Jaime Martín
El santanderino regresa hoy domingo al FIS, que dirigió durante once años, al frente de la Sinfónica de Melbourne y con el programa «que me hizo querer ser músico»
De la flauta al podio, de Europa a Oceanía y América. La carrera de Jaime Martín (Santander, 1965) se ha consolidado como la de uno ... de los directores de orquesta españoles más reconocidos en el panorama internacional. Hoy domingo vuelve a su tierra para reencontrarse con el Festival Internacional de Santander, al frente de la Sinfónica de Melbourne y con la pianista Khatia Buniatishvili como solista. Un concierto que tendrá lugar en la Sala Argenta, a las 20.00 horas, que es muy especial para él y que le permite volver a un Festival que dirigió durante once años y que le ha permitido conocer mucho mejor al público.
-Regresa al FIS como director titular con la Sinfónica de Melbourne y Khatia Buniatishvili como solista. ¿Cómo ha imaginado el programa de este concierto?
-Es muy especial. Sobre todo la segunda parte porque vamos a tocar 'Los cuadros de una exposición' de Músorgski, que fue el primer programa que yo escuché a los 8 años en este mismo Festival y la razón por la que soy músico. Mi padre me llevó a un concierto en La Porticada. Era de la Orquesta de la Radio Televisión Española, dirigida por Odón Alonso, y el programa era la Quinta Sinfonía de Chaikovski y' Los cuadros de una exposición'. En aquel momento, la música no era algo que me interesara. Para mí el planazo era estar en la calle a las once de la noche (ríe). Pero cuando acabó aquel concierto, con lágrimas en los ojos de la emoción, le dije a mi padre que quería aprender a tocar algún instrumento. Ese concierto me hizo querer ser músico.
-Esa pieza será en la segunda parte, ¿qué van a interpretar en la primera?
-Empezaremos con una obra de una compositora de Melbourne, Margaret Sutherland que vivió entre 1897 y 1984 y también tocaremos el Concierto de Piano de Chaikovski con Katia Brinatis Billy. O sea que va a ser una fiesta.
-Katia Buniatishvili es una artista carismática dentro y fuera del escenario. ¿Cómo es trabajar con ella desde el podio?
-Es estupenda. Trabajé con ella en Bremen hace años haciendo el concierto de piano de Schumann. Siempre está feliz de estar cerca de un piano.
-Ha desarrollado una carrera internacional extraordinaria, al frente de orquestas en Melbourne, Los Ángeles, Gales... ¿Cómo se gestiona una vida musical que le obliga a estar en tres continentes a la vez?
-Soy titular en Melbourne y en la Orquesta de Cámara de Los Ángeles lo que me permite explorar la música sinfónica con una y la de cámara con la otra y para mí es muy enriquecedor. De la BBC de Gales soy el principal director invitado, con lo que estoy con ellos solamente algunas semanas al año y el resto del tiempo lo paso viajando. Me paso todo el tiempo viajando y con mucho trabajo, pero también con muchas alegrías. Este año voy a dirigir en América, Budapest... También iré a Madrid con la Orquesta de Radio Televisión Española y debutaré con la Orquesta de la Radio de Berlín. Pero tengo que decir sobre la Sinfónica de Melbourne que es una orquesta estupenda, con músicos estupendos que me hacen sentirme libre.
- ¿Qué lugar ocupan España y Santander en ese mapa tan global en el que se mueve?
-En España intento hacer al menos tres conciertos cada temporada. Este año con la Orquesta de Radio Televisión y también haré una gira por el País Vasco con la Orquesta de Euskadi y luego, claro, intento incluir a Santander como con este concierto. En los últimos meses he estado tres o cuatro veces allí para visitar a mi familia y para disfrutar de la ciudad además me he dado unos paseos preciosos por los Picos de Europa que son increíbles. ¡Menuda tierra que tenemos!
-Antes de ser director fue un flautista reconocido, miembro de algunas de las mejores orquestas del mundo. ¿En qué medida esa experiencia le ayuda hoy a comunicarse con los músicos desde el podio?
-Veo la dirección de orquesta como la de un entrenador de fútbol. Para mí el buen entrenador es el que ha formado parte de un equipo y conoce los problemas del banquillo. Lo mismo pasa con una orquesta y haber formado parte de una te da un conocimiento de los problemas y las satisfacciones. Habiendo sido miembro de la orquesta he vivido de cerca las inquietudes y conozco lo que los músicos pueden aportar a al grupo. Mi trabajo ahora es enfocar toda su energía y conocer cómo funcionan desde dentro me ha ayudado mucho.
- ¿Cuál diría que es hoy la responsabilidad de un director: mantener la tradición, abrir caminos nuevos, atraer nuevos oyentes... o todo a la vez?
-El trabajo del director es intentar conseguir lo mejor de los músicos, pero también decidir el contenido de la programación y en ese sentido la combinación entre mantener a nuestro público fiel de toda la vida y a la vez de atraer a a nuevos públicos es esencial. Pero lo importante es intentar que la distancia entre el escenario y el público sea lo más corta posible. Para lograrlo tengo que conseguir que la energía de los músicos se transmita al público. Es nuestro reto.
-En el momento en que la música clásica convive con nuevos públicos, nuevas plataformas, cambios en los hábitos culturales... ¿Cómo ve el futuro de la música sinfónica?
-Me parece muy bien que hayas apuntado lo de sinfónica al final porque lo que las orquestas hacemos no es música clásica. A mí me gusta llamarlo música orquestal. En la programación de la de Melbourne hacemos, por supuesto, música clásica, pero también de películas, de videojuegos y hasta pop en versión sinfónica. Dudo mucho de que haya alguien que no conozca a Beethoven pero tengo la certeza absoluta de que no existe nadie que no haya escuchado nunca una orquesta en la televisión o viendo 'La guerra de las galaxias' porque la música sinfónica está en nuestras vidas.
-Se enamoró de la música en el FIS, ha venido como músico, pero también fue su director junto con Valentina Granados. ¿Qué significa volver desde otra posición?
-Haber sido director del FIS me ha hecho acercarme a la música desde una perspectiva distinta a la que he tenido toda la vida y me ha venido muy bien en mi trabajo como director de orquesta. Siendo músico, bien de orquesta o como director, pensaba más en lo que hacemos nosotros en el escenario pero mis años como director del FIS me han acercado a qué es lo que el público quiere. Como programador de un festival piensas en qué hacer para que el público esté feliz y eso me ha dado once años de aprendizaje y de muchas satisfacciones.
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