Un estudio replantea la transformación del cinematógrafo a partir del papel del público
Juan Carlos De la Madrid y Christian Franco presentan hoy en Gil su libro que rastrea la evolución del cine español entre 1896 y 1931
La librería Gil acoge este tarde, a las 19.00 horas, la presentación del libro 'Historia del cine en España (El nacimiento de una industria ... cultural, 1896-1931)', publicado por Ediciones Shangrila y firmado por Juan Carlos De la Madrid y Christian Franco, actual director de la Filmoteca de Cantabria Mario Camus. El acto, presentado por el investigador y profesor Antonio Santos, ofrece la oportunidad de asomarse a una obra que propone una mirada inédita sobre los primeros treinta años del cinematógrafo en este país. Una propuesta que, como resume De la Madrid, «no es una historia del cine español, sino una historia del cine en España», una precisión que marca desde el inicio el rumbo y la ambición de esta obra.
El volumen plantea un giro de perspectiva fundamental: contar el desarrollo del cine no desde la producción, ni desde las películas ni sus autores, sino desde quienes las vieron. «Nosotros contamos la historia desde el punto de vista de los espectadores. Es una historia social y sociocultural», explica el investigador asturiano. Ese cambio permite situar el cinematógrafo dentro del proceso de modernización que vive España entre 1896 y 1931 y entender cómo pasa de ser un espectáculo itinerante a integrarse en formas escénicas más complejas hasta convertirse, ya en la década de los veinte, en un medio de masas plenamente articulado. «Lo que contamos en el libro es el retrato de esos años decisivos, la historia contemporánea vista desde el cine», resume.
Para alcanzar esa visión de conjunto, el trabajo de ambos autores se ha prolongado durante décadas. «Más que la investigación, la redacción ha sido cosa de los últimos tres años. Pero en mi caso esto viene de 25 o 30 años», reconoce De la Madrid, cuyo estudio sobre cine y varietés se remonta a su etapa de tesis. A ese fondo se suman múltiples trabajos locales y regionales que ahora cobran sentido en un análisis nacional. Franco y De la Madrid, además, comparten una trayectoria casi paralela: ambos estudiaron Historia del Arte, Historia Contemporánea y Cinematografía en las mismas universidades, y un hermano de De la Madrid dirigió la tesis de Franco. «Somos distintos y complementarios. Para mí es una especie de hermano pequeño. Tenemos intereses muy similares y caminos casi idénticos», confiesa.
Modernización del país
La editorial define el libro como: «El principio de una historia sociocultural del cine en España», construida desde el lugar del espectador y enmarcada en la modernización del país.
Con fuentes que recorren todo el territorio y organizadas en una estructura clara, la obra ofrece una panorámica plural del nacimiento de una industria cultural. No se limita a los grandes núcleos urbanos: bebe de decenas de estudios regionales que permiten reconstruir cómo el cinematógrafo arraigó en los cuatro puntos cardinales, circulando por barracones de feria, pequeños teatros de varietés y salas que comenzaron a profesionalizarse a medida que avanzaba el siglo.
Aunque se trata de un estudio académico, la editorial subraya su estilo «ágil y divulgativo», pensado para que cada lector trace su propio camino: desde la consulta técnica, atendiendo a referencias y notas, hasta una lectura fluida que acompaña el relato de los pioneros hasta la llegada del sonoro. Por sus páginas desfilan inventores, empresarios, cupletistas, perros amaestrados, transformistas, Charlot y sus imitadores; un mundo variado que convive con figuras políticas y religiosas de la época, desde Alfonso XIII hasta Miguel Primo de Rivera, en una España que observa el nuevo espectáculo entre la fascinación y el desconcierto.
Las conclusiones que plantean los autores también apuntan a un cambio en la forma de entender la historia del cine. «Hasta hace unos años se contaba al revés: se partía del final para llegar al principio», afirma De la Madrid. Mirar desde el origen revela un paisaje totalmente distinto, en el que el cine no puede comprenderse sin las varietés, los magos, los portudos o las cupletistas, y en el que las imágenes forman parte inseparable de la historia del país. Esa es, quizá, la mayor aportación de este libro: demostrar que para entender cómo se construyó la mirada contemporánea en España hay que volver a aquellos años en los que una máquina proyectaba sombras móviles ante un público que todavía no sabía que estaba asistiendo al nacimiento de una nueva cultura.
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