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Los ejercicios prácticos fueron básicos en el taller de diseño de Manuel Estrada, celebrado la pasada semana en la UIMP. Roberto Ruiz
UIMP

Dibujos a mano alzada, casos clínicos, poemas o dinámicas teatrales: la UIMP es práctica

Lecturas compartidas, diálogos con un cuadro de Alfonso XIII, excursiones, «traducciones intuitivas» o una clase con Jorge Drexler cantando en directo. Las dinámicas participativas toman La Magdalena

Mada Martínez

Santander

Lunes, 4 de agosto 2025, 07:12

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Es difícil que Manuel Estrada salga de casa sin un cuadernito en el bolsillo, en la mochila, bajo el brazo. El que ha traído consigo al taller que dirige en La Magdalena tiene el tamaño de media cuartilla y las tapas azules y enteladas. Lo abre en un receso del curso –los alumnos han ido en su mayoría a tomar un café o airearse frente al mar– y muestra una colección de viñetas en las que ha unido palabras y dibujos con toda la intención; una serie pulcra y hermosa pese a componerse de meros bocetos. «Dibujo mucho. Yo es que pienso dibujando».

Más allá de que ejerciten su creatividad en los portátiles con programas de diseño de toda índole, Estrada les ha pedido a sus alumnos que dibujen a mano alzada durante los cinco días que dura este 'Taller en la Península del diseño', el encuentro que le ha traído de vuelta a los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, la UIMP, que tan bien conoce. Y en eso están esta mañana sus estudiantes, dibujando sobre el papel, trabajando en posibles logos alternativos para las Naciones Unidas, el ejercicio que les ha encargado Estrada.

Hay bolígrafos, rotuladores, cinta americana, tijeras y un montón de papeles sobre la mesa en forma de 'U' que han montado los estudiantes en el hall real del Palacio. Ahora les va bien trabajar así, otras veces dividen los módulos de otro modo. Para Estrada es importante que practiquen al margen de las pantallas: «Podemos usar la inteligencia artificial y hacer que nos complemente, pero no descuidemos la nuestra. Este año he querido darle protagonismo al dibujo para que no adelgace nuestro músculo, para no perder terreno... frente a nosotros mismos. La creatividad humana es grande, no la descuidemos», dice sosteniendo aún el cuaderno azul.

Taller de poesía

«Nos hemos alejado de la idea del poema como paso final; ha sido un taller de pasos intermedios»

Escuela de inmunología

«Es el primer año que hacemos este ejercicio. Queríamos mostrar el proceso de un caso real»

Los alumnos continúan bocetando y Estrada se mueve por el aula atendiendo sus dudas y volviendo sobre el incalculable valor de la tipografía, una «herramienta civilizatoria», según la reivindica. Así es una clase práctica de diseño en la UIMP: en una sala con molduras en los techos y vistas a la bahía de Santander, y conducida por un Premio Nacional, artífice además de identidades y logos icónicos, de la Galería de las Colecciones Reales a La Carmencita, pasando por la propia UIMP. Convertidos en una suerte de galería, los pasillos del Palacio acogieron el viernes una exposición de los trabajos individuales y grupales del alumnado.

La dimensión práctica de los encuentros cobra todo el sentido en talleres de artes como el que Estrada dirigió la pasada semana en La Magdalena. Pero no solo. Hay otros encuentros que se van abriendo a este tipo de dinámicas año tras año. Es el caso de la Escuela de Inmunología e Inmunoterapia que dirige la catedrática África González en la UIMP, y que si bien ha incluido sesiones y dinámicas más o menos interactivas en ediciones anteriores, este año decidió incorporar la presentación de un caso clínico.

El asunto tuvo su tinte detectivesco, puesto que el alumnado fue encontrando indicios y pistas en las ponencias y talleres diarios que programaron González y su equipo. «Queríamos enseñarles el proceso de un caso real. Es el primer año que lo hacemos y está gustando mucho. Los alumnos están entusiasmados», aseguró a mitad de semana la reputada inmunóloga, que ha puesto la escuela en pie por octavo verano consecutivo. Su equipo repartió ocho casos que los estudiantes, muchos residentes o estudiantes de Biomedicina o Biotecnología, tuvieron que presentar ante sus compañeros el último día de clase. Los ganadores fueron reconocidos con un libro y una camiseta. Y, claro está, con aplausos

«Lo que queríamos es que pusieran en práctica todo el conocimiento teórico que van aprendiendo, y también que viesen la dificultad que entrañan los casos reales; pero también cómo la investigación básica puede derivar en una solución, en una aplicación práctica», exponía González en un receso de esta Escuela de Verano de la Sociedad Española de Inmunología (SEI). «Vemos que hay mucho interés en la investigación y en el trabajo de los inmunólogos. El sistema inmunitario no es solo un mecanismo de defensa, sino que es un sistema de control interno», que vigila, que elimina células muertas y patógenos, que emite señales de peligro..., enumeraba González con el mismo entusiasmo que veía en sus alumnos. «Tenemos un ejército dentro y hay que cuidarlo».

Levantar la mano

Mesas redondas, debates más o menos improvisados, presentaciones, ejercicios o excursiones de día completo, como la que realizaron hace un par de semanas los alumnos de la Escuela de Arte y Patrimonio Marcelino Sanz de Sautuola a la neocueva y al Museo de Altamira con el fin de entender in situ el modelo de conservación de la cavidad. «No lo conocemos y tenemos muchas ganas», apuntaban los estudiantes, a sabiendas de que iban a contar además con unos 'guías' de excepción, con Pilar Fatás, responsable del museo nacional, a la cabeza.

Taller de diseño

Entre alumnos que bocetan a lápiz, Estrada constata el «protagonismo» del dibujo este año

Mario Obrero

«No sé en otros, pero en el taller de poesía poco menos se puede esperar que la desobediencia»

Muchos encuentros de la UIMP aparcan el formato de 'clase magistral pura y dura' para integrar dinámicas más participativas o fuera del aula. En realidad, eso de romper con lo canónico y de buscar la interacción y el diálogo es algo que está en el ADN de la Menéndez Pelayo. Hay fotos y textos que dan testimonio de cómo, en los albores de la institución, muchos cursos se celebraron al aire libre, en los jardines, a la sombra de los pinos. La publicación 'La Universidad de Verano de Santander 1932-1936' incluye la imagen de una sesión exterior con el historiador José Camón Aznas y un grupo de estudiantes, hombre y mujeres, sentados en el césped. Era julio de 1935.

Hay más ejemplos: el Curso de Medicina se organizaba en colaboración de la Casa de Salud Valdecilla, «cuyos servicios y laboratorios ponía a disposición de la U.I. [Universidad Internacional], donde se impartieron la mayor parte de las clases del mismo», recoge la publicación, que también evoca cómo la obtención de los diplomas en los Cursos para Extranjeros implicaba asistir a las conferencias, pero también a las clases prácticas y completar hasta cuatro ejercicios escritos semanales, si bien «cada excursión contaría por tres horas de asistencia y cada visita, por una».

Aunque lejos ya de aquellas maneras, la UIMP ha mantenido, transformada, su vocación práctica. Este año han vuelto a celebrarse encuentros donde la acción ha vertebrado la actividad académica. Por ejemplo, ha ocurrido en el curso 'Herramientas escénicas para la comunicación y la docencia', que, dirigido por Ainhoa Amestoy, es todo un éxito en el campus de Las Llamas. «El teatro nos ayuda a tener confianza, a saber usar nuestro cuerpo, la palabra, el texto; a trabajar en grupo. Porque el teatro es equipo», contaba hace un par de veranos la directora de escena.

Encuentros como este llevan la práctica en su esencia, que atraviesa la programación de arriba abajo. Otros incorporan actividades extraordinarias que interpelan al alumnado de manera distinta a las propuestas formativas al uso. El 11 de julio, en el aula Pedro Salinas de las antiguas caballerizas de La Magdalena, el cantautor y compositor Jorge Drexler y el neurocientífico Xurxo Mariño protagonizaron un interesante e inusual diálogo dentro el curso 'La aventura de divulgar ciencia en español con éxito'. Además de compartir preguntas y reflexiones, una parte del 'ejercicio' consistió en llevar la teoría a la práctica con Drexler intepretando sin acompañamiento alguno la canción 'Al otro lado del río', que le valió al artista uruguayo el Oscar a Mejor Canción Original en 2004 y un Grammy Latino. Los alumnos se le unieron en algunas estrofas y todo con la finalidad de entender los mecanismos conocidos (también los desconocidos) de «uno de los enigmas más inquietantes del cerebro humano»: ¿cómo se genera la autoconsciencia, la percepción íntima del yo?, ¿qué hace que Jorge Drexler sienta que es Jorge Drexler?

El verano pasado, ese mismo curso dio lugar a una práctica tan original como efectiva: Juan Luis Arsuaga, en bañador y protegido del sol con una gorra de marinero, dirigiendo una clase práctica sobre el cuerpo humano en la playa de Bikinis. Vestidos también con trajes de baño, los alumnos, muchos maestros y profesores fuera de La Magdalena, secundaron la actitud entusiasta del paleoantropólogo más celebrado de España. Al aire libre, sin ropa, todos pudieron palpar e identificar huesos y músculos con libertad, probando su elasticidad con ejercicios sobre la arena. Una clase que fue un «pequeño experimento», la definió Arsuaga.

Poemas compartidos

Días antes de que comenzara el taller de poesía que tenía previsto dirigir en la UIMP, Mario Obrero invitó a sus futuros alumnos y alumnas a que le enviaran poemas propios con idea de ir intercalando estos textos en clase, de «mezclarlos con otras lecturas». No obstante, Obrero apenas recibió material de sus estudiantes, y aunque ahí podría haberse dado carpetazo a la propuesta, lo cierto es que no fue así. «Lo que ha surgido es una especie de taller desde otros parámetros más alejados de lo que es el poema como consecución, como paso final. Ha sido un taller de pasos intermedios», cuenta Obrero, el último de los poetas reconocidos con el premio-taller de poesía Pedro Salinas que otorga la UIMP, entre otros galardones.

Así, durante los primeros compases del curso, los estudiantes participaron en ejercicios tan «hermosos» como el que les llevó a pensar en las palabras que les «tocan» –salieron a colación identidad o memoria– o como el que desencadenó una serie de «traducciones intuitivas de textos escritos en las lenguas peninsulares», como los poemas en asturiano de Vanessa Gutiérrez; en euskera de Miren Agur Meabe, o en gallego de Olga Novo. Más que proceder a una traducción formal, se trataba de escuchar el «palpitar» del poema, su ritmo y su latido, todo aquello que podía resonar.

Tras ejercicios como estos, el alumnado fue levantando la mano y proponiendo leer sus propios poemas. El viernes, último día del taller, los compartieron a modo de ejercicio final. Cosas como esta ayudan «a darse cuenta de que es el alumnado el que dota de sentido al taller. Y eso es muy hermoso», celebra Obrero, sentado en una de las regias sillas de madera del comedor de gala de La Magdalena, en cuya larguísima y maciza mesa de madera a buen seguro sentaron Alfonso XIII y familia a sus invitados durante sus veraneos en Santander. El lugar importa, condiciona, evoca, posibilita. Así, aprovechando la presencia en la sala de tres retratos de Juan Carlos I, la reina Sofía y Alfonso XIII –este último «un poco más escondido, en esa tendencia histórica a la marcha» del monarca–, el taller ha dialogo con este trío real. «Yo creo que ellos no se esperaban atender un curso de poesía ni nosotros encontrarnos con ellos de tú a tú». Y aprovechando las fantásticas vistas al Cantábrico del comedor, los alumnos han leído el poema 'Reportaje' de José Hierro que dice «desde esta cárcel podría/ verse el mar, seguirse el giro/ de las gaviotas, pulsar/ el latir del tiempo vivo». «Ochenta años después –evoca Obrero– podía verse el mar».

Y para no dejar de verlo durante las clases, parte de ellas transcurrieron en la zona de silloncitos junto a los ventanales. «No sé en otros talleres, pero en el de poesía poco menos se puede esperar que la desobediencia».

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