«Mi misión en este curso de poesía es echar leña al fuego e, incluso, hasta encenderlo»
La primera galardonada con el 'Premio-Taller de Poesía Pedro Salinas' de la UIMP' imparte esta semana el encuentro 'Mecánicas de la emoción'
M. MARTÍNEZ
Lunes, 15 de agosto 2022, 07:44
Es hora de que a las mujeres se nos llame maestras, y no lo digo por mí, sino en un sentido amplio». Ana Rossetti (San ... Fernando, Cádiz, 1950) recibe el I Premio-Taller de Poesía Pedro Salinas de la UIMP a su trayectoria, a su vocación y su condición de maestra de futuras generaciones como el símbolo de algo más grande: la conversión de las creadoras en referentes.
Autora de teatro, poesía y novela, lectora de hagiografías y buena conversadora, Rossetti imparte esta semana el taller magistral 'Mecánicas de la emoción'.
-«Atreverse a crear es atreverse a mirar, a escuchar, a decir y subvertir». Así presenta su curso magistral. ¿Cómo atreverse a la escritura?
-Creemos que nos atrevemos a muchas cosas, pero no es verdad. Una cosa es mirar y otra cosa es ver, pero para ver hay que mirar. Este es un curso de poesía, y antes de empezar a escribirla, tenemos que darnos cuenta de dónde puede estar. Porque no está simplemente en un poema. Tenemos que mirar y capturar antes.
-¿Cómo va a plantear esa tarea?
-Tengo muchas cosas pensadas, pero es un taller, y aunque ponga magistral, tiene que ser dinámico. Pretendo que sea algo muy colaborativo. Mi misión es echar leña al fuego o a lo mejor, incluso, hasta encenderlo.
-Así que lo va a construir con los alumnos y apoyándose en Diego Álvarez Miguel, poeta y editor.
-Lo he escogido a él para que fuera un contraste. Lo que hace no tiene nada que ver con lo que hago yo, pero me encanta. Él fue Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven cuando yo estaba en el jurado. Una de las cosas más bonitas de mi vida es que estoy en ese Premio desde que empezó. El orgullo que tenemos los miembros del jurado es que los premiados han empezado a brotar a partir del premio y a hacer cosas sumamente interesantes.
-Apela en la presentación del curso a la experiencia personal de cada cual, «a sus reticencias y sus conflictos». La vida como materia prima de la poesía...
-Mira, es que siempre va a ser así. Siempre vamos a estar hablando de nosotros. La cuestión es la transformación: que hablando de nosotros no se nos vea; que pasemos a un segundo plano. Hay una cosa muy bonita que decía Bécquer [la referencia, aclara, no es textual]: todo el mundo pasamos por momentos exaltados, para recordar..., pero lo bueno es que alguien coja esa experiencia, y la ponga de tal manera que los demás se sientan interpelados. En eso consiste ser poeta: no es contar tu vida, que la estás contando, sino que quien lo esté leyendo se sienta aludido. Al lector no le tiene que importar lo que a ti te pasa, sino si siente algo con lo que identificarse o aprender.
-¿Imaginaba que la escritura y el arte iban a condicionar su vida como lo han acabado haciendo?
-Claro que no. Cuando te hacen preguntas como '¿qué libro marcó tu vida?,' o mentimos o decimos el que se nos ocurre porque son muchos. El libro que marcó mi vida fue 'Los devaneos de Erato', ¡que lo escribí yo! [ríen entrevistada y periodista]. Ese libro me hizo escritora, a partir de ahí cambió mi vida, cambió de verdad, tuve una manera de seguir. Ten en cuenta que yo vivo de la escritura y eso no me lo había planteado yo como tal en el momento que gané el premio Gules [en 1980].
-No entraba en sus planes una dedicación total a la escritura.
-Yo sí estaba escribiendo para el grupo de teatro que teníamos. Pero no lo tenía en mente, no conocía a escritores, ni tenía vida literaria. Si hubiera pensado 'voy a ser escritora', la siguiente pregunta hubiera sido: ¿eso cómo se hace?
-Declara su fascinación por los cuentos, mitos y leyendas en el prólogo de 'Una mano de santo', reeditado por Siruela este año...
-Estoy muy contenta con cómo ha quedado. Tiene distintas ilustraciones, y es muy bonito que cada historia tenga una inicial de un color diferente, según el predominante de la ilustración... Tiene más presencia en este sentido. Lo único que cambia es que he añadido el prólogo y he cambiado el orden de las historias porque, al cabo de los años, te das cuenta de que es mejor entrar por el cuento más fácil e ir introduciendo de otra manera.
-¿Y qué nos procuran esos mitos a la sociedad? ¿Entiende estos relatos colectivos como una especie de refugio compartido?
-Los mitos son mitos porque son verdad. Se ha hablado de ellos como si fueran mentira, pero son verdad, no son reales pero son verdad, que son cosas diferentes. El mito es algo que permite que cada generación o cada cultura lo vaya reescribiendo o reinterpretando, y los vaya llevando a lo que ese momento necesita.
Por ejemplo, el cuento de la 'Cenicienta' nace en China y a Europa llega por Italia, primero llamándose 'La gata cenicienta' y tal y cual. El cuento no es lo que hizo Disney: cuando Disney hizo su versión era una época de represión en la que las mujeres debían estar en casa después de haberse desmelenado en la II Guerra Mundial, cuando habían estado trabajando y demás. Y entonces ya no son solo las películas de Disney, sino también las de Doris Day, por decir algo. Por eso es un mito, porque se va adaptando.
Pero en la historia de 'Cenicienta', el embrión es la envidia entre hermanos, en este caso, entre hermanas de distinta madre. Y eso ya se ve en la Biblia, en la historia de José y sus doce hermanos. Esa historia de rivalidades entre hermanos de diferente padre o madre es un conflicto que alude a la idea de que uno es el preferido sobre el otro o que tiene más ventajas... Y eso el mito lo resuelve.
-Dice que con los cuentos puede ahondar en «preocupaciones contemporáneas». ¿Qué le preocupa, qué motiva su escritura?
-La primera obra que yo escribí de chica fue sobre el milagro de las rosas de Santa Casilda. Ese milagro habla de una princesa musulmana que está auxiliando a los cristianos. Yo me valgo de eso, que es como la historia a la inversa, y no: es ella la que es buena, auxilia a los cristianos, y cuando el padre la sorprende saca de su delantal las rosas. Si a eso se le quita el lenguaje simbólico y se le da otro diferente, y luego se piensa que Casilda puede venir de 'casida', que significa poema en la lengua árabe, pues entonces ves a una niña que es un poema, y ves cómo este va evolucionando hasta ese momento en el que la sorprenden: la rosa que sale de su delantal es la rosa de los vientos, que va en todas las direcciones, pero tiene un punto donde converger. Esa es la poesía.
-En 'El libro de las ciudades' (Siruela, 2021) reivindica que hubo mujeres que las fundaron. ¿De dónde nació este libro?
-No solo las fundaron, sino que colaboraron en su fundación. Ese libro, lo mismo que 'Una mano de santo', no lo tenía previsto en la cabeza, sino que se me fue formando. Por ejemplo, la fundación de Madrid o de Varsovia las había hecho en un formato más chico para libros de lectura escolares. Tengo mucho material para Primaria: historias de ciudades, poemas sobre el agua, todo eso. Tenía esas dos historias y pensé que las podía desarrollar más. Y luego te viene a la cabeza, que es una leyenda también, la manera en que las mujeres perdemos la ciudadanía cuando la fundación de Grecia; está datada míticamente en ese acto por un conflicto entre Atenea y Poseidón. Y ya puesta, haces otras dos más y tienes el libro compuesto [ríen ambas].
-¿Sigue trabajando en ese tema?
-Ahora estoy con otro mito: Santa Catalina de Alejandría. No he podido trasladar su historia como he hecho con otras, sino contar todo lo que tiene de simbología. De chica me interesaban las mujeres sabias y por eso en 'Una mano de santo' tengo también a Santa Bárbara, otra de mis favoritas. Santa Catalina nace en Alejandría, es sabia, tiene todos esos dones y además los alquimistas la tienen como patrona. El sitio al que se supone que los ángeles llevan su cuerpo es el Monte Sinaí, un lugar sagrado de los judíos, y tiene además una bula de Mahoma, de su puño y letra, protegiendo el santuario ¿No me digas que eso no es bonito?
-Sí, la verdad es que lo es.
-Las tres religiones fundamentales unidas en el cuerpo de Santa Catalina. Poner en relación... Esas cosas me interesan a mí.
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