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Salama, de doce años, despidiéndose de Marisa Merino el año pasado tras finalizar sus vacaciones.

«Cuanto más tarden en llegar los niños saharauis, menos podrán disfrutar de Cantabria»

Las familias de acogida lamentan el retraso de su llegada por los problemas burocráticos

Martes, 8 de julio 2025, 17:03

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«No es lo mismo que vengan a finales de junio que a mediados de julio. Son solo dos meses de vacaciones que esperan durante todo el año». Maica Melgar aguarda con inquietud la llegada de Youda a Cantabria, una de las niñas saharauis que deberían estar ya en la región para disfrutar de la temporada estival dentro del programa 'Vacaciones en Paz' y que se ha retrasado por problemas burocráticos. Y es que los vuelos en los que los niños saharauis iban a llegar entre el 30 de junio y el 1 de julio a Cantabria han sido cancelados hasta que se resuelvan las incidencias relativas a la emisión de los pasaportes colectivos. Todas las comunidades autónomas se han visto afectadas, lo que ha provocado retrasos a escala nacional. No obstante, un porcentaje de los jóvenes africanos ha podido aterrizar ya en Madrid, Murcia, Extremadura, Castilla La Mancha y Galicia. Pero en Cantabria aún no.

«Youda no entiende cuál es el problema y eso le descoloca», lamenta Melgar. Tras su viaje a uno de los campamentos ubicados en Argelia hace veinticinco años, la cántabra dice »haber quedado en deuda con la generosidad del pueblo saharaui», lo que motivó su colaboración con la asociación Alouda. Lleva acogiendo en su hogar a la joven Youda desde 2022 a través de la campaña solidaria y asegura que «hablan casi todos los días». «Ahora es muy fácil mantenernos en contacto gracias a internet. Si no es por videollamada es por mensaje de texto o audio«. Los padres biológicos de la pequeña residen en España debido a que la madre necesita tratamiento médico urgente en Vitoria. «Youda lleva desde agosto sin ver a sus papás. Están mucho tiempo separados y es duro tanto para ella y sus hermanas, que siguen en el campamento, como para los padres. 'Vacaciones en Paz' les da la oportunidad de reencontrarse».

Mila Arce también pertenece a Alouda. En su caso espera a Ahmed, al que también conoce de otros años. Ella hace hace hincapié en que «los niños confían en venir pase lo que pase» y que «eso es lo más importante». «No entienden por qué hay aviones despegando todos los días cuando los suyos de la semana pasada aún no han salido, pero eso no quita que mantengan la ilusión». La cántabra está constantemente pendiente del teléfono por si hay novedades y espera con ganas su reencuentro con Ahmed.

A Marisa Merino, que lleva cuatro años acogiendo a Salama gracias a la asociación Cantabria por el Sáhara, le apena profundamente la situación, pero se rodea de una coraza para aportar seguridad al pequeño. Merino conoció al joven cuando tan solo era un bebé durante uno de sus viajes como parte de la Comisión Sanitaria a Argelia, y ha desarrollado un estrecho vínculo con el muchacho, ahora de doce años, y su familia biológica. Hablan todo el tiempo y la santanderina le asegura una y otra vez que la espera no será muy larga y que «estará aquí antes de lo que cree». Cuenta que Salama apenas come y está continuamente preguntando si ha llegado algún mensaje en relación a los vuelos atrasados. «Siento pena por la asociación, que se mata trabajando para que todo salga bien, pero sobre todo por los niños. No tienen nada, ni recursos ni prácticamente futuro, pero al menos podemos proporcionarles una vía de escape y medidas sanitarias a las que de otra manera no tendrían acceso. Es importante que el mundo conozca su situación y que no caigan en el olvido».

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