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Poesía

La claridad de lo inexacto

En 'De las cosas pálidas', el nuevo libro de Alberto Santamaría, el instante, el presente, el aquí y el ahora buscan su propia prosodia en la depuración estilística, en el verso breve, en el lenguaje conversacional

Viernes, 31 de octubre 2025

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Una declaración de principios alberga el verso de Juan Gil Albert que Alberto Santamaria (Torrelavega, 1976) utiliza como epígrafe, «estar es todo», porque solo viviendo –vivir es un regalo, sugiere en otra ocasión–, estando alerta, uno puede observar cuanto ocurre a su alrededor y no puede extrañarnos este planteamiento inicial porque Santamaría es un observador excepcional, atento y dispuesto no solo a registrar lo que ve, sino a descontextualizar lo cotidiano: «lo observamos / tú / yo / espías anfibios / tras una verde lata / de cerveza / apoyados contra la corteza / de un árbol muerto / sin nada más que hacer / que estar // dóciles como helechos». Así lo resignifica, lo dota de nuevos sentidos porque el lenguaje, tal y como lo entiende, más que constatar las impresiones recibidas, más que servir de medio para trasladar un pensamiento, es puro pensamiento, y así deben entenderse las 'trampas' que va esparciendo el poeta en sus poemas, trampas muy bien camufladas entre la hojarasca de lo trivial.

'De las cosas pálidas', su nueva entrega, está dividido en tres secciones, relacionadas entre sí, más una nota final en la que el poeta ... periodiza el tiempo de escritura del libro, cinco largos años, los que van desde marzo del 2020 hasta marzo de 2025. Durante este tiempo, la escritura de Santamaría no se ha detenido, ha dado a la imprenta títulos tan importantes como 'Un lugar sin límites. Música, nihilismo y políticas del desastre en tiempos del amanecer neoliberal' o 'El único planeta verdaderamente alienígena es la Tierra. J. G. Ballard, guía para usuarios del desastre'. Pero en esta nota también informa de algunas de las deudas, más o menos explícitas, que ha contraído, gracias a sus lecturas, con autores de variado pelaje. Ya nos avisa de que no están mencionados todos, y así lo comprobamos al leer el libro, porque no nombra ni a Gamoneda ni a Ángel González, ambos bien visibles en el texto.

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