Javier Moreno Luzón | Historiador
«Ya no hay grandes figuras a las que mirar para encontrar el rumbo»El catedrático y escritor, que recibió el Premio Nacional de Historia el año pasado, protagoniza una nueva sesión de los Martes Literarios
Javier Moreno Luzón recibió a finales del pasado año el Premio Nacional de Historia por el libro 'El Rey Patriota. Alfonso XIII y la Nación. ... Un galardón que supuso, entre otras cosas, la llamada del Rector, Carlos Andradas, para invitarle a impartir uno de los ciclos 'El autor y su obra', en el Palacio de La Magdalena, cuyo vínculo con el monarca es sobradamente conocido. «Me hace mucha ilusión, la verdad», reconoce. Además de impartir la formación entre las paredes de la que fuera morada del monarca, Moreno Luzón participará en la sesión de los Martes Literarios, en el Paraninfo, a partir de las 19.00 horas.
-¿Se marca algún objetivo en este tipo de encuentros con el público, algún mensaje que destacar?
-Bueno, yo siempre me planteo mi obra como historiador, con algunas premisas, podríamos llamarlas así. Soy especialista en la historia contemporánea de España, sobre todo de la época de la Restauración, es decir, de finales del siglo XIX y primer tercio del XX. Me gustaría transmitir al público mi manera de hacer historia. Explicar qué es lo que yo quiero contar y cómo me parece que es interesante contarlo.
-¿Cuáles son esas premisas que plantea?
-Hago fundamentalmente historia política, pero me gusta llamar al género que practico historia cultural de la política, porque me parece que más allá de la historia de la política tradicional, que se refiere, pues a lo que hacen los políticos en los gobiernos, parlamentos, en las administraciones públicas o en las relaciones exteriores, por ejemplo, hay que fijarse también en otros fenómenos complementarios que son muy relevantes, como las imágenes, símbolos, ceremoniales o la propaganda política, cómo lo que ahora llamamos relatos.
-¿Cuál es el relato central que se plantea en su libro premiado?
-Mi centro de interés fundamental son las relaciones entre monarquía y nación. Por eso se llama 'El rey patriota. Alfonso XII y la Nación'. Voy elaborando a lo largo de su vida esa proyección pública de la monarquía, siempre vinculándose con la idea de España y con distintos proyectos patrióticos o nacionalistas que se fueron elaborando en torno a la figura de Alfonso XIII.
LA AGENDA
-
Martes Literarios El catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en la Universidad Complutense de Madrid participa en la sesión de mañana. 19.00 h. Paraninfo de la Magdalena.
-
Curso en la UIMP. Durante toda la semana, impartirá el curso 'El reinado de Alfonso XIII: monarquía y nación en una Europa convulsa (1902-1931)'
-¿Por ejemplo?
-Al principio se le veía como un regenerador. Después del desastre del 98, parecía que iba a ser la gran esperanza de la patria. Era un rey muy joven, con muchas energías, con muchas ganas de intervenir en la política. Poco a poco será mucho más conservador, ligado a un proyecto católico y sobre todo centrado en evitar la posibilidad de una revolución en España
-¿Y más allá del Borbón?
-Trato de transmitir la necesidad de acabar con la idea de que España es excepcional. Mis estudiantes tienen grabada a fuego la idea de que en España todo ha sido distinto, todo ha sido un fracaso. Creo que se puede estudiar la historia de España viendo que las principales características de cada una de las épocas y de los grandes fenómenos contemporáneos, son más o menos los mismas que en otros países europeos. Y en el caso de la monarquía y su relación con el nacionalismo, también; Alfonso XIII no fue un bicho raro, sino uno más de los monarcas que quisieron legitimar su poder con referencias a la nación.
-Llama a ese periodo monarquía escénica. A día de hoy, ¿no lo son todas?
-Sin duda. Desde el siglo XIX hacia acá, incluso cuando los reyes tenían bastante poder político, esa necesidad de identificarse con la nación en un mundo que estaba cambiando y que era cada vez más participativo desde el punto de vista político y donde los medios de comunicación tienen una proyección cada vez mayor, la monarquía, en esa búsqueda de legitimidad, se proyecta a través de espectáculos públicos. Decía un teórico británico muy importante que los reyes pueden puede parecer que mandan, pero no puede parecer que luchan.
-¿La monarquía británica sigue siendo el gran espejo para el resto de casas europeas?
-Sí, ya lo eran desde el siglo XIX, cuando el Reino Unido era la principal potencia mundial, cuando tenía un imperio gigantesco y todos los demás la imitaban, pero sigue siendo en la actualidad, en esta faceta que señalas de la monarquía escénica, de esa conversión de la monarquía en espectáculo, son insuperables. Basta con recordar el entierro de Isabel II o la coronación de Carlos III, los espectáculos que son capaces de orquestar, transmitiendo esa idea de herencia, de tradición, de grandeza del país.
-Publicó en 2017 'Los colores de la patria' en torno a los símbolos nacionales de la España contemporánea. ¿Cómo actualizaría a día de hoy su reflexión?
-En España lo que ha pasado es que los símbolos nacionales no siempre son elementos de consenso, de comunión en unos mismos valores, sino que muchas veces son objeto de conflicto. Eso se debe a varios factores que tampoco son únicos ni excepcionales en el caso español, hay países que tienen problemas muy similares. Esa herencia pesa todavía y hay quien no los acepta por esa razón. También la pugna entre nacionalismos, un nacionalismo español que se identifica con la Constitución y nacionalismos subestatales como el catalán, el vasco cuyo conflicto se ha agudizado.
-Juan Pablo Fusi sostenía en conversación con este periódico que se ha perdido la figura del intelectual, del maestro que tenía un papel de conciencia pública de la sociedad. ¿Comparte esa visión?
-Soy discípulo de Santos Juliá, otro gran historiador como Juan Pablo Fusi, que dedicó muchos esfuerzos a explicar qué era un intelectual. Decía que se ha acabado la época de los grandes relatos en los cuales los intelectuales se podían presentar como una especie de guías de la sociedad. Efectivamente, yo estoy de acuerdo con eso; ya no hay esas grandes figuras, a las que miremos para encontrar el rumbo.
-¿Y a dónde podemos mirar?
-Ahora lo que hay es una multiplicidad de voces. Son observadores de la actualidad que no pretenden elaborar grandes relatos sobre lo que nos ocurre, o cómo afrontarlo, sino que tratan de temas específicos dependiendo de sus propias investigaciones y pueden ser más o menos creíbles.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión