Una fiesta entre bastidores
Antes de salir a escena en el Palacio de Festivales, los intérpretes de 'La verbena de la Paloma', disfrutan de poder transmitir «un género que enamora»
En el escenario de la Sala Argenta, Don Hilarión, un señor mayor y algo ridículo, y Don Sebastián, su amigo boticario comentan en plena calle, ... un castizo barrio de Madrid de finales del siglo XIX, los líos de faldas del primero. Así arranca 'La verbena de la Paloma', un clásico del género chico que está considerada como una joya del repertorio lírico español y que hoy y mañana se verá en el Palacio de Festivales a las 19.30 horas. La producción del Teatro de la Zarzuela que dirige Nuria Castejón pretende llevar el jolgorio, la alegría y el ambiente lúdico a la sala de butacas que estará llena para celebrarla –solo se pueden adquirir el 10% de las entradas que por ley se ponen a la venta el mismo día de las funciones–. Pero la fiesta, en verdad comienza en los camerinos, horas antes de la representación. En la primera planta del edificio que construyó Sáenz de Oiza los momentos previos al inicio del ensayo general son un trajín de voces –todos los cantantes están calentando sus gargantas–, maquilladores, peluqueros, costureros y gente a medio vestir. Unos momentos en los que, tal y como pudo comprobar El Diario Montañés, se percibe que tal y como destacaron los miembros del elenco en la presentación del espectáculo, son todos una gran familia. En total 150 personas están encargadas de que la música de Bretón y el espíritu de la zarzuela esté más presente que nunca. De ellas, más o menos una treintena, forman parte del equipo técnico (a los que suman los del Palacio). Luego están los 32 miembros del Coro Lírico de Cantabria y los 48 de la Orquesta Sinfónica del Cantábrico (Oscan) que, desde el foso, muestran todo su oficio y los 49 intérpretes que forman parte del reparto: primeras voces, bailarines, cantantes...
Y salvo los músicos de la Oscan que ya están en sus sillas, bajo el escenario afinando sus instrumentos, el resto confluyen en la zona de camerinos, algo nerviosos muy expectantes y, sobre todo, con muchas ganas de salir al escenario.
Uno de los protagonistas, precisamente el que interpreta el papel de Don Sebastián, el amigo de Don Hilarión, es el cántabro Juan Manuel de Diego. Que cómo no, está encantado de volver a trabajar en casa. «La última vez que canté aquí fue hace dos años y medio, con una 'Doña Francisquita'», recuerda.



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Forma parte de este elenco desde el pasado mes de octubre y está encantado con su personaje, un papel que, según dice vocalmente no tiene muchas dificultades –«está escrito en una tesitura casi baritonal»– y del que lo más complicado son los textos hablados. Aprovecha el encuentro con este periódico para volver a reivindicar –ya lo hizo en la presentación de la obra– la importancia de la zarzuela y, sobre todo, pedir a los responsables del Palacio que sigan, como en los últimos años, apostando por la lírica. Un género que según señala se había perdido durante mucho tiempo. «Me consta que hay gente en este Palacio que se está dejando la piel para que la lírica vuelva a estar presente todas las temporadas y Santander es una ciudad lo suficientemente importante para que tenga dos títulos al menos tanto de ópera como de zarzuela», explica.
En el exterior de su camerino, justo en la sala en la que la mayor parte de los intérpretes se peinan y maquillan, Elena Ramos, directora del Coro Lírico de Cantabria, instala un órgano y reúne a todos los integrantes para calentar sus voces. Para esta agrupación participar en este espectáculo es también una celebración y, sobre todo, una oportunidad, tal y como explica la directora que antes que nada indica «nos lo estamos pasando muy bien». Pero sobre todo, incide en que «es un gustazo poder trabajar con maestras de la talla de Nuria Castejón y Lucía Marín (directora musical) porque son dos mujeres inteligentísimas que también trabajan de una manera muy inteligente. Estamos aprendiendo muchísimo y nos lo están poniendo muy fácil con lo cual todo eso que se crea en el escenario le va a transmitir una gran emoción al público. Estamos ya deseando ver que pasa».
Ramos reconoce que los coralistas acogieron esta partitura «con muchísimas ganas porque es la primera zarzuela de género chico que cantan ya que estos años atrás hemos hecho zarzuelas más grandes y esta es muy divertida».
Las frases
Tenor
Juan Manuel de Diego
«Me consta que hay gente en este Palacio que se está dejando la piel para que la lírica esté presente»
Directora del Coro Lírico
Elena Ramos
«Hay que seguir empujando este género, que aún está un poco infravalorado»
El Coro Lírico, que se compone de 43 voces, además de cantar la partitura muestra otras dotes en el escenario, bailan y actúan «porque Nuria Castejón saca a todo el mundo de su zona de confort». Y por último, antes de seguir con ese ensayo, Elena Ramos recomienda asistir a alguna de estas dos funciones, «porque si no empujamos un poco este género, que sigue estando infravalorado, podría perderse». Además, señala, «'La verbena de la Paloma' es una maravilla que brinda una oportunidad fantástica para aproximarse al género a los que no tengan ni idea».
«Un género que enamora»
En eso también coincide una de las intérpretes más destacadas del país en lo que a zarzuela se refiere: Milagros Martín, Señá Rita en este espectáculo. En su camerino, y mientras espera a que el peluquero carde más aún su peinado, canta una parte del diálogo que mantiene con Don Hilarión en el inicio de la segunda parte. «Una conversación muy divertida en la que le digo las cosas muy claritas y cómo debe tratar a 'la Susana'».
La cantante, que vive la zarzuela, un género del que dice «enamora y por algo le han declarado patrimonio inmaterial de la humanidad», tiene muy claro que sí hay alguien, «aunque lo dudo», que nunca se ha aproximado a este género, «no puede elegir mejor obra que 'La verbena de la Paloma' para hacerlo. «Solo la obertura de esta obra es oro, pero tenemos que hacer todo lo posible por acercarla al público joven que, además de que es el futuro».
Otro que también considera un crimen tener la posibilidad de ver esta zarzuela en la ciudad y no asistir, es Don Hilarión, es decir Antonio Comas, quien minutos antes de salir al escenario asegura estar «encantado» y con muchas ganas de salir a bailar. Pese a su larga trayectoria en la lírica, confiesa que esta la primera vez que interpreta a este personaje, un poco más joven y activo que el de la obra original pero igual de divertido. Y acaba con un consejo: «Si alguien no conoce aún este género, 'La verbena de la Paloma' es la mejor obra para hacerlo y porque además tanto en el texto como en la música siempre hay algo que podemos aplicarnos».
Y mientras en esta planta del Palacio, el trajín de los intérpretes no cesa, justo debajo del escenario, los músicos de la Oscan van llegando al foso. Para la Orquesta que dirige Paula Sumillera, participar en esta producción es una gran oportunidad, aunque ella ha dejado la batuta en esta ocasión a Lucía Marín, y hace las veces de asistente a la dirección musical. «Para la Oscan estar aquí es mucho más que tocar. Es asumir una responsabilidad artística de primer nivel, trabajar codo con codo con grandes profesionales y demostrar que en Cantabria hay una orquesta sinfónica capaz de estar a la altura de los grandes escenarios», señala.
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