El libro como ser vivo
Leonardo Valencia construye desde 1995 una colección de cuentos, 'La luna nómada' que crece con cada nueva edición
La reescritura y la corrección constante de la propia obra son dos de las obsesiones del escritor contemporáneo, o al menos de un tipo de escritor que hoy día parecía extinguido, devorado por la maquinaria editorial que exige novedades periódicas hasta destruye los excedentes, acabando con esa cultura del libro 'de fondo' caracterizaba a un mundo, el literario, con sus propios tempos y ritmos.
'Las luna nómada'
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Autor: Leonardo Valencia
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Editorial: La Huerta Grande, 2025. Novena edición corregida y aumentada.
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Páginas: 248
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Precio: 22,00 euros.
Sin embargo, no todo es de usar y tirar en esta época mercantilizada; por fortuna, sigue habiendo autores al margen de los usos comerciales que ... entienden su labor como una obra a la que dar sentido global y no como una sucesión de pelotazos con los que engordar su cuenta bancaria o su ego. Es el caso de Leonardo Valencia (Guayaquil, Ecuador, 1969), singular no solo en sus temáticas y su técnica narrativa, sino también en los planteamientos estructurales que aplica, con bastante fortuna además. Algo especialmente notable en 'La luna nómada', que es y no es un libro de cuentos. Al menos, un libro al uso.
Y es que la obra apareció en 1995 y podría haber sido un libro más. Una de esas colecciones de cuentos con las que un autor debuta y, aunque pueda llamar la atención de algunos lectores y especialistas, se queda en primer paso, en obra de iniciación. Sin embargo, poco después aparecería una segunda edición, corregida y con más alcance. Y tres años más tarde, una tercera, con más relatos y un espíritu algo distinto. Así, hasta nueve, 'La luna nómada' iría saltando de editorial en editorial, de país en país, creciendo –y a veces incluso encogiendo, como en la edición de 2018; en la edición de 2025, son ya veinte relatos–, pero desde luego convirtiéndose en algo diferente. Ya no es una obra estática, una especie de pieza de museo que conservar inamovible, sino una muestra de lo que el autor ha dado en llamar 'literatura progresiva', que es una manera de insuflar vida propia a un libro, que además va evolucionando con el tiempo. De hecho, la segunda de las obsesiones del escritor, la de la corrección perpetua, queda aquí también demostrada: suele decirse que los libros no se acaban sino que se abandonan, porque el autor si no estaría corrigiéndolos eternamente, y publicarlos en una forma de fijarlo. En este caso ni siquiera la imprenta detiene ese crecimiento natural, porque Valencia ha conseguido un verdadero milagro literario: convertir un libro en un ser vivo.
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