Juan Luis Manfredi
Las tecnologías han de servir a las democracias ahora que «estamos a punto de que todo cambie», reclama
El titular de Asuntos Exteriores inaugura en La Magdalena el curso 'España en el mundo III', dirigido por Federico Torres, embajador representante permanente ante la ... OTAN.
'Las desigualdades sociales en el mundo de hoy' es el título del encuentro que dirige José Félix Tezanos, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
El catedrático Emérito de Economía de la Universidad de Oxford es uno de los ponentes estrella en el encuentro dedicado a 'Las desigualdades sociales en el mundo de hoy'.
La también exministra inaugura y participa en el 'X Encuentro Empresas Multilatinas' que pretende fortalecer lazos económicos, sociales y culturales entre Europa y América Latina.
El creador de las series 'Isabel' 'El Ministerio del Tiempo' y 'Ena' participa en el encuentro sobre 'Patrimonio cultural: entre el olvido y la saturación, cauces para un futuro sensato'.
Juan Luis Manfredi Sánchez dedicará su próximo ensayo a la 'deglobalización'. La entrevista interrumpe, de hecho, uno de los momentos que dedica a su escritura este catedrático de Periodismo y Estudios Internacionales de la Universidad de Castilla-La Mancha, también escritor y articulista prolífico. Con toda probabilidad, esa 'desglobalización' -que, a grandes rasgos, tiene que ver con el debilitamiento de las relaciones internacionales- será uno de los conceptos que Manfredi deslice en el análisis del mundo que ofrecerá en la UIMP esta semana; un mundo que se asoma a un cambio de ciclo, pero que aún no es capaz de concretar lo que le espera. La presencia del académico en el curso sobre 'Tecnologías digitales y democracia' promete arrojar algo de luz. Esta entrevista es solo un aperitivo.
No cabe mucha duda de que el momento histórico requiere reflexión. Porque «estamos a punto de que todo cambie», tercia Manfredi con convicción. Apenas atisbamos la punta de ese gigante iceberg que es la inteligencia artificial, la tecnología más disruptiva, y las consecuencias económicas, sociales o geopolíticas que tendrá, pero ya hay pistas en el tablero. «Más que decir que estamos ya en plena revolución, creo que estamos subiendo la cumbre y viendo el horizonte. Y el horizonte es un mundo completamente nuevo donde no sabemos muy bien qué significa ejercer el poder, qué significa tener poder o control. Nuestras ideas del siglo XX hay que dejarlas definitivamente atrás para abrir un mundo nuevo, un nuevo orden digital con nuevos jugadores, nuevas normas, nuevas agendas», sostiene Manfredi. Porque lo cierto es que estamos a punto de que todo cambie y cuando esa tecnología se despliegue entonces «vamos a ver un modelo muy diferente» en cuanto a la cadena de suministros, la protección de la propiedad intelectual o el comercio global. El efecto será «totalmente disruptivo» en los costes fijos y variables.
Pero no por entrar en un mundo nuevo hemos de desterrar las reglas de juego del antiguo. ¿O los delitos online no lo son también en el mundo analógico? «Tenemos que aprender a utilizar la tecnología, que tiene que servir al bienestar y a las democracias. No vale eso de que como es un mundo nuevo las normas antiguas no valen. Toda esta tendencia tecnolibertaria o tecnosolucionista está fuera de lugar y va contra los principios de nuestra convivencia, de nuestras sociedades abiertas y democráticas», destaca el también catedrático Príncipe de Asturias en la Georgetown University.
Aquí, continúa, hay una conexión muy interesante: la que une tecnología, empleo y democracia. «Si la tecnología arrasa con los empleos y no hay manera de tener un empleo digno, lo más probable es que esos regímenes democráticos se resientan y se opte por opciones populistas... cuando no de otro tipo aún peor». Por esta razón, Manfredi defiende un marco regulador de la tecnología. «Regular no significa forzar o eliminar, sino proteger a los vulnerables, crear un terreno de juego donde todos podamos participar de forma estructurada y previsible», es decir, que el asunto no dependa de los intereses de «cuatro oligarcas».
Volviendo a ese fin de ciclo que se entrevé en el horizonte, con la IA, los chips y la tecnología aún sin un impactar radicalmente en nuestra vida pero a punto de hacerlo, «se abre un nuevo escenario de poder» en el que los actores, advierte Manfredi, no se van a conformar con la cuota del pasado. Esto enlaza directamente con esa «tensión entre globalización y desglobalización» que observa Manfredi y en la que trabaja. ¿Esto qué significa? Que los referentes ya no coinciden.
«En el mundo en el que tú y yo hemos nacido el ideal era EE UU, era la democracia liberal, el libre comercio y las sociedades abiertas. Y si te digo la verdad, nada de esto funciona ya», avanza Manfredi. Hoy, al margen de China o EE UU, hay «muchas potencias» deseando una cuota de poder «cada vez más relevante». Eso es algo nuevo y en ese contexto las democracias liberales se resienten, tienen problemas. Hay una «cierta atracción por los regímenes autoritarios en todo el planeta. No hace falta que sean dictaduras, pero sí pueden ser regímenes donde la democracia no funciona muy bien porque apenas hay alternancia, porque se persigue a los jueces y a la prensa, o la oposición no puede hacer su trabajo. Eso es cada vez más frecuente y no pasa solo lejos, también aquí cerca».
La desglobalización es solo uno de los factores que ayudan a explicar el presente y el futuro. Manfredi descubre los demás: la incertidumbre, la 'securitización' y las sociedades abiertas. Lo incierto -¿qué efectos tendrá el cambio climático?, ¿cómo van a acabar las guerras en Ucrania y Gaza?, ¿qué va a ocurrir en Irán?- multiplica las dudas porque ayer «el sistema era más o menos estable y tenía cierta previsibilidad», pero hoy «nuestras decisiones tienen muy poquito recorrido y enseguida estamos corrigiendo el rumbo». Una consecuencia lógica de esa incertidumbre es la 'securitización': «Todo lo vamos a ver bajo la óptica de la seguridad, la economía, el comercio internacional, los derechos humanos, la gestión del agua y de los bienes públicos...», precisa Manfredi, que señala las nuevas políticas de EE UU -aunque no es el único país en hacerlo- como ejemplo de ello.
¿Y las sociedades abiertas, qué ocurre con ellas? Es uno de los puntos más «interesantes» para Manfredi. Durante la globalización, y valga la redundancia, se globalizó nuestra biografía, «viajábamos, teníamos idioma y acceso a grandes plataformas». «Hoy lo que vemos es una narrativa nacionalista en todos sitios. Nacionalista significa lo mío, lo de aquí, lo cercano; y lo diferente es sospechoso. El discurso contra el inmigrante es lo más evidente de todo esto».
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