Embajadores Santander reivindicará este verano el cine del director Mitchell Leisen

Aunque su cine sea poco atendido en los últimos años, a excepción de los lejanos ciclos en el Festival de San Sebastián o su exitosa retrospectiva en TVE, Mitchell Leisen (1898–1972) fue sin duda uno de los grandes nombres del cine clásico de Hollywood. A veces parece como si su nombre hubiera quedado, injustamente, en un segundo plano frente al de directores-guionistas como Billy Wilder o Preston Sturges, quienes colaboraron con él en varias de sus películas más destacadas. Sin embargo, subrayan los organizadores, «detrás de la cámara Leisen fue un cineasta exquisito, elegante y profundamente sensible, responsable de una carrera variada y sorprendente».

Antes, trabajó como diseñador de vestuario y decorados, y es fácil percibir esa formación en cada uno de sus planos: «Un sentido del detalle visual que embellece sin recargar unas películas caracterizadas por atmósferas sutiles e íntimas. Una labor creativa que ejerció para películas de Cecil B. DeMille, Raoul Walsh, Allan Dwan o Ernst Lubitsch, siendo nominado al Oscar por su dirección artística gracias a su trabajo en el filme de DeMille, 'Dinamita'. Su debut no llegaría hasta 1933 con Canción de cuna', drama protagonizado por Dorothea Wieck y Evelyn Venable. Adaptación de la conocida pieza española cuya autoría se atribuyó al empresario teatral Gregorio Martínez Sierra pero que en realidad escribió su esposa María Lejárraga.

A partir de ese momento, el nombre de Leisen se empezó a relacionar con los grandes melodramas, las comedias románticas y las comedias screwball. Una de sus obras más reconocidas fue la adaptación de la obra de Alberto Casella 'La muerte de vacaciones' (1934) con Fredric March y Evelyn Venable. Su cine se mueve entre la comedia sofisticada (algunas de las mejores de los 30 y 40) y un melodrama con un enorme componente emocional, caracterizado también por una mirada empática hacia los personajes –especialmente los femenino– y una atención detallista a los gestos, los silencios, las texturas (fue también uno de los mejores directores de actores de su época).

Dirigió títulos fundamentales en los que destaca «un equilibrio muy poco frecuente entre el brillo del entretenimiento clásico y la hondura de los sentimientos humanos». Los organizadores, como ha sido su costumbre, a lo largo de los últimos años, pretenden «recuperar en las mejores copias disponibles el legado del cineasta y reivindicar su cine no solo como un eslabón entre guionistas célebres y el sistema de estudios, sino como la obra de un auténtico estilista, un poeta discreto y un maestro a descubrir, una vez más, de la comedia y el melodrama».