Bocata de soldado
Cinesa y Ocine ·
Las variantes de escualo empiezan a agotarse en pantalla. Nos queda lo mejor, volver a las playas de Amity Island. '¡Pezqueñines. No, gracias!Entre pan y pan, más ración de escualo. Se atisba al final de la semana la llegada a las salas del regreso de 'Tiburón'. El ... único. Ese territorio de suspense, aparición del horror en un escenario luminoso, hábitat en la desesperación, apelación a los instintos primarios... Ese, el 'Tiburón' de Spielberg en su 50 aniversario. Mientras, la cartelera se zampa un doble arrebato australiano que busca un resquicio entre el tópico, la serie B, la metáfora sobre la bestia humana, el bandazo de humor en lo dantesco y un elogio de la economía de medios. En apenas dos semanas, primero fue 'Dangerous Animals'; juguetona, con más carne en el asador de tierra que pescado fresco marino en busca de víctima. Su intento loable de señalar el mal en lo secano a través de un psicópata se queda a medias. Y ahora, 'Tiburón blanco: La bestia del mar', dirigida por Kiah Roache-Turner, con menos pretensiones pero con un bocado cinematográfico más contundente pese a sus limitaciones de medios.
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País Australia
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Año 2025
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Dirección y guion Kiah Roache-Turner
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Fotografía Mark Wareham
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Reparto Mark Coles Smith, Joel Nankervis, Tristan McKinnon, Sam Parsonson
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Género Terror
Su título original, 'Beast of war' es más ajustado. Sin aderezos ni adornos. Inspirada al parecer en hechos reales acontecidos en en el mar de Timor hacia 1942, en plena II Guerra Mundial, su interés reside en situar en el epicentro de la trama en el antagonismo: los soldados, bestias al cabo, inmersos en el horror de la guerra frente a la bestia del mar. Hay algo de nueva vuelta de tuerca, por supuesto, forzada y con muchas hipérboles, pero se entona gracias a esa mezcla de tensión y asfixia y a su forma de administrar la presencia del animal.
El cambio de punto de vista de enemigo, los límites de la amenaza, el corazón de las tinieblas, el toque de humor inesperado y lo afilado de su metraje, sin excesos y todo como una dosis bien combinada de thriller, peripecia bélica y gore. Si en 'Dangerous Animals', al tiburón se le regalaba el cebo humano, aquí debe ganárselo. Reparto desconocido pero nuevo paso en la trayectoria coherente de Kiah Roache-Turner, cineasta de 'Sting. Araña asesina', con incursiones entre géneros y obras que huelen a serie B, bien maquilladas. Desde su paso por el subgénero zombi a 'Nekrotronic'. El director logra sacar partido al espacio físico, con planos muy cerrados, una fotografía muy sugerente y un constante pulso a la idea de la supervivencia desde lo cansino y el hartazgo. Las variantes de tiburón y escualo empiezan a agotarse en pantalla. Nos queda lo mejor, volver a las playas de Amity Island para enfrentarnos al alcalde y al escualo. '¡Pezqueñines. No, Gracias!'.
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