Esmorrarse
Es 'morro' o 'morros' palabra tan castizamente frecuente, que tanto sus derivaciones como sus expresiones asociadas por fuerza habrían de serlo también, como «estar de ... morros», «echarle morro» y otras muchas (como «murria» o andar de morros). Es por ello sorprendente que la forma «esmorrarse» (caer de bruces, de morros) esté ausente en muchas colecciones léxicas de España y, concretamente, solo figure en uno (el vocabulario de Jorrín García sobre campurrianismos) de los diccionarios de montañesismos estudiados por Peña Arce en su 'Tesoro' de 2023, que cataloga y filtra todos ellos. Hemos podido hallar también «esmorrarse» en un texto sobre el habla de Monegrillo, en Aragón, con idéntico significado.
El gran etimologista Joan Corominas señaló que el origen de «morro» es incierto, y quizá provenga de una onomatopeya tipo «murr», pues en principio «morro» es el saliente que forman los labios abultados (por metáfora, luego han sido otro tipo de prominencias). Esta voz es común a gallego, castellano y catalán, así como a varios dialectos de Francia, Italia y Alemania. Hoy en alemán «mürrisch» es «gruñón» o malhumorado, es decir, que pone morro; y «murren» es refunfuñar.
Pero esta europeidad amplia de «morro» hace aún más intrigante que «esmorrarse», de composición y sentido tan sencillos y explícitos, no se haya hecho más presente, ni siquiera en nuestros propios estudios dialectales. He utilizado esta expresión recientemente en contexto cotidiano en Cantabria y todos mis interlocutores la comprendieron al instante. Seguramente es un verbo mucho más común de lo que diccionarios y vocabularios vienen reconociendo. Y por la amplia difusión de «morro», imaginamos que «esmorrarse»« resultará totalmente intuitivo para los usuarios de su área de presencia. Por ello, la RAE debería incluirlo en su diccionario, ya que trasciende de montañesismo a un uso mucho más global. Que una expresión parezca vulgar nunca ha sido razón para excluirla en el diccionario académico. Y un principio de buen diccionario es no dar la espalda a los usos generalmente admitidos por los hablantes.
Entre «cayó de bruces» y «se esmorró», no hay duda sobre dónde está la eficacia del lenguaje. ¿Sabría usted definir «bruces»? Yo tampoco.
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