado con un tratamiento contra esta enfermedad, que obliga a quien la padece a aislarse por completo.

«La pintura plástica que utilizaron en las obras del Fuente Fresnedo fue el desencadenante»

Sonia ha lanzado hace unos días un mensaje en las redes sociales, y a través de los medios de comunicación, en el que reclama un lugar aislado «donde seguir viva». «Una cabaña, una casa o un choco. Cuatro paredes para poner una colchoneta, sin más química». Sonia, que se ha trasladado provisionalmente a una casa que tiene en San Miguel de Aras (Voto), donde permanece en un espacio de apenas seis metros cuadrados protegido de papel de aluminio, está desesperada porque su salud empeora y no encuentra ese lugar en el que pueda estar lejos de los productos químicos.

«En mi piso de Laredo no puedo estar más. Necesito un sitio donde no haya madera barnizada, a poder ser con baldosas en el suelo y en el que apenas haya un baño y un colchón donde poder dormir. Incluso una caravana podría valerme si la adapto a mis necesidades», señala.

Inundación en el instituto

El origen de la enfermedad de Sonia se remonta a noviembre de 2015. En ese momento trabajaba como limpiadora del instituto Fuente Fresnedo, en Laredo, y de la Escuela Oficial de Idiomas, una tarea que venía realizando desde hacía siete años. En aquella época el instituto pejino llevó a cabo una restauración del tejado de los talleres de automoción.

«Retiraron unas placas de fibrocemento, las dejaron amontonadas y el taller se inundó porque llovió justo después de retirar las placas. A mí me tocó limpiar todo aquello sola. No se podía entrar. Vino una empresa especializada a retirar las placas, pero el amianto que llevan quedó en suspensión. Había mucho polvo, suciedad y hasta hongos». Finalizada la limpieza de los talleres, se procedió a pintar las instalaciones y fue entonces cuando Sonia empezó a tener los primeros síntomas. «Entré un día a los talleres y no podía respirar debido al fuerte olor. Era como si respirase veneno».

A partir de ese momento empezaron las crisis respiratorias, ataques de asma, fatiga crónica, pérdida de memoria, escozor de ojos y garganta y confusión mental sin saber por qué. Tras pasar por varios médicos de cabecera, acudió a la Fundación Alborada de Madrid y tras realizar un test le confirmaron que padecía SQM. «Fue una sentencia para mí. Me dijeron que llevase la vida más sana posible porque mi cuerpo estaba intoxicado por todos los productos químicos con los que había estado en mi trabajo».

«Mi pareja tiene que seguir los mismos hábitos que yo. Al final vive como un enfermo sin serlo»

A partir de ese momento tuvo que cambiar todos sus hábitos, empezando por la alimentación. Todos los productos que consume son ecológicos, el agua tiene que ser embotellada en cristal, además tiene que tomar suplementos vitamínicos que compra a través de internet «porque son marcas muy específicas». En el caso de la higiene, tiene que utilizar agua, bicarbonato y vinagre para limpiar su ropa, que tiene que ser de algodón, orgánica y sin tintes. Además, utiliza filtros para la ducha, porque el cloro le hace daño, y un purificador del aire. Todo este 'protocolo' también tiene que cumplirlo su pareja para poder convivir con ella. «Vive como un enfermo sin serlo», dice Sonia.

Otra enfermedad

Por si no tuviera ya bastante con esta enfermedad, Sonia empezó a encontrarse peor el pasado mes de mayo y le diagnosticaron una vasculitis de Wegneder que le afecta a los vasos sanguíneos de los riñones y los pulmones. «Recibo un tratamiento y más o menos me va bien. Pero para la Sensibilidad Química no hay remedio, lo único es evitar todas las cosas que me hacen daño, pero ahora mismo tengo la sensibilidad muy alta», apunta entre lágrimas desde su vivienda de San Miguel de Aras, donde está acompañada por una de sus hermanas.

El llamamiento de Sonia ha recibido respuesta por parte de algunos vecinos de Laredo que se están movilizando por las redes sociales, incluso con una recogida de firmas, para que esta vecina tenga ese espacio que reclama y que su estado de salud no vaya a peor. Una vez que logre esa vivienda, necesitaría acudir a una clínica privada de Madrid para poder seguir un tratamiento, pero para ello tendría que recaudar fondos.

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