Manuel Rivas
El Premio Nacional de las Letras 2024 imparte un curso y protagoniza los Martes Literarios
Manuel Rivas comenzará el mes de julio en Santander. El escritor gallego, flamante –y último– Premio Nacional de las Letras, incluye en su agenda un ... curso denominado Literatura 'Mayday (cuando las palabras todavía quieren decir)' y la sesión de los Martes Literarios en el Paraninfo (19.00 h).
–Se puede leer sobre usted que su obra tiene una capacidad asombrosa para la recreación de la realidad. ¿Comparte esta visión sobre su trabajo?
–Bueno (ríe) Esas son palabras que cuando las lees te gustaría estar a la altura, pero bueno, no está mal la frase. La cuestión de la realidad es clave.
–¿Qué visión de lan realidad?
–Me gusta esa idea de recreación de la realidad porque creo que, lo que es nefasto, es la separación, la distinción entre realidad e imaginación. Es decir, frente a una idea de la imaginación como una fuga o la creación de un mundo paralelo, creo que la imaginación es un elemento, una herramienta de descubrimiento, de penetrar en la realidad, de explorar, de descubrir las zonas secretas de la realidad. Y sí, es un tema que me interesa, que me apasiona, porque creo que la parte más estimulante, del trabajo literario es justamente esa; desvela lo que está oculto, lo que está escondido y el enigma que somos.
–¿Esa capacidad de imaginar también se ejercita para que no se nos atrofie?
–Sí y la forma entrenar la imaginación es justamente abrazar la realidad. Decía Jim Thompson, el autor de '1280 almas', un tipo que me gusta mucho, de pioneros de novela negra, que había escrito 32 libros de forma diferente, pero la historia siempre es la misma. Vivimos en un mundo en que la realidad está sometida a digamos a tal manipulación, a tal depredación, que la literatura cada vez tiene más sentido.
–¿Cuál es el método más actual para manipular la realidad?
–Vemos como el último gran intento de apropiación de la realidad es a través de eso que llaman inteligencia artificial. Me parece un gran expolio, como un gigantesco plagio. Es apasionante también ver el proceso en el que, al tiempo que liberamos la realidad, nos liberamos a nosotros mismos también. Un proceso de descolonizar la imaginación y dejar atrás muchos prejuicios. Es un trabajo hacia fuera y hacia dentro de luchar contra las propias estupideces, contra las propias convenciones. Hay una idea sobre la realidad que bueno, que me parece muy interesante en relación con la arqueología, que es también una búsqueda.
–¿Necesitaremos a un Henri Breuil moderno que nos guíe en ese camino?
–Hay dos historias que se me ocurren, una tiene que ver con el periodismo y se cuenta en una novela de (Henry) Mankell, 'La falsa pista', en la que, dice, hay una persona que está excavando a la búsqueda de la verdad y tira la tierra hacia arriba. Hay otra persona arriba del pozo que, con otra pala, coge esa tierra y la vuelve a echar encima. Y los dos son periodistas.
–¿Y la segunda historia?
–La otra que se me ocurre es lo que llaman en arqueología la línea de lo de lo inaccesible. Sería como la fase final de una excavación, una búsqueda en la que ya no encuentras más y la das por terminada porque ya no hay más huellas, ya no hay más pistas. Creo que una de las causas por las que nació la literatura es que nos permite ir más allá de esa línea de lo inaccesible en la búsqueda de realidad.
–¿En el trabajo del escritor existe esa línea de lo inaccesible con la que sabe que ya no hay más de donde tirar en una historia?
–Sí, pero ahí está también el desafío. Esa línea es como haber llegado a una orilla, pero de repente nace la posibilidad de otra orilla, ¿no? Y siempre es un viaje. Es como en el libro que te queda el margen blanco a la derecha, que es como un acantilado. Una invitación a ir más allá. Eso tiene que ver mucho también con el lenguaje poético, con la ironía, algo que no pueden copiar ningún tipo de máquinas ni de plataformas.
–¿Cree necesario crear un banco de palabras en riesgo de extinción, como se hace con otras materias en la naturaleza?
–Pues sí, sí. Creo que hay un paralelismo muy grande entre lo que está ocurriendo con la naturaleza y con las palabras, con el lenguaje. De hecho, a mí me parece que las palabras forman parte de la naturaleza. Y vemos que los procesos de intoxicación, de depredación, de sustracción de sentido, todo eso que se está dando y que en la naturaleza, los primeros en detectarlo son seres minúsculos y maravillosos. Las abejas, los grillos, las luciérnagas, el ser que tiene más nombres gallego, pero casi no hay luciérnagas.
–En ese repositorio, ¿las lenguas cooficiales como el gallego, tendrían que tener más espacio o están sanas en pleno proceso de resurgimiento y protección?
–Humberto Eco decía que el lema que cambió el mundo era el de la Revolución francesa, libertad, igualdad y fraternidad y a ese habría que añadirle diversidad. Esa visión muy limitada de la existencia que considera que el plurilingüismo sería un problema, hoy se enfrenta a lo contrario. Lo que es un problema es la uniformidad y los procesos de extinción de lenguas son procesos de pérdida, no solo para quienes hablen esas lenguas, sino para para todos. Que desaparezcan las palabras es una forma de que desaparezca parte del mundo, parte de la naturaleza. Y es una pérdida además absurda, porque cada nueva lengua, y lo decía George Steiner, que era un cosmopolita de verdad, te hace más libre, es una ventana a la libertad.
–Pero muchos no quieren asomarse a esas ventanas.
–El negacionismo, en este caso de la diversidad, tiene el mismo calibre intelectual que el negacionismo del cambio climático o de la violencia contra la mujer.
–En este sentido, hace unos años comparaba a los dirigentes neofascistas con gánsteres y hoy son líderes en algunos países. ¿Qué ha pasado?
–Sí, qué hemos hecho. Tienes la sensación de que como decía George Bernanos se está pavimentando la historia con odio, sadismo y destrucción. ¿Y por qué pasa eso? Bueno, está claro que la incitación destructiva parece estar dominando a la humanidad sobre la excitación creativa.
–John Banville nos decía esta semana que la literatura sirve para descubrir, pero no enseña, lo que trata es de deleitar. ¿Comparte esta afirmación?
–Comparto la idea de descubrir y sobre todo también sirve para plantearse los porqués. Lo de deleitar, sí, genera goce, aunque me lleva a la idea de pensar que lo importante es el entretenimiento. A mí la palabra entretenimiento la verdad es que me pone triste. Me produce una cierta cautela y mira que me gusta reír, pero con una risa que hace pensar. La mejor vena de la literatura, por ejemplo, está en el humor, pero es un humor que genera reflexión. No me gusta el humor de la simple carcajada.
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