Brindas, riendas, raíces
Embajadores. Santander. ·
Una inédita mirada a la Mongolia urbana, un debut sensible y un ejercicio de equilibrista se aúnan en este ejemplo de neorrealismo y retrato de superaciónEn una escena familiar de las muchas que configuran este mosaico casi neorrealista, el protagonista pasa en breves segundos del agradecimiento al conflicto visceral debido ... a un objeto simbólico que se transmite de padres a hijos. 'Si yo pudiera hibernar', filme a cuyo título se ha añadido una innecesaria prótesis, (Hasta que todo pase), se asienta en un constante pulso entre la tradición y la supuesta modernidad, entre lo rural y lo urbano, todo ello vertebrado a través de la persistencia vivencial y existencial del joven personaje.

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Año 2023
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País Mongolia
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Dirección y guion Zoljargal Purevdash
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Reparto Battsooj Uurtsaikh, Tuguldur Batsaikhan, Nominjiguur Tsend
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Género Drama
Aunque no puede hablarse de originalidad, este sólido drama familiar y social, de iniciación y superación, posee un factor que suma algo más que curiosidad: el filme es una mirada a la Mongolia urbana, una filmografía casi inédita por estos lares, a una propuesta en la que tras los elementos propios de la globalización subyace casi una radiografía etnográfica. La cámara, muchas veces distante, busca con delicadeza subrayar los contrastes sociales, la colisión campo y ciudad, las transformaciones en ocasiones silenciosas de una forma de vida, sin que ello implique progreso.
Al margen de ser la primera producción de su país en participar en Cannes y de aspirar al Oscar, su directora Zoljargal Purevdash no deja ningún espacio sin explorar en su caleidoscopio, autobiográfico en buena medida. Lo mejor es que elude recrearse en el desgarro y la miseria y 'Si yo pudiera hibernar' discurre en un tono no tanto esperanzador como propio de un ejercicio funámbulo entre el drama obvio de lo cotidiano y el perfil de lo joven y, como tal, cambiante. Además, en ningún momento la cinta abandona lo secular, los detalles y manifestaciones de ritos y así se alterna una simple inyección para aplacar la fiebre con el uso de las bridas de un caballo, o mordiendo el dedo gordo del pie de un hombre, para curar el sarpullido en la boca de un niño. El conocimiento que tiene la cineasta de lo que cuenta en esta ópera prima es claro. No tanto cuando parece anteponer a veces una cierta mirada universal que empaña o distorsiona la empatía y cercanía que se revela tras ese aprendizaje de supervivencia, y opta por adherirse más a lo previsible. No obstante, prima la sensibilidad, la puesta en escena equilibrista con los espacios y los rostros, su pausa entre la ligereza y lo trascendente. Elegante y humanista, desprende sentido de la autenticidad sin exprimir lo sombrío ni caer en un sentido simplista de lo amable.
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