Todo arriba, nada abajo
Embajadores Santander, Cinesa, Yelmo y Ocine. ·
Un caleidoscopio somero y aparente de un cristal impoluto de limpieza y orden por el que Simon Curtis deja deslizarse lo entrañable caducadosigue siendo elegante, faltaría más, pero resulta acomodaticia, busca la misma zona de confort, a veces falsa e hipócrita, que sus personajes. Y se aferra ... a ese asidero que nunca es capaz de arañar la superficie. No hay riesgo y todo se postula como un rizo o bucle de nostalgia enredado con la despedida que vende la trama y la propia trilogía cinematográfica. Ausente de desgarro e intensidad es un álbum para adictos a la franquicia. Siguiendo el paralelismo simbólico de la excelente 'Arriba y abajo', aquí todo transcurre muy alto, en el brillibrilli de los aristócratas británicos que okupan decenas de estancias mientras hablan de sus cosas. No queda margen para hurgar en los armarios ni caben destellos ni conmociones. Todo tiene algo de pasarela, de desfile, de apariencias y buenas intenciones, pero sin hondura.
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Año 2025
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País Reino Unido
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Dirección Simon Curtis
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Guion Julian Fellowes
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Reparto Hugh Bonneville, Michelle Dockery, Jim Carter, Elizabeth McGovern.
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Género Aventuras/Western
Un cine formal sobre gente que cuida las formas. Julian Fellowes, quien escribió el guion de 'Gosford Park', una de las obras magistrales de Robert Altman, paradójicamente, se pone al servicio de una marca, la de completar la saga en pantalla con buen gusto pero sin entraña alguna, en guiones que no parecen escritos por la misma persona. Mucha clase alta pero ni rastro de la disección irónica y cínica y la operación quirúrgica sobre el clasismo y el sistema jerarquizado, maquillado eso sí, pero al cabo de propietarios y siervos.
El filme, que nunca parece creerse a sí mismo, es un caudal de retazos que acoge su mirada atrás, no tanto a la serie original, para bucear sin perder pie en sus dos títulos precedentes. Conservadora en lo visual y en lo narrativo, es un mosaico de lujos y apariencias y salvo en el arranque apenas visibiliza de verdad un tiempo de cambio y nunca pone en entredicho las costumbres rancias de sus criaturas. Ya no está Maggie Smith, aunque a falta de otros aditamentos, el reparto sigue siendo la pieza angular de un cine que regurgita sus propios espacios y habitantes, es decir, su estilo es una pescadilla que se muerde la cola. Ahondar en las vidas de los trabajadores no es lo suyo. 'Downton Abbey' es el caleidoscopio somero y aparente de un cristal impoluto de limpieza y orden por el que Simon Curtis, cineasta de 'Mi semana con Marilyn', deja resbalar y deslizarse lo entrañable caducado y sin rastro. Ya saben, el té a las cinco.
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