Ana Rodríguez Fischer

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Ana Rodríguez Fischer
Entre dos libros y dos incursiones en el tiempo (tres décadas) ha dado voz a la gran artista «revolucionaria» del siglo XX, Maruja Mallo. De ' ... Objetos extraviados', «escrita en un estado de feliz inconsciencia», a 'Notre Dame de la Alegría', «una reescritura, a fondo, esponjada», Ana Rodríguez Fischer (Vegadeo, Asturias, 1957) ha rescatado a la pintora capaz de edificar «un mundo propio» y a la mujer «independiente y osada». La catedrática de Literatura Española en la Universidad de Barcelona, ensayista y crítica, anda con ganas de retomar otra obra de ficción, mientras cumple con los compromisos académicos y culturales. Uno de ellos, el que la trae a Santander el miércoles para hablar de la artista surrealista en un encuentro que compartirá espacio y diálogo con la ensayista, crítica y catedrática Estrella de Diego. Rodríguez Fischer, autora entre otras de 'Antes de que llegue el olvido', Premio Café Gijón, en el 30 aniversario de la muerte de Maruja Mallo ha puesto el foco en devolver el protagonismo que la surrealista merece.
-La síntesis requiere, tras una obra rotunda y decidida como la suya, una pregunta obligada, ¿cómo define a Maruja Mallo?
-Una gran artista. Una gran creadora. Con un mundo muy personal, propio, pero a su vez capaz de absorber todo lo que estaba en el aire, de todos los planteamientos y corrientes, plásticas y literarias. Y, sobre todo, una mujer muy libre, independiente, osada, atrevida, vitalista, fuerte y alegre.
-¿A qué atribuye el olvido que ha rodeado la huella de la artista?
-No lo sé exactamente. Desde luego, el exilio fue una dificultad, un obstáculo y una brecha. Su etapa en España fue breve pero pletórica, fecunda y lo más importante de su obra surgió en esos años. Pero está claro que ha habido cierta pereza intelectual a la hora de dar pasos en ese sentido. Se escribe sobre lo ya escrito, llueve sobre mojado.
-Aquí en la ecuación Santander/arte es lógico hablar de María Blanchard. ¿Ve algunos paralelismos entre ambas artistas?
-Maruja Mallo estaba en París cuando muere Blanchard. Pero no tengo constancia de que se hubieran cruzado. Aunque en el libro sí tenía clara la referencia porque me gustaba homenajear de esa manera a Blanchard que, al cabo, ha sido la gran olvidada,.
- Entre 'Objetos extraviados', (Premio Lumen) y 'Notre Dame de la Alegría', ¿hay una continuidad o cambios radicales?
-Además de respetar la idea original de 'Objetos', lo que hice fue esponjar bastante y mostrar lo menos dogmático y ortodoxo. Ahí estaban el uso de la primera persona, el monólogo interior, el recuerdo, la memoria. Pero luego desarrollé algunas escenas un poco ya por gusto propio. Ya las conocía, pero las amplié más. Caso de las de Neruda, Dalí, cuando hablo de los decorados teatrales que hizo para 'Clavileño', o el texto de Vila Matas, los de Gutiérrez Solana... Esponjé un poco más el texto, lo hice respirar, lo abrí para un supuesto destinatario lector pero sin necesidad de más documentación.
-¿Cuál ha sido la misión de 'Notre Dame de la Alegría'?
-He mantenido la esencia de aquel primer libro sobre ella. Sustancialmente no he cambiado la idea original que tuve hace 30 años. Y tampoco hay tantas aportaciones más. Sí que he rastreado más la producción del exilio, aunque ella no quiso ponerla nunca en primer plano porque era más una obra de subsistencia. Lo consideraba parte de diseño y de material para galerías comerciales. Todo eso ya lo conocía pero he ido sumando situaciones y escenarios. Básicamente, he tratado de respetar mi misión y, sobre todo, devolver el protagonismo que merece.
- Como en toda biografía novelada, tuvo que fabular...
-Tuve que imaginar cómo era su proceso de creación. Cómo miraba ella, qué eran para ellas determinados objetos y personajes. Entonces sí, ahí era necesario un espacio de fabulación.
- En el plano político, ¿la República es su vínculo firme?
- Sí, es indiscutible su adhesión a la República, incluso con su colaboración y participación en algunas empresas y proyectos, caso de las Misiones Pedagógicas. Era una mujer muy de izquierdas. Lo que destaca es tanto su republicanismo como su anticlericalismo.
-¿Considera que el surrealismo ha sido injusto con ella?
-Fue admitida por André Breton, por Max Ernst, es decir, estaba en el núcleo del surrealismo, pero es que ella nunca se encasilló y siguió haciendo otras cosas. Después, Maruja entró en la Escuela de Vallecas, con planteamientos plásticos muy distintos. Pero ella mantuvo su crítica social coincidiendo además en el tiempo con los cambios políticos y sociales de la España de los años 30. El olvido del surrealismo se ha ido reparando.
-Su libro preludia cada episodio con citas de creadores del 27. ¿Esa generación sería igual sin Maruja Mallo?
-Sin duda, no sería igual y ahí está su colaboración con muchos poetas, especialmente con Rafael Alberti, pero también con Lorca, con Concha Méndez, Rosa Chacel, María Zambrano. Precisamente fue a raíz de mi tesis doctoral sobre R Chacel donde yo encuentro a Mallo.
-¿Conocemos episodios de la artista que nunca sucedieron?
-Todo ese tipo de cosas no me interesaron mucho ni me apeteció entrar en ellas. Algunas me parecieron incluso de mal gusto y no quise entrar en ello.
-¿Qué le ha interesado más: la Maruja Mallo mujer, o la artista?
-La artista. Porque verdaderamente es la que permanece y no es susceptible de tergiversaciones y de manipulaciones, de comentarios bromistas y chistes. Hay que tener en cuenta que ella misma se construyó un personaje, una máscara, incluso facial, con su maquillaje y su peinado. Y su manera de hablar. Muy teatral en sus discursos, con énfasis en la dicción, un vocabulario selectivo donde elegía el menos manido a la hora de dudar entre dos términos, siempre con una especie de puesta en escena muy particular. Tras ello, asoma su reivindicación del lugar de la mujer desde la seriedad y el rigor.
-Luego, cabe hablar de algunos paralelismos con Dalí...
-Sí, sí, aunque quizás no tan extremo. Pero sí existió una cierta filiación, un parentesco a la hora de actuar en público, frente a los demás.
-A la Mallo escritora, ¿se le ha dado la importancia que tiene?
-No, no. Además esos textos que se recogieron en la edición de Losada, prologados por Ramón Gómez de la Serna, aquí nunca se rescataron. Tampoco los de la Guerra Civil.
-Si ahora viviera, ¿actuaría de la misma manera en esta sociedad?
-Pues a lo mejor, mucho más radical. Acentuaría más algunas inclinaciones y tendencias porque las circunstancias lo propician.
-Con su libro y con la doble exposición del Centro Botín/Reina Sofía, ¿puede haber una restitución definitiva de Mallo?
-La exposición creo que es indiscutible porque además está organizada por espacios notorios, que ya avalan la importancia del proyecto. Esperemos que sí.
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