Moreno Luzón: «La monarquía fue uno de los símbolos que logró agrupar a los españoles»
El catedrático de historia y escritor disertó en los Martes Literarios sobre la figura de Alfonso XIII
«Estamos en un lugar especialmente alfonsino, sin ser los caballos con los que jugaba al polo el rey», bromeó Regino Mateo en la presentación de Javier Moreno Luzón, protagonista de la última sesión de los Martes Literarios. No fue una mención baladí, pues el escritor es autor de 'Alfonso XIII. El rey patriota'.
Moreno fue becario de la UIMP en los años 80, regresó años después como profesor y este martes se subió a la tribuna literaria, además de estar esta semana impartiendo un curso dentro del ciclo 'El autor y su obra'. La historia, de la que él es un referente, «es un género literario, pero tiene ciertos límites». Algunos han dicho que los novelistas dependen de los restos que otros han dejado «para descubrir historias que no somos capaces de inventar». Pero sí defendió la necesidad de «cierta imaginación» para darle forma, hacerlo atractivo «y fijarnos en aspectos que puedan redondear y dar colorido a la historia».
Eso sí, «lo que decimos tiene que tener una base en las fuentes» invariablemente. Muy variadas, desde la clásica correspondencia o los diarios de sesiones de las cortes, a las más imaginativas y recientes. «Tienen que estar respaldando lo que uno dice y que lo que escribimos resulte verosímil».
Como señaló el catedrático, los biógrafos muchas veces se identifican los biografiados, «pero hay que distanciarse de ellos: no puedes ser un defensor en la actualidad de un personaje de hace cien años». Si bien, «se pasa tantas horas con ellos, que se les coge cariño». Reconoció que quiere «desembarazarse de Alfonso XIII en algún momento» tras tantos años de trabajo.
Una de las principales especialistas en la materia, Isabel Burdiel, de quien recomendó las biografía de Isabel II o Emilia Pardo Bazán, señala que la biografía te asoma a la profundidad del ser humano, que es «imprevisible, incoherente». «Un peligro de la escritura histórica en general y la biográfica en particular es dirigir todo a un fin que ya sabemos cuál es». La historia y las trayectorias personales «están llenas de idas y venidas, porque en una sola vida, hay muchas vidas».
Sus amigos le dijeron a Moreno que le atraen los malos de la película, «porque sobre los buenos me echa atrás la idea de que son aburridos y me parece más interesante la gente con dobleces». Así, ha escogido personajes «bastante complicados». Caso del conde de Romanones «el gran ejemplo del cacique» en la época de la Restauración, que a la vez impulsó las reformas educativas o fundó algunos organismos públicos que respondían a principios progresistas, como la Residencia de Estudiantes.
El otro fue Alfonso XIII, el joven «que venía a regenerar la patria» y acabó respaldando un golpe de estado, una dictadura, siendo acusado de corrupto, de perjuro y puesto en la frontera, como vaticinó a los 15 años. Como recordó Moreno, decía Valle Inclán que no se le echó por tirano sino por ladrón, «algo que afectó muchísimo a su imagen». Al rey, de hecho, se le acusó de tener negocios turbios con el empresario belga que estaba detrás del hotel Real de Santander, entre otros.
En la primera parte de su reinado, se rodeó de personajes que compartían su visión de que España podía ser una potencia cultural, aprovechando el patrimonio histórico artístico de un país tan conocido en todo el mundo; Joaquín Sorolla, Mariano Benlliure, Archer Huntington… Además, se podía transmitir la idea de que estaba en un proceso de cambio, de modernización. «Tuvieron cierto éxito hasta la I Guerra Mundial».
«Encontrar símbolos que agrupen a todos los que tenemos el pasaporte español es muy complicado, pero algunos funcionan mejor que otros y la monarquía ha sido uno de esos símbolos»., dijo Moreno En los años 90 del siglo XX, con Juan Carlos I fue un ejemplo. En las Olimpiadas de Barcelona, por ejemplo, parecía que todo encajaba. «Hemos sobrevivido hasta el momento y no creo que corramos peligro en este sentido».