Akram Khan
El bailarín británico presenta el domingo en el FIS, única fecha en España, 'Thikra', espectáculo tras el cual disolverá su compañía de danza tras 25 años
Tras un cuarto de siglo en la dirección de la compañía que lleva su nombre, Akram Khan se despide de la formación. Lo hará con ' ... Thikra', un espectáculo vinculado a la «memoria ancestral» que tan solo tendrá una representación en España: el domingo (20,0 horas) en el Festival Internacional de Santander.
–«La danza clásica india es mi hogar», afirma. ¿Cómo es ese hogar?
–Está construido sobre la disciplina y la conexión espiritual. Ese 'hogar' siempre ha estado ahí, un refugio constante, incluso cuando he viajado lejos de él.
–Ese hogar está a punto de cerrar sus puertas. 'Thikra' marcará el final de su compañía. ¿Qué le llevó a tomar esta decisión?
–La decisión surgió de un lugar profundo de escucha. Siempre he dicho que no quiero seguir creando solo por hacerlo, y la urgencia que dio origen a esta compañía ahora me lleva por un nuevo camino, donde pueda dedicar más tiempo a la investigación y al legado. 'Thikra' es una obra sobre la memoria ancestral, la imperfección humana, y sentí que era la ofrenda adecuada para cerrar este capítulo.
–¿Cómo es preparar una despedida después de más de veinte años creando con su propio equipo?
–Es importante decir que esto no es una despedida. Tras casi 25 años, lo que sucede ahora es una reconfiguración: un cambio en cómo trabajo y en lo que creo. No hay una única emoción que domine, porque no se trata de cerrar una etapa, sino de abrir espacio para que nazca algo nuevo. Sigo profundamente conectado al proceso y continuaré trabajando, pero de formas que permitan que surjan ideas y colaboraciones diferentes. No es el final, sino el comienzo de algo nuevo.
Las frases
Huella
«La idea de legado y los proyectos que se inscriben en él, me importa profundamente»
Kathak y contemporáneo
«No trato de crear un híbrido, pero en el espacio intermedio algo hermoso emerge»
—Ha dicho que no quiere convertirse «en una marca» ni continuar por inercia. ¿Puede el éxito convertirse en una trampa?
–Creo que el éxito puede traer oportunidades, pero también expectativas. Cuando algo funciona bien y se celebra, es cuando sentimos la tentación de permanecer en la comodidad de lo conocido o validado. Pero para mí, ahí radica el peligro de convertirse en un producto de la expectativa y no de la evolución. Siempre he creído que el arte debe surgir de un lugar de curiosidad y riesgo. En el momento en que se vuelve automático, pierde su alma. El reto es resistir a convertirse en algo fijo, y para eso hay que cuestionarlo constantemente.
–Comenzó su formación en kathak a los siete años con Sri Pratap Pawar. ¿Cómo le moldearon esas primeras enseñanzas?
–Estoy inmensamente agradecido por mi tiempo con Pratap Pawar. Me inculcó un profundo sentido de disciplina y respeto por el proceso: por la paciencia, la repetición, la escucha. No solo escuchar la música, sino también el silencio, mi cuerpo y el espacio que me rodea.
–Ha trabajado con artistas como Sidi Larbi Cherkaoui e Israel Galván. ¿Qué busca en una colaboración artística fructífera?
–Para mí, una colaboración significativa consiste en crear un tercer espacio: un lugar al que ninguno de los artistas podría llegar por sí solo. Me atraen colaboradores que me ofrezcan una perspectiva diferente, que me desafíen a ver o recorrer el mundo desde otro prisma. Con artistas como Sidi Larbi Cherkaoui e Israel Galván hubo un diálogo continuo: una conversación entre nuestras filosofías, nuestras historias y nuestras formas únicas de movernos. Disfruto trabajando con artistas generosos de espíritu y lo bastante curiosos como para adentrarse en lo desconocido, porque creo que las colaboraciones más poderosas nacen de esa voluntad compartida de perderse juntos para descubrir algo que ninguno de los dos podría haber imaginado solo.
–¿Cómo gestiona esa fusión cultural y qué retos se plantea?
–Nunca se trató de 'fusionar' culturas por el mero hecho de hacerlo; de hecho, encuentro problemática esa expresión. Se trataba de intentar dar sentido a mi propia identidad. Nací en Londres, crecí en un hogar bangladesí, me formé en kathak y me atrajo la danza contemporánea como una forma de plantear preguntas que el kathak por sí solo no siempre me permitía expresar. Así que trabajar entre formas era una necesidad. El reto siempre ha sido: ¿cómo honrar la profundidad de cada tradición sin diluir ninguna? Los tradicionalistas temían que abandonara la pureza; las audiencias contemporáneas a veces veían mi trabajo como «demasiado clásico». Esa tensión es donde surgió mi obra más honesta. No trato de crear un híbrido, pero este espacio intermedio es donde algo hermoso emerge.
–¿Cómo mantiene el equilibrio entre movimiento, lenguaje y emoción en el escenario?
–Veo el movimiento como un lenguaje en sí mismo. La emoción es lo que lo enlaza todo. La quietud es donde comienza el verdadero movimiento, y cuando la intención está ahí, es cuando algo realmente se siente.
–Ha sido artista residente y ha girado por el mundo. ¿Qué significa el alcance internacional de su trabajo?
–Las residencias han desempeñado papeles importantes en mi carrera, y agradezco a los equipos que siguen apoyándome a mí y a la compañía. El alcance, especialmente durante la pandemia, me conmovió profundamente. Me sorprendió comprobar cómo aún podíamos llegar a personas en todos los rincones del mundo, conectar incluso cuando no podíamos compartir el mismo espacio. Eso cambió mi forma de pensar sobre el trabajo de la compañía y sus posibilidades, y es lo que nos guía en este nuevo capítulo.
–¿Qué consejo creativo daría a artistas emergentes que combinan culturas y tradiciones?
–Cuestiona todo, especialmente a ti mismo, y sé paciente con las respuestas.
–¿Cómo imagina su futuro?
–Nuestro futuro está formado por la historia que llevamos con nosotros: nuestras memorias, pero también nuestras experiencias y las tradiciones que heredamos. Para mí, el futuro no está separado del pasado; es una continuación o una conversación. Ahora mismo me concentro en escuchar tanto al pasado como a lo que está ocurriendo ahora.
–¿Cuál le gustaría que fuera el legado de Akram Khan Company?
–Espero que el legado viva en cada una de las comunidades que hemos encontrado en los últimos 25 años: en las historias que hemos ayudado a contar y que de otro modo habrían permanecido enterradas, y en el espacio que hemos creado para voces con demasiada frecuencia ignoradas o silenciadas. La idea de legado, y los proyectos que se inscriben en él, es algo que me importa profundamente, y todavía queda mucho por hacer.
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