El Valle de Lamasón. El tranquilo escenario que inspiró el tema 'Viento del Norte'

'Pura esencia'. Así es como se puede definir a este valle formado por los pueblos de Burió, Cires, Lafuente, La Venta Fresnedo, Los Pumares, Quintanilla, Ríu y Sobrelapeña. Aquí sigue viva la llama de la tradición y aún se pueden ver artesanos de la madera elaborando albarcas, jarras, cebillas o utensilios de labranza –como sigue realizando el amigo Hilario–. Pero es que, además, en Lamasón, el folclore y la canción popular montañesa y asturiana respiran por sus entrañas. 'Pura esencia' también porque sobre sus verdes prados se pasea y se alimenta desde tiempos inmemoriales a las tudancas, nuestra raza autóctona, que tanta hambre alivió a generaciones pasadas. La tudanca en Lamasón casi se puede considerar un animal totémico por el cual se siente verdadera devoción.

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Se respira esencia en sus ríos cristalinos, en su olor a prados recién segados o a hierba seca que se desprende de los pajares en verano, a leña en los largos inviernos a través de sus chimeneas de piedra sobre rojos tejados, en sus ferias de ganado, en sus bosques de hayas, robles o encinas. Se respira esencia por sus cuatro costados que limitan con Peñarrubia, Liébana, Rionansa, Herrerías y Asturias.

En una de las casonas de Lafuente se encuentra la pareja de Lamasón, dos figuras de piedra donde, a los pies de una de ellas, se puede leer: «Cuántos pasan que no vuelven». Este era un paso por donde los difuntos eran llevados al cementerio. Estoy seguro que el que visite este desconocido valle regresará a respirar paz y tradición, y a colorear sus retinas con una interminable paleta de colores que van reviviendo y cambiando con cada cambio de estación.

Si algún lector tiene oportunidad de visitar el valle, le recomendaría acercarse a las brañas de Tanea, situadas a las faldas de la sierra de Peñasagra para disfrutar de un lugar único, desconocido y en plena naturaleza. Allí, el tiempo se detiene al sentir el repicar de los campanos, el sonido de los pájaros o la voz del viento formando una melodía mágica con cierta tendencia a la melancolía. Lamasón, un lugar por descubrir y por sentir.