«La buena literatura siempre sirve para la vida, un viaje que hay que disfrutar»
El escritor Emilio Del Río convierte el Ateneo de Santander en una fiesta en la presentación de su último libro, 'Carpe Diem. Autoayúdate con los clásicos'
«Sabéis latín», dijo Emilio del Río a los asistentes a su conferencia este martes en el Ateneo de Santander.
A su espalda, proyectado en ... una gran pantalla, el busto de Heráclito y su cita, 'Lo único constante es el cambio'. Y lo que no cambia es la respuesta del público a las ponencias del filólogo, escritor y divulgador. Divulgador no es una palabra menor en su caso. Casi showman, con la meta de hacer de los clásicos un elemento del día a día del mundo contemporáneo. Del Río rompió el protocolo habitual de las presentaciones en el Aula de Cultura, sin mesa por medio y ataviado en camiseta –con el logo de su reciente volumen– y vaqueros, fue disertando sobre Séneca o Aristóteles en la presentación de su último libro, 'Carpe Diem. Autoayudate con los clásicos' (Espasa, 2025).
En Delfos, una de las cunas de la civilización, destino de peregrinación en el mundo clásico, está escrito «In virtus medio», una máxima que el madrileño ha convertido en propia y sobre la que parece tener como meta concienciar a quienes le escuchan, que son muchos. Reivindica hacerlo todo en su justa medida; «hasta en el Museo del Prado, donde después de tres horas, no distingues 'Las meninas' de un cartel de emergencia y en mi caso, el cartel que prefiero es el de salida».
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También mencionó «Nada en demasía», «El hombre la medida de todas las cosas», «Hablar mal de los ausentes es mal dulce que la miel de Atenas», por eso el ponente reconoció que intenta «irse el último de cualquier cena», para diversión de sus fieles presentes que rompieron en carcajadas en más de una ocasión.
Fue salpimentando su charla con citas de su propio libro, con un notable entusiasmo por cada una de las reflexiones. «Diógenes era el perro flauta de la época», ejemplificó, relatando su encuentro con Alejandro Magno, al que le pidió que se apartara del sol porque le hacía sombra. «Tu felicidad no puede depender de tener el último modelo o el tamaño de pantalla de la tele; no hay que tener ansias de las cosas y en esto coinciden con los clásicos José Mota», al que mencionó antes de proyectar un sketch del cómico televisivo. «Todas las mañanas me desansio un poco», bromeó, invitando a toda la sala a hacer lo propio, manos en la frente y repetición de «¡Ansia, ansia». Así ocurrió, al unísono.
Vivir intensamente
Carpe Diem, expresión que se hizo popular, entre otras cosas, a partir de la película 'El club de los poetas muertos', «se suele traducir como vive el momento, pero significa vive intensamente», especificó. «La mayor parte de las veces nos preocupamos por cosas que nunca han sucedido ni sucederán, pero las tenemos ahí», señaló Del Río. '
Los objetivos vitales deben ser alcanzables «para no ser muy desdichado», pues «Ningún viento es favorable para aquel que no sabe a donde va», como decía Séneca. Es necesario saber adaptarse «cuando la realidad te cambie los planes». Por otra parte «solo por desear las cosas no van a ocurrir y son necesarios hábitos de trabajo». Y a esto nos enseñan también sus adorados clásicos. Sobre la pantalla, Plinio el viejo «Nulla dies sine línea», ni un día sin una linea –o como tradujo uno de sus alumnos universitarios: ni un día sin estar online–. Y de nuevo, José Mota en la pantalla y las risas de la concurrencia. Así, poco a poco, con constancia, ha ido trabajando cada día en su apretada agenda «y llevo cinco libros», dijo antes de reivindicar la investigación como base de la posterior divulgación.
«La buena literatura siempre sirve para la vida, un viaje que hay que disfrutar», afirmó refiriéndose a Homero y su 'Odisea'. Una vida plagada de tentaciones, donde es necesaria la capacidad de perdón, porque «errar es humano y perdonar es divino».
Y como colofón, acostumbrado a su vis más radiofónica, hubo espacio también para la música y los coros con la canción 'Madre tierra' de Chayanne. El Ateneo, todos a una desde el patio de butacas cantando aquello de «Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba». O hacia el pasado, en este caso, porque todo, según Emilio Del Río, está en los clásicos.
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