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Un espectador contempla obras de Henri Matisse en CaixaForum Madrid. Fundación La Caixa
Arte

La incesante onda expansiva del poderoso efecto Matisse

CaixaForum explora con el Pompidou la decisiva influencia del genio del color y artífice de 'la gran casa' del arte moderno / 'Chez Matisse' reúne 46 obras del artista francés y traza su viaje desde la revolución colorista hasta la simplicidad final

Sábado, 29 de noviembre 2025, 00:08

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Henri Matisse (1869-1954) puso patas arriba el arte del siglo XX con su colorista revolución. El poderoso 'efecto Matisse' cambió para siempre el paso del arte y el lenguaje de las vanguardias. Su influjo sigue hoy muy vivo, como evidencia la muestra 'Chez Matisse. El legado de una nueva pintura', que CaixaForum Madrid acoge hasta el 22 de febrero y que celebra la persistencia de su incesante onda expansiva.

La exposición, uno de los hitos de la temporada, ha sido posible gracias a las obras de remodelación del Centro Pompidou de París, que estará cerrado durante cinco años. El tecnificado museo diseñado por Richard Rodgers y Renzo Piano atesora la mayor colección de Matisse. Un total de 253 obras de las que presta 46 gracias al acuerdo renovado en 2019 con la Fundación La Caixa. Unas joyas que se exhiben junto a otras 49 obras de grandes creadores del siglo XX y artistas contemporáneos.

Proteico

La muestra recorre así la proteica aventura plástica que convirtió la obra de Matisse en 'la casa del arte moderno'. Un espacio simbólico habitado por artistas de muy distintas generaciones que hallaron y hallan inspiración en su osado lenguaje plástico.

Marguerite con gato negro', (1910), de Henry Matisse. Centre Pompidou

Creadores como Georges Braque, André Derain, Robert y Sonia Delaunay, Natalia Goncharova, Mijaíl Larionov, Picasso o Le Corbusier que cohabitan «en un juego de referencias cruzadas que ilumina un siglo de creación y vanguardia», según explica Aurélie Verdier, comisaria de la excepcional exposición y conservadora jefa del Pompidou.

«El arte moderno es un arrebato del corazón», decía Matisse, que en 1900 dinamitó la pintura con su explosivo manejo del color. Inició entonces un largo viaje hacia lo esencial que concluyó en los años cincuenta, cuando, ya muy enfermo, reinventó de nuevo el espacio pictórico con sus célebres 'collages'.

Verdier rastrea la esencia de Matisse a través de sus pasiones y sus desafíos plásticos para explicar el lugar de privilegio que el genial artista ocupa en el panteón del arte y cómo sedujo a creadores coetáneos, a sus sucesores y a todo tipo de públicos. «Primitivo y sofisticado, clásico y salvaje, figurativo y abstracto, Henry Matisse es una figura clave de la modernidad, capaz de deslumbrar a otros artistas, que lo consideran una referencia y un compañero de investigaciones plásticas», resume la comisaria.

«Su obra es fruto de un trabajo incesante que le llevó al complejo dominio de la simplicidad», añade. Su trayectoria atraviesa la angustia y la introspección de los años de guerra, para desembocar en la sensualidad y el hedonismo de muchas de sus obras tardías. «El pintor de la alegría es también el pintor de la ansiedad y la inquietud», subraya Verdier.

Color en los genes

Nacido en una familia de tejedores y comerciantes de pigmentos del norte de Francia, el color estaba en los genes de Matisse. Aunque estudió Derecho por imposición familiar, pronto se entregaría al arte. Pintor, escultor, grabador, diseñador y escenógrafo, Matisse jamás bajó el pistón de la experimentación en todos los géneros soportes.

'Interior con pecera', (1914) de Henri Matisse. Centre Pompidou

Produjo más de un millar de pinturas en un catálogo con más de 13.000 piezas. A los 71 años fue operado al borde de la muerte de un tumor canceroso. Sobrevivió trece años con movilidad muy reducida. Incapaz de pintar o esculpir, abrazó de nuevo el 'collage' y creó sus célebres 'gouaches recortados', piezas que ampliaron la onda expansiva de su legado.

La muestra arranca con un autorretrato de 1900, pintado en clave simbolista y bajo la influencia de su maestro Gustave Moreau. En paredes de un color salmón muy 'matissianas' se sudeden luego piezas icónicas como los retratos de su hija mayor a los 16 y 20 años: 'Marguerite con gato negro' y 'Cabeza blanca y rosa', en clave cubista. También 'Lujo I', obra revolucionaria que escandalizó en el Salón de los Independientes de 1907, y 'Puerta-ventana en Colliure', que Louis Aragon calificó como «el cuadro más misterioso jamás pintado».

La exposición culmina revisando la huella de Matisse en artistas contemporáneos como Barnett Newman, Daniel Buren, Raymond Hains o Jacques Villeglé.

'Metamorfosis del violín', (1920-1952). Le Corbusier (Charles-Édouard Jeanneret). Centre Pompidou

Pone además el foco en la mirada femenina que emergió en las vanguardias a través de creadoras como Sonia Delaunay, Françoise Gilot, Natalia Goncharova, Anna-Eva Bergman, Zoulikha Bouabdellah y Baya, seudónimo de Fatma Haddad. Argelina autodidacta y muy precoz, Baya 'matisseaba' ya con doce años. Descubierta a los dieciséis por el marchante y galerista Aimé Maegh y apadrinada por Picasso, DuBuffet, Breton y Camus, sigue siendo hoy una gran desconocida.

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