Gerardo Diego y Gabriela Mistral, un lazo entre 'Ternura' y Pancho Cossío
La Fundación del poeta santanderino, a través de su biblioteca personal, testimonia el rastro que vincula al Premio Cervantes con la Premio Nobel
«Con nombre de arcángela y de viento, con nombre y sobrenombre de poeta mediterráneo y de milagro de anunciación, Lucila Godoy, la maestra rural ... de Elqui, la muchacha chilena que bien pudo inmortalizarse poéticamente con su nombre de pila, va a dejar en la poesía de lengua española una estela de fuego y de lava que se nos antoja inapagable y cuajada. Es Gabriela la primera voz de su patria en alcanzar la universalidad del canto». Las palabras del poeta santanderino Gerardo Diego constituyen una definición y perfil de Gabriela Mistral, Premio Nobel en 1945. Un ejemplar de su poemario 'Ternura, canciones de niños' y dos textos del autor de 'Manual de espumas' dedicados a la figura y la obra de la también pedagoga y diplomática, testimonian el vínculo entre las dos figuras de las letras en español, a través de la Fundación santanderina y, por ende, de la biblioteca personal del poeta.
Esta huella de Mistral a través del hacedor del 27, adquiere protagonismo en el contexto del Encuentro que organiza la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, la Fundación Chile-España (FCE) y Creotz ediciones con el objeto de analizar la figura de la escritora chilena, con motivo del 80 aniversario de su Nobel en Literatura. Como ya se ha subrayado, el propósito de esta cita en el Paraninfo de la Magdalena, que será rubricada por una sesión de las Veladas poéticas, pretende recuperar y honrar su legado literario.
Aunque existen otras referencias a la poeta en los textos de Gerardo Diego, son dos los dedicados a Mistral en exclusiva, tal como destaca Andrea Puente, directora de la Fundación que preserva el legado del autor de 'El romancero de la novia'. El primero es un amplio artículo de 1946, publicado en la Revista de Indias, con motivo de la concesión del Premio Nobel un año antes, en el que presta atención a su última poesía, en ese caso el libro 'Tala', fechado en 1938. El segundo testimonio directo está fechado en 1957 y fue publicado en la revista madrileña Cuadernos de Ágora.
La Fundación Gerardo Diego posee un ejemplar de su poemario 'Ternura, canciones de niños', dedicado en puño y letra al escritor, publicado en 1924 en la editorial Saturnino Calleja con ilustraciones xilográficas de Pancho Cossío, ilustrado con xilografías de Pancho Cossío. El ejemplar conservado en la biblioteca personal del autor de 'Versos humanos' posee marcas y anotaciones de lectura del poeta. El ejemplar está dedicado por el propio pintor Pancho Cossío: «A Diego, amigo y poeta, dedi- / co lo que de este libro puedo / dedicarle: mi obra, con un abra- / zo de su amigo / Cossío».
'Ternura', publicado en 1924, es una colección de poemas dedicados a los niños y a la infancia. Refleja la sensibilidad maternal de Mistral y su deseo de transmitir amor y afecto a las nuevas generaciones, convirtiéndose en una obra esencial en la literatura infantil. En la biblioteca de Diego también asoman una antología seleccionada por la propia Gabriela Mistral publicada en Santiago de Chile en 1946 por la editorial Zig-Zag, con cubierta diseñada por el diseñador y escritor Mauricio Amster.
Y un libro homenaje de escritores españoles con motivo del Nobel publicado en Madrid en 1946, con textos de Consuelo Berges, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, y Carmen Conde, entre otros. Hay otros volúmenes de ella, «pero los citados son los más llamativos», según Puente.
En su ensayo sobre la poeta, tras ser galardonada con el Nobel, Gerardo Diego refiere: «Buscando una palabra clave puede decirse que al llegar a su edad madura, Gabriela Mistral pasa de ser un poeta subjetivo, con esa honda fidelidad soterrada de la mujer, siempre sibila de sí propia, a convertirse en un gran poeta objetivo. Su humanidad crece y se totaliza ...».
El poeta santanderino, a propósito del citado homenaje a Mistral, recuerda la madurez de su poemario 'Tala' y escribe: «Ya no era sólo la poetisa interior, la confidente desolada y volcánica, ni la maternal canturreadora de delicadísimas nanas, que unirán en una inmensa ronda a los niños de todo el Universo. También sabe entonar el canto continental, y como un Rubén femenino y con no menor grandeza, hace soplar la trompa, no de los héroes de epinicio, sino de los torrentes y las cordilleras, de los maíces y de los soles».
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