«La desinformación es algo tan grave que requiere una estrategia compartida»

El curso organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom) arrancó de este modo, con intención de definir los interrogantes y los 'Retos de la democracia ante la desinformación' –ante los bulos, las mentiras, las campañas que inducen al error o causa daño deliberado– y hacerlo desde la perspectiva de los periodistas y los directores de comunicación. En palabras del responsable de la asociación, Miguel López-Quesada, el curso es una forma de «cristalizar» un proyecto en favor de la «cultura crítica», reuniendo en Santander a cerca de una veintena de ponentes, entre periodistas, investigadores, responsables de fundaciones o profesionales al servicio de la comunicación de empresas e instituciones públicas. El tema lo merece. «La desinformación es un fenómeno transversal, es una amenaza sistémica para la democracia liberal, para el derecho de los ciudadanos de poder tomar decisiones informadas y libres», y, por tanto, que trata de modelar la opinión pública a partir de intereses u «objetivos que no son confesables, que a veces tienen que ver con la guerra híbrida, con el deseo de desestabilizar un estado, con la campaña impulsada por un estado que compite con el tuyo o quiere imponer un modelo...», aseguró aquí López Quesada.

Y por eso el encuentro, para alumbrar la cancha de juego y explicar que el partido precisa de la implicación «del sistema educativo –llevando a las aulas, por ejemplo, una materia sobre 'educación mediática'–, el sistema político, el orden institucional, los medios y, por supuesto, los actores privados y el ciudadano. Solo el ciudadano libre podrá tomar decisiones informadas y para eso reivindicamos el papel que los medios y los 'dircoms' tenemos que jugar».

Esa necesidad de hacer frente común contra la desinformación también la puso sobre la mesa el director de El Diario Montañés, Íñigo Noriega, invitado a la última mesa redonda de la mañana junto con Virginia Pérez, directora de Infolibre, y Juan Briz, director de comunicación en Deutsche Bank. Noriega habló de la desinformación como de un «hecho de la máxima gravedad» y que puede llegar a «desvirtuar el funcionamiento de la democracia. Y es tan grave que requiere una estrategia compartida» de los profesionales y medios, la academia o las instituciones públicas; que pasa necesariamente por que «se aplique la regulación» ya existente a «todos por igual», plataformas incluidas; y que no desdeña la creación de un organismo que ayude a diferenciar lo veraz de otros contenidos surgidos de avances tecnológicos tan colosales como la inteligencia artificial.

Si Ángel Badillo, investigador de Lengua y Cultura española del Real Instituto Elcano, se encargó de dar contexto internacional al fenómeno de la desinformación, Herrero-Beaumont, Miguel Ángel Noceda, presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, y Aletxu Echevarría, al frente de Comunicando Futuro, analizaron 'El papel del periodismo ante la crisis de la verdad'.

Echevarría anunció su intención de lanzar el «primer campus virtual» para formar a los jóvenes a ser «críticos» y, a grandes rasgos, enseñarles a diferenciar entre información y mentira. Porque la verdad, la información veraz puede definirse, tal y como planteó la directora de Ethosfera, puede definirse. Tomando como punto de partida al Tribunal Constitucional, esa definición comprende un trabajo hecho «con la debida diligencia del profesional de la información», que la contrasta in situ, en documentos o a través de una fuente solvente; y la independencia del editor. He aquí un punto de partida.