Desvelan la huella de Jesús Otero en el Palacio de Justicia
Las escenas del escultor en el edificio de la calle Alta, de 1960, reivindicadas en un libro de Javier Gómez-Acebo y Jesús Ortiz
Una obra ubicada en un edificio público, a la vista de todos, de un artista histórico. Y, sin embargo, desconocida, ignorada, casi invisible. Y lo ... que aún resulta más extraño, sin apenas referencias en el tiempo. La creación conforma un conjunto de bajorrelieves en el Palacio de Justicia de Santander y el creador es Jesús Otero.
Para paliar este déficit, corregir el vacío y, por supuesto, volver a reclamar el valor justo y la dimensión verdadera de la figura y el legado del artista de Santillana del Mar, una publicación plasma y recorre esa creación ubicada en la calle Alta. Javier Gómez Acebo y Jesús Ortiz son los artífices de esta compilación y reivindicación de una parte desconocida de la obra de Jesús Otero. La publicación, que pone el foco en los bajorrelieves del escultor permite acercar una parte de la obra prácticamente ignorada por estudios e investigaciones hasta la fecha, pese a su valor artístico y simbólico.
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Los bajorrelieves de Jesús Otero Javier Gómez-Acebo / Jesús Ortiz, imágenes; Prólogo de Luis Salcines; Epílogo de Román San Emeterio.
Son 18 las imágenes encastradas en la fachada de entrada del edificio que tratan sobre la justicia, enfocadas desde la mitología clásica tanto griega como hebrea, además de las alusiones a la literatura -hay tres escenas del Quijote- como a la sociedad contemporánea.El escritor y editor Luis Salcines, gran conocedor de la obra de Otero, había incluido referencias a esta huella del artista de Santillana del Mar y ahora es el autor del prólogo de esta radiografia que ve la luz con la colaboración del Coacan. El Colegio de Arquitectos de Cantabria ha elaborado una ficha urbanística del edificio y su autor, Vicente Benlloch La Roda, más un epílogo del decano Román San Emeterio.
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La presentación tendrá lugar mañana jueves en el Centro de Arquitectura Ricardo Lorenzo, en Los Aguayos, a las 19.30 horas.
La paradoja, como señala Salcines, es que Otero es uno de los artistas de Cantabria con más obras en los espacios públicos. Algunas de sus esculturas se han convertido en referencias en el paisaje en el que se encuentran tanto en Santander como en el resto de la región. El Oso y el Rebeco de San Glorio, el Monumento al Ebro de Fontibre, el Salmón de La Hermida, el Monumento al Beato de Liébana en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana y el Toro de Torrelavega son ejemplos de obras en la provincia. En la capital, el busto de José Luis Hidalgo en el Sardinero, al pie del mar, es otro ejemplo.
Ahora Gómez-Acebo y Ortiz Pérez del Molino la rescatan de un cierto olvido y llevan a cabo un exhaustivo análisis de su contenido. La investigación empezó empujada por la pregunta: «¿Por qué nadie ha hablado de los bajorrelieves de Otero?».
«Y ha acabado con un fracaso literal, porque no podemos responderla; pero también con un triunfo paradójico: nadie podrá hacerla nunca más», subrayan sus autores. Las estampas recreadas por Otero, que abarcan de Hermes a Sansón, de 'La paz y la guerra' a 'La expulsión del Edén', son reflejos coherentes de la trayectoria del artista en la que combinó las esculturas de bulto redondo con los relieves. En estos se mostraba siempre más simbolista.
En el trabajo de ambos autores, destaca Salcines, se pone de manifiesto la importancia que Otero concedía a los bocetos y cómo sobre ellos escribía ideas que le surgían en el proceso de realización, tanto técnicas como de pensamiento, o frases que sintetizaban la intención de lo que quería expresar: «La justicia realiza las conquistas morales», o «preferible es dejar impune el delito que castigar al inocente». Leía mucho, le gustaba la poesía, y se puede comprobar, por las citas anotadas, que era muy exigente en sus lecturas. Valga como ejemplo la cita de Montesquieu: «Una injusticia a uno sólo es una amenaza a todos».
El origen del trabajo de alguna manera surge de la propia extrañeza del abogado y escritor santanderino Gómez Acebo al no hallar a lo largo de los años ninguna explicación sobre el significado de las creaciones de Otero. «Tampoco encontraba personas entre quienes compartir mi inquietud y tenía interés en descifrar algunas de las escenas pues, además de por su singular belleza, me resultaban sumamente interesantes».
Junto al editor Jesús Ortiz surgió la iniciativa de abordar esta publicación explicativa, previo estudio detenido de cada uno de los bajorrelieves, con el asesoramiento de Enrique Campuzano, director del Museo de Santillana y del propio Salcines. Tampoco existían huellas sobre las características del propio edificio, exento de referencias tanto en el Ayuntamiento como en el Ministerio de Justicia. El Colegio de Arquitectos se sumó al proyecto encontrándose con las mismas dificultades e incorporando finalmente la citada ficha urbanística.
A pesar de sus largos años de servicio, el edificio que hoy alberga el Juzgado de Menores Único y el Juzgado de lo Social de Santander «es un grandísimo invisible en el que pocos reparan, y los pormenores de su autoría y construcción son en general ajenos y difíciles (hasta hoy) de encontrar».
Que en su entrada noble el escultor Jesús Otero dejara su impronta en forma de paneles alegóricos esculpidos, «que son el objeto principal de este libro, tampoco lo ha hecho merecedor de prestigio o atención singular alguna, a pesar del interés y calidad de las piezas».
De las escenas de la fachada del edificio judicial de la calle Alta, inaugurado en 1961, los autores no encontraron referencias. Y ni siquiera en el Museo de Santillana, en un panel en el que se recogen la mayoría de las efemérides de la vida del artista, se alude a ellas, «pese a que en el propio Museo aparecen algunos de los bocetos, incluso uno de gran tamaño en escayola. Hay referencia a ellas y hasta aparecen reproducidas en un libro deSalcines, pero no explicación pormenorizada ni de conjunto. La información inédita que aportan Gómez Acebo y Ortiz tiene sus raíces en la familia del escultor, Mariluz Otero, su sobrina, y Geli Ruiz, su sobrina nieta; más Belén Gómez-Acebo, Karen Mazarrasa y los ya citados, junto con el apoyo del Grupo Alceda.
Los bajorrelieves, de forma cuadrada de 105 por 105 cm, están encastrados en tres entrantes de la fachada principal. No hay ningún cartel, leyenda o cualquier otro signo identificativo ni del autor ni de los significados. Lo que ha contribuido a su desconocimiento. La obra se compone de dieciocho unidades, instaladas de tres en tres en seis rebajes, siendo la Justicia la cuestión tratada en todas ellas. El contenido de los relieves es en unos casos absolutamente claro, plenamente identificable. «En otros es más simbólico, con mayor dificultad de interpretación, de acertar en el significado exacto que el autor quiso plasmar».
Los autores proporcionan referencias de algunos antecedentes literarios y mitológicos de parte de los relieves y las que dejó el propio autor. Los simbólicos en particular dejan margen para la interpretación.» Curiosamente, no hay ninguna referencia al Nuevo Testamento, tan representado en otras obras artísticas del escultor, como tampoco a los símbolos habituales del franquismo, dominantes y hegemónicos en aquellos años.
Otero, magnífico retratista en la piedra, destaca Salcines, dejó en los bajorrelieves numerosos rostros reconocibles, fundamentalmente el suyo, «repetido como hombre, juez o señor en las escenas más directas de la justicia». Pero también es posible identificar a numerosos miembros de su entorno: a su hermana Magdalena, a su sobrina y albacea artística M.ª Luz, a su gran amigo Jesús Cancio, poeta del mar, a Balbina, un amor en su vida... En el relieve 16 un conjunto de figuras de distintas razas se une bajo el abrazo protector de una mujer: hay quien ve en ella a Dolores Ibárruri, musa de gente como Otero. Ibárruri era una conocidísima dirigente del Partido Comunista: «De ser correcta nuestra interpretación, su inclusión aquí sería una traviesa peineta del escultor a sus patrones».
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