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Cantabria, «la noble, altiva y bella montaña tiene un pasado de grandezas que incluye el talento femenino que cristaliza en el talento de Concha Espina, María Blanchard, Matilde de la Torre y Consuelo Berges». Con estas palabras abrió Pedro Crespo de Lara la conferencia que el Ateneo acogió ayer tarde, centrada en la figura de la última de las cuatro intelectuales. Una charla que puso el broche a un ciclo de cuatro años iniciado por el historiador, por el han pasado como protagonistas las cuatro mujeres mencionadas, «que no caben en su lugar origen; se las hemos dado al mundo». La iniciativa cuenta con el respaldo de la Asociación Cultural Plaza Porticada.
Junto a Crespo de Lara, glosaron el papel clave de Berges el exsenador, escritor y poeta, Jesús Cabezón que recordó cómo Berges se formó en la biblioteca de su familia. Una mente brillante que nunca fue a la escuela ni a misa hasta que con 15 años se instaló con su madre en Santander. Se formaría en Magisterio bajo los auspicios de la Escuela Libre de Enseñanza, antes de pasar a dar clases en Cabezón de la Sal. Sería en ese municipio donde la historia quiso que las cuatro protagonistas del ciclo coincidiesen en el tiempo. Allí nace y desarrolla su vida De la Torre, que abrió la academia donde va a colaborar Berges. Allí está Concha Espina, casada con un cabezonense que muere en el año 36 y la pintora María Blanchard, que convive con ellas. De Cabezón salen al mundo en busca de su peregrino destino. El alcalde del municipio asistió a la sesión y cogió el guante de Crespo de Lara, invitando a editar un volumen en torno a la historia de las cuatro destacadas figuras.
«Hay que verlas -señaló el académico- en su conjunto, teniendo en común un talento extraordinario, bravura de carácter, vidas llenas de dificultades que vencen y mandan en lo suyo».
Berges se rodeó de grandes amigos. Serían ellos, precisamente, los que la salvan de ir a la cárcel «como le hubiera gustado a muchas personas entonces», indicó Cabezón. La cántabra, añadió, vivió la guerra, exilios, «también el interior», fue maestra en una época en la que tuvo el atrevimiento de entender la educación como una herramienta para la libertad y «nunca le asustó el precio que tuvo que pagar por mantener sus ideas firmes». Dio siempre su opinión sobre los temas que consideraba básicos. La injusticia social, la hipocresía, la importancia de la educación primaria, los derechos de la mujer o una incipiente ecología eran temas de los que escribía habitualmente.
La profesora de Filosofía de la Universidad de Cantabria, Raquel Gutiérrez Sebastián reconoció que Berges, «un pozo sin fondo», le ha dado «las satisfacciones que ella no pudo tener en vida». A través de Benito Madariaga y José Ramón Saiz Viadero, la docente comenzó a conocer la historia de Berges, que «abrió muchos debates que aún no están cerrados».
Se centró en su exposición en su vida periodística que tuvo tres etapas: sus inicios en la prensa regional, su estancia en América y su regreso a España. En el periódico cántabro La Región, recién terminados sus estudios, publicaría sus primeros artículos. Es una periodista «cívica y buena ciudadana» que estaba obsesionada en aquellos momentos iniciales por Tolstoi y que, en Santander fue crítica con una sociedad burguesa e «hipócrita».
Su toma de postura es muy clara en cuanto a la educación de las mujeres, sus derechos o el voto, materia en la que fue pionera, hablando de ello una década antes de que el debate se abriera en la sociedad. «Largos años de luchas ridiculizados por los varones», escribiría Berges, que «no se callaba ninguna idea», incidió Gutiérrez Sebastián, y destacaría el papel de la prensa para alimentar el conocimiento femenino. Rebatió ya entonces la existencia de dos feminismos dentro de su papel fundamental como pedagoga. La revisión de estas posturas se ilustró durante la sesión con la lectura de declaraciones de la pensadora, plasmadas en sus sucesivas publicaciones.
Así, por ejemplo, en la recta final de la ponencia se habló de fútbol, un tema, a priori sorprendente, abordado por Berges, que se manifestó contraria a su expansión a todas las clases sociales, puso de relieve el tema de la violencia «de gran actualidad» y criticó su papel de pan y circo como en la antigua Roma.
Su gran curiosidad intelectual es solo uno de los grandes aspectos que pueden abordarse. «Nos falta, y espero que el testigo lo cojan jóvenes, todos los artículos que escribió en Argentina y muchos de los artículos que fue publicando en periódicos españoles. Es un personaje al que debemos dedicarle aún muchos estudios», insistió la profesora. «Casi siempre se habla de ella como activista feminista y periodista, pero también fue una gran escritora, con una voz que merece ser rescatada del olvido», concluyó.
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