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Poesía

Cómo ver con ojos oscuros

En 'Soles de medianoche', Mónica Doña presenta, con un lenguaje musical y vivo, ecos de su experiencia humana

Viernes, 5 de diciembre 2025, 07:29

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P ese al poso de trascendentalidad que subyace en la cita de Dante que encabeza la primera sección de este libro, no debe esperar el lector de estos poemas encontrar especulaciones de índole metafísica en ellos, salvo aquellas que provienen de una lectura de la realidad más compleja de lo acostumbrado porque los versos de Mónica Doña, pese a la aparente sencillez que desprenden, están cargados de efectos sorprendentes, sobre todo en la parte final de los poemas. Es aquí, en estos versos finales donde uno se adentra en el pozo profundo del pensamiento meditativo gracias a que, en unos pocos trazos, la autora consigue dar la vuelta a lo rutinario. Surgen entonces matices desconocidos, giros inesperados, ya sean a través de imágenes o a través de conceptos. Hay poemas que describen escenas, como el titulado 'Una tarde, un poema', y otros que abren su línea narrativa a asuntos de carácter más testimonial, como, por ejemplo, 'Doble vida', pero, en cualquier caso, pese a esas diferencias, tanto los poemas líricos como los narrativos fluyen por un mismo cauce en el que los detalles físicos dan forma a las ideas, a percepciones que resultan del todo creíbles, a interrogantes que ayudan a crear una molesta sensación de inseguridad emocional.

Soles de Media Noche

  • Autor: Mónica Doña

  • Editorial: Renacimiento.

  • Páginas: 80

  • Precio: 4,00 euros.

'Soles de medianoche', libro con el que Mónica Doña obtuvo el Premio Internacional de Poesía Gonzalo de Berceo en su primera convocatoria, está divido ... en cuatro secciones que delimitan temáticamente el asunto que las particulariza. Así, la primera, titulada 'Humano y feroz' , está integrada por poemas que ofrecen una visión del mundo «desenfocada» en la que lo animales –araña, osa, rana o golondrina, por ejemplo–―se comportan de una forma más humana que los propios humanos. La naturaleza, de la que el ser humano ha huido dejando tras de sí tierra quemada, muestra sus dones en aquellos seres que permanecen fieles a su esencia. Unos versos del poema titulado '¿Quién domestica a quién?' resulta paradigmático en este aspecto: «Es la supervivencia quien hermana / y reparte trabajos necesarios / según la habilidad de cada cual». Lo que llamamos civilización ha transformado el orden de valores. Cuanta más conciencia tenemos de nuestra individualidad, más egoístas y violentos nos hemos vuelto. El afán de preservar esa individualidad nos ha convertido en testigos mudos y cómplices de la destrucción. «Nos han dejado solos / con un dios insaciable / que nos pide monedas a cambio de licencias / para poder matarnos los unos a los otros», escribe Doña en el poema 'Licencia para matar'.

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