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Pedro Javier Chamizo, Cristina Presmanes, Paco Azorín y Damià Carbonell, ayer, en el Campus de Las Llamas. Juanjo Santamaría
UIMP

«El cantante de ópera es un vehículo emocional»

Damià Carbonell, Paco Azorín, Pedro Chamizo y Cristina Presmanes muestran a su alumnado cómo integrar canto y la puesta en escena. «La ópera hay que actuarla»

Mada Martínez

Santander

Viernes, 12 de agosto 2022, 07:21

«La ópera hay que actuarla», dice con convicción Cristina Presmanes, directora musical, coaching vocal, pianista y una de las directoras del curso 'Ópera. Binomio entre canto y escena', que durante dos semanas se celebra en la UIMP. Habla de la importancia de que los cantantes jóvenes integren la actuación y el canto -«que no tengan miedo a actuar porque, al contrario de lo que piensan, ayuda mucho a la hora de cantar»-, mientras los trece alumnos del curso calientan la voz en un aula amplia y despejada del Campus de Las Llamas. Los estudiantes se disponen a tomar una nueva clase con cuatro de los profesionales más reconocidos del país: la propia Presmanes; Paco Azorín, director de escena, escenógrafo y productor; Damià Carbonell, director artístico de la Dutch National Opera, y Pedro Javier Chamizo, videocreador, director de escena y diseñador de iluminación. Con ellos aprenden estos días que, además de sus conocimientos técnicos y musicales, han de desarrollar cualidades actorales para llegar a ser cantantes líricos completos.

Azorín, entre cuyos últimos hitos profesionales figuran 'Tosca' (Teatro Real) o 'La Traviata' (Festival Castell Peralada), ofrece una descripción certera del cantante de ópera: «Es más que una voz con patas. Un cantante de ópera es un vehículo emocional de primera magnitud». Y la meta del curso, y lo deseable en la formación reglada de los artistas, es hacerles «conscientes» del potencial de su cuerpo y de «la creatividad que atesoran» para que luego pongan todo eso al servicio de una «interpretación con mayúsculas».

Con los alumnos, en su mayoría recién titulados en canto o en proceso de superar estos estudios superiores, trabajan la confianza y la autoconsciencia en sesiones de grupo e individuales. «Lo grande del escenario es que ahí puedes crear todo lo que en la vida real no puedes», enfatiza Presmanes. «Creyendo en ellos mismos, creando un personaje y unas imágenes pueden llegar a prescindir de cualquier elemento» para transmitir significados, contextos, sentimientos.

Desarrollar estas cualidades es crucial para hacer buenas audiciones, advierte Carbonell. Por ejemplo, «cuando los cantantes jóvenes preparan una audición, preparan la aria, pero no lo hacen en el contexto de la ópera entera y del personaje». Pero lo pertinente es que sepan «lo que están cantando», que sepan si se trata de un momento trágico, cómico o quizá sensual. El curso «pone el énfasis» precisamente en eso: en que el alumnado interiorice que lo que canta «tiene un contexto y un significado».

Cambiar la política de precios

Preguntado por ello, Carbonell responde que «la opera tiene futuro». Y en el hecho de que los jóvenes se acerquen al género está la clave para que arraigue, por lo que «es importante que los teatros inviertan en espectáculos» para ese público en ciernes. Él acude a la ópera desde los cinco años y Presmanes, natural de Santander, evoca sus asistencia a los espectáculos líricos celebrados hace décadas en la Plaza Porticada. Lo primero que vio fue 'La flauta mágica' y, casualidades de la vida, esa fue luego su primera producción.

Javier Chamizo dirige los ejercicios de calentamiento de voz. Juanjo Santamaría

Hay y ha habido «buenas voces en España», coinciden los directores. «Hay cantera, escuelas y público» y no puede faltar la «voluntad de la administración de dar soporte» al género. Pero tiene que haber algo más, apunta Azorín. «Sin querer crear alarma, estamos en un punto inflexión», dice. La cantera está asegurada gracias a la red de conservatorios que vertebra el país, pero hay que cambiar la política de precios. Si los tiques en lugares como el Liceu siguen costando cientos de euros entonces la ópera será «un producto para las élites». Así que, «si queremos que el público joven se acerque a la ópera, tenemos que cambiar la política de precios» porque esa es la manera de que tenga «presente y futuro», defiende Azorín.

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