Altamira celebra 40 años de la declaración de la cueva como Patrimonio Mundial
Una muestra del Museo, en el espacio Vínculos,recuerda la catalogación del 4 de diciembre de 1985 «por su calidad estética y por ser un testimonio excepcional del desarrollo de la cultura magdaleniense»
La cueva de Altamira entró en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco tal día como hoy en 1985. Una catalogación adscrita a «su ... calidad estética y por ser un testimonio excepcional del desarrollo de la cultura magdaleniense en el sur de Europa. Con motivo de esta efeméride el museo presenta la muestra 'Altamira. Patrimonio Mundial' en el espacio Vínculos, que se podrá visitar hasta finales de febrero de 2026. La declaración por la Unesco el 4 de diciembre de hace cuatro décadas propicia esta cita documental, que la configuran elementos informativos, incluye sellos, matasellos, sobres conmemorativos, monedas, billetes de lotería nacional y cupones de la ONCE con alguna imagen característica de Altamira. La inauguración tendrá lugar hoy, las 17.00 horas. La cueva de Altamira fue el primer sitio propuesto por España para ser inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial, aunque no fuera el primero en entrar en ella. El Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco la inscribió en la lista el 4 de diciembre de 1985 en su novena sesión celebrada en París. Esta inclusión, supuso la culminación de un proceso que arrancó el 13 de diciembre de 1983, momento en el que el Ministerio de Cultura envió la propuesta de su candidatura.
En la declaración se proponía la inscripción de la cueva, a la que desde principios del siglo XX se la conoce como la 'Capilla Sixtina de la Prehistoria', «por su calidad desde el punto de vista estético y por ser un testimonio excepcional del desarrollo de la cultura magdaleniense en el sur de Europa». Constituyó, en cualquier caso, el primer reconocimiento del arte rupestre, ya que las cuevas francesas del valle de Vézère entraron en 1979, pero sí se reconocía por primera vez el lugar donde este fue identificado.
Como Altamira forma parte de una manifestación cultural de mayor entidad geográfica, en 2008 se amplió la inscripción a otras 17 cuevas con arte rupestre paleolítico de Asturias, Cantabria y País Vasco, por lo que este bien pasó a denominarse 'Cueva de Altamira y Arte Rupestre Paleolítico de la Cornisa Cantábrica'. La inscripción en la lista implicó un reconocimiento al valor universal excepcional de Altamira, así como el compromiso para compartir, cuidar y respetar el patrimonio que atesora. Mantener un bien en esta lista «obliga a una adecuada protección, conservación y gestión». Para ello, es necesario emitir informes periódicos que el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco revisa exhaustivamente. El valor de Altamira reside, también, «en su significado para la población local, en su presencia en la memoria social de las generaciones que frecuentaron este lugar patrimonial, antes de la creación del museo como institución gestora». Por ello, en el espacio Vínculos se proyectan entrevistas realizadas por el proyecto 'Memoria y lugar', en las que algunos residentes evocan sus recuerdos, una muestra más, de la importancia de este bien Patrimonio Mundial en la identidad de la comunidad local.
Coincidiendo con la efeméride, la biblioteca del Museo del Altamira ha publicado una propuesta de lecturas dentro del apartado colecciones temáticas de la página web. Se trata de una selección de libros y artículos de su fondo bibliográfico relacionados con la normativa, la gestión y el valor de estos bienes Patrimonio Mundial, no solo de Altamira, sino también de otros lugares declarados con arte rupestre.
Visita guiada
El próximo sábado, día 6, a las 12.00 horas, el artista Miguel Ángel García realizará una visita guiada a la exposición temporal que presenta en el Museo de Altamira bajo el título 'El susurro de la sombra'. En esta pieza –que ha sido una de las elegidas por la Red de Museos por la Igualdad para conmemorar el 25N–, se ofrece una reinterpretación de retratos de compraventa de esclavas de finales del siglo XVIII. La exposición temporal que se presenta en el Museo de Altamira recoge en sí misma múltiples lecturas.
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