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El escritor y periodista Pedro Zuazua estará hoy en Santander. Cristobal Manuel
«Los gatitos se han hecho con el control de la red. No sabemos qué planes tienen para la Humanidad»

«Los gatitos se han hecho con el control de la red. No sabemos qué planes tienen para la Humanidad»

El periodista Pedro Zuazua presenta este viernes en Gil 'En mi casa no entra un gato', la crónica desenfadada de cómo se convirtió en gatuno

Javier Menéndez Llamazares

Viernes, 6 de julio 2018, 11:24

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Pedro Zuazua (Oviedo, 1981) no quería gatos. Ni en broma. «En mi casa no entra un gato. Y punto», dijo en el verano de 2015. Y menos de un año más tarde, Mía, una gata blanca y marrón, tomaba posesión de su piso madrileño, dando inicio a una historia de amor inesperada, ¿o no tanto? Para descubrirlo, lo mejor es leer 'En mi casa no entra un gato. Diario de un gatuno primerizo' (Ed. Duomo, 2018), donde el periodista desgrana no sólo su convivencia con Mía, sino todo un proceso de conversión en amante de los gatos, y además de vocación proselitista. Todo ello, por supuesto, con grandes dosis de humor y retranca asturiana, para repasar la convivencia entre humanos y felinos desde el antiguo Egipto hasta los tiempos de internet; esta tarde, a partir de las 19.00 horas en la Librería Gil de la plaza de Pombo, y escoltado por el periodista y escritor Jesús Ruiz Mantilla, nos demostrará que quienes de verdad dominan el mundo son ellos: los gatos.

–Aparte de muy suya, ¿cómo es Mía? ¿O se necesita todo un libro para describirla?

–Se necesitaría más de un libro. Mía, en términos generales, es buena, cariñosa y juguetona, pero no pierde el instinto. Los gatos son seres muy peculiares. Buenos y malvados; generosos y egoístas; elegantes y torpes. Tienen mucho que ver con el ser humano. Tal vez por eso resulten tan atractivos.

–¿Cómo es posible pasar de la resistencia a la evangelización gatuna? Porque lo de «en mi casa no entra un gato» es una cita literal suya…

–Sí, eso les dije a mis amigos un día tomando unas sidras. Y ya ve… Ahora me dedico a colocar gatos. Cada vez que alguien me dice que está un poco bajo de ánimo, le digo «tú necesitas un gato». No sabría explicar el proceso de transformación que he sufrido, pero sospecho que hay algo de magia (negra, por supuesto) en todo ello.

–¿Cuánto hay de amor verdadero y cuánto de interesado en esta relación tan asimétrica?

–Por mi parte puedo asegurar que el amor es verdadero. Nunca imaginé que podría querer tanto a un animal. Y menos a un animal que dedica el noventa por ciento del tiempo que pasa despierto a hacer maldades. Creo que Mía me quiere, pero puede que su amor sea algo más interesado.

–Claro que si hubo una rival para Mía fue su madre, que no quería gatos ni en pintura… ¿De verdad que ahora es su 'abuela'?

–Bueno, ahora que ve que es famosa la quiere más. Pero costó lo suyo. Cada vez que íbamos a Oviedo, Mía se instalaba en el sillón de mi madre. Era una batalla territorial, por el mando de la casa. Tuve que recurrir al chantaje emocional en varias ocasiones: llegué a decir que si Mía no podía venir a casa en Nochebuena, yo tampoco iría.

–Lo que está claro es que su casa ya no es suya, ni el amo es quien lo parece… No se sabe ni quién adopta a quién, en realidad.

–La casa es de Mía, sin ninguna duda. Hay que tener en cuenta que es la que más tiempo pasa en el hogar. Se sabe todos los rincones y conoce los trucos. Y la dueña es ella, por supuesto. Hace lo que le da la gana, cuando le da la gana y como le da la gana. Por poner un ejemplo: si me voy a echar en el sofá, tengo que esperar a que ella escoja dónde se pone, no vaya a ser que la moleste.

–Y los tópicos no siempre son tan reales: ni tienen tres pies, ni caen siempre de pie. Pero aún así asegura que estos primos pequeños de los leones han llegado a dominar el mundo.

–Absolutamente. Es más, han dominado internet sin saber manejar dispositivos electrónicos. Tanto gurú y tanta historia y al final los gatitos se han hecho con el control de la red. Lo que no sé es el plan que tienen para la Humanidad…

–Ahora hay cursos para gatunos por internet… ¿Los realmente raros y maniáticos no serán los dueños? Unos 'maizones', vamos…

–Sí, los dueños de gatos somos bastante raros y maniáticos. Y lo peor es que trasladamos nuestras taras a los pobres animales, que no tienen ninguna culpa. Hice un curso online para aprender a educar a Mía. En realidad, aprendí más sobre lo que no tenía que hacer. Y creo que me he librado de bastantes arañazos y mordiscos.

–Cita usted al antropólogo Mauss, y Elvira Lindo asegura en el prólogo que Mía le llama 'Pedrín'; ¿realmente los gatos nos han domesticado a nosotros?

–Sí, al menos en mi caso. Desde que tengo a Mía, soy un ser mucho más social, afectivo y, sobre todo, ordenado. En casa ya no se puede dejar nada al azar. Porque el azar y los gatos terminan encontrándose y el resultado suele ser muy divertido para el gato y catastrófico para el ajuar.

–Aprendió de Sabina que un gato transforma una casa en un hogar. Pero no es el único creador que ha cantado o escrito sobre ellos…

–Hay muchos cantantes o escritores que se han inspirado en los gatos. Desde Sabina a Freddie Mercury, pasando por The Cure o Roberto Carlos. Por cierto, que 'El gato que está triste y azul' es una canción preciosa que viene de una confusión en la traducción. Quizá sea más preocupante la lista de literatos: Bukowski, Burroughs, Hemingway, Capote… Tipos complicados.

–En su libro, además de conversaciones por whatsapp y quinielas gatunas, hay incluso un 'cameo' de Pancho Varona. ¿Forman parte de una internacional de dueños de gatos?

–Formamos parte de la logia gatuna. Nos dedicamos a glosar las bondades de tener uno en casa, pero escondemos los desastres domésticos que implican. Y así, poco a poco, los gatos van conquistando el planeta.

–Más que a los conversos, su libro parece hablar directamente a los que no tenemos gatos. ¿Realmente somos gatunos sin saberlo?

–El libro es la crónica de una victoria. La de Mía, que en dos días conquistó mi casa y mi corazón. Una vez que un gato entra en tu casa, estás perdido. Si no se quiere ir, se quedará. Y te hará feliz. Palabra de converso.

–Por cierto… ¿Mía ye del Uviéu?

–Por supuesto. Los gatos son muy listos. ¿Cómo no iba a ser del mejor equipo del mundo?

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