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Imagen de archivo del campo del Valdáliga en un amistoso del pasado verano. En el círculo, primer plano de Fran Cavada.
El jugador del Marina de Cudeyo Fran Cavada muere por un paro cardiaco durante un partido
Fútbol

El jugador del Marina de Cudeyo Fran Cavada muere por un paro cardiaco durante un partido

Se desvaneció cuando llevaba 22 minutos en el campo del Valdáliga y todos los esfuerzos por reanimarle fueron inútiles

Domingo, 27 de enero 2019

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La muerte súbita en el deporte se acaba de cobrar otra víctima. Esta vez en Cantabria y en el fútbol modesto. Francisco Cavada Quintana (Elechas, 24 de octubre de 1986) murió ayer tras caer desplomado cuando apenas llevaba 22 minutos sobre el terreno de juego en el Valdáliga-Marina de Cudeyo, de Primera Regional. Todo sucedió rápido. Muy rápido. Tras un lance como otros muchos, Fran, como era conocido deportivamente, cayó al suelo.Se levantó casi de inmediato en lo que parecía una jugada más, pero cuando el balón ya se había alejado se dirigió al árbitro. Algo le dijo. Quienes más cerca estaban le escucharon comentar que se encontraba mal.O algo así.Que parara el juego.Nadie salvo el propio árbitro lo oyó con claridad. Tampoco dio tiempo a hacer nada más. Cayó de rodillas y después desplomado. A falta de un diagnóstico oficial, se da por hecho que sufrió una parada cardiorespiratoria.

La reacción fue inmediata. Su entrenador, David Colina, y un agente de la Guardia Civil le prestaron los primeros auxilios. Pronto se les unió Alberto Cano, segundo entrenador del Valdáliga, para relevarles en el masaje cardiaco. «Los servicios de emergencias llegaron muy rápido; quizá fueran siete minutos como mucho, pero en ese momento se hace eterno», relata el presidente del Valdáliga, Victoriano Gutiérrez, conmocionado por el suceso como otros muchos deportistas y espectadores.

Según llegó el equipo del Servicio de Urgencias de Atención Primaria de Cabezón de la Sal con el desfibrilador, los profesionales tomaron el relevo. Para entonces ya se habían sacado al césped esterillas, ropa de abrigo y una manta eléctrica. Otro compañero explica que en un primer momento oyó aún cómo respiraba. Había llegado también la unidad de Soporte Vital Avanzado de Torrelavega. En total, unos 40 minutos de maniobras ininterrumpidas de reanimación. El partido ya estaba definitivamente suspendido con empate a uno.

Se optó por trasladar a Fran al Hospital Valdecilla en la UVI móvil. Con constantes gracias a las maniobras. Para entonces ya se había desplazado allí José Ángel Peláez, presidente de la Federación Cántabra de Fútbol. En última instancia fue este organismo el que tuvo que oficializar la triste noticia a través de un comunicado. Durante todo el camino continuaron las maniobras de reanimación, como en el propio centro hospitalario, al que se desplazaron los familiares del futbolista, afincado en Orejo y trabajador de Preconor, empresa con sede en Beranga, según Álvaro Díaz 'Lila', jugador del Siete Villas que se inició con él a los cinco años en el Marina de Cudeyo.

Pero no se podía hacer ya nada por él. Era el triste primer caso de muerte súbita en el fútbol cántabro, y los sanitarios sólo pudieron certificar el fallecimiento ya en presencia de la familia y después de unas maniobras ininterrumpidas que se prolongaron durante al menos una hora y 40 minutos. El joven fue atendido de inmediato. Nada falló. Se actuó con rapidez. Sencillamente, era inevitable. Mientras los jugadores del Valdáliga consolaban a los visitantes y en medio del impacto general, el deportista estuvo siempre bien atendido.

Nada hacía prever no ya el fatal desenlace, sino siquiera un problema solo unos minutos antes. Según ha podido saber El Diario, el futbolista se había desplazado al partido después de trabajar, había estado en el banquillo con el resto de sus compañeros y había calentado y entrenado con normalidad en el descanso antes de salir al campo. Tampoco conocían sus compañeros algún antecedente. Al contrario, era casi el jugador emblema del modestísimo club cántabro, en el que había militado durante más de una década. Solo un breve paréntesis: el final del pasado curso, cuando militó en el Solares, y el principio del actual, que comenzó en el Velarde. De hecho, fue uno de los resistentes que revitalizó el equipo, con sede en Rubayo, cuando estuvo al borde de la desaparición.

Baja frecuencia

Las probabilidades de muerte súbita en menores de 35 años son «excepcionales», según informa Javier Zueco, jefe de servicio de Cardiología de Valdecilla. «En gente joven, la frecuencia de este tipo de casos es muy baja, y por lo general en deportistas son debidos, más que a un infarto de miocardio, a una arritmia maligna, habitualmente taquicardia ventricular o fibrilación ventricular. Y éstas suelen ser debidas a alteraciones en las paredes ventriculares y continuas con alteraciones muchas veces de origen genético y de difícil diagnóstico».

Aunque los deportistas son sometidos a muchos controles durante su carrera, el médico subraya que «la seguridad absoluta sobre la ausencia de enfermedades cardíacas que pueden provocar muerte súbita exigiría unas exploraciones determinadas, como un ecocardiograma, que no forman parte de las pruebas que se realizan de forma rutinaria en los controles deportivos». No obstante, Zueco subraya que «aunque los niveles de detección han aumentado a medida que han ido mejorando los reconocimientos médicos deportivos, todavía no hay una manera de tener las seguridad completa a la hora de efectuar una recomendación». De ahí que recomiende «ser exigentes» y «contactar con los servicios médicos adecuados ante posibles señales de alarma, como fatiga excesiva ante un ejercicio rutinario para un deportista».

Aunque «son pocos» los episodios como el ocurrido ayer, es cierto que tienen mucho impacto mediático, «especialmente por tratarse de gente joven y deportista, algo que es sinónimo de salud, pero tiene que quedar claro que siempre vamos a ver estos casos, no sólo en las categorías regionales, sino también en ligas profesionales, porque la prevención es conocida, pero difícilmente se llega a todos los niveles. Jamás tendremos la seguridad del 100%».

Otros casos

La muerte súbita no es un fenómeno nuevo en el deporte –ni en el profesional ni en el aficionado– ni en el fútbol. El triste suceso de ayer lleva inevitablemente al 25 de agosto de 2007 en Sevilla, cuando el lateral sevillista y de la Roja Antonio Puerta sufrió en pleno partido un desmayo como consecuencia de una parada cardiorrespiratoria. Reanimado poco después –llegó incluso a levantarse, fue hospitalizado y sufrió otros cinco infartos tras los que falleció el día 28. La tragedia ya se había cebado con el Sevilla antes. En concreto, el 22 de mayo de 1973 en el estadio de Pasarón, en un partido contra el Pontevedra. Solo se habían disputado seis minutos cuando Pedro Berruezo cayó desplomado y fue trasladado al hospital, donde falleció probablemente –aunque nunca se oficializó– víctima de un infarto.

Más impactante por las imágenes fue la muerte súbita del camerunés Marc-Vivien Foé el 26 de junio de 2003 en el Estadio de Francia, en pleno partido de la Copa Federaciones frente a Colombia. El colombiano Jairo Patiño, visiblemente alarmado, fue el primero en acercarse y pedir ayuda, y aunque se le trató de reanimar durante cerca de una hora no se pudo hacer nada por su vida. Posteriormente se supo que padecía una miocardiopatía hipertrófica congénita que fue la que en última instacia provocó su fallecimiento. Son solo algunos casos de una luctuosa lista de la que también forman parte, entre otros, el húngaro Miklos Feher, los brasileños Cristiano de Lima y Serginho y el argentino Lucas Damián Molina. Todos de forma súbita e inesperada, y sin ningún factor externo.

Un caso muy diferente es el del espanyolista Dani Jarque, que el 8 de agosto de 2009 sufrió una asistolia en la habitación del hotel florentino donde se encontraba concentrado con su equipo. El defensa se desvaneció mientras hablaba por teléfono con su novia, y aunque fue atendido casi de inmediato no se pudo hacer nada por él.

También otros deportes han sufrido episodios luctusosos de este tipo, caso de los ciclistas Denis Zanette y Fabrice Salanson, ambos en 2003 y en el caso del segundo hallado sin vida en la habitación de su hotel. En ambos casos también sin factores externos.

En Cantabria

El único precedente conocido en Cantabria es el de Julio César Rea, aunque aquel suceso tuvo un final muy diferente y mucho más feliz, después de que los servicios médicos consiguieran estabilizarle. Ocurrió el 8 de diciembre de 2014, cuando el cadete, de quince años y perteneciente a la Escuela Municipal de Santander, se desvaneció en un partido disputado en La Albericia y sufrió tres infartos consecutivos. Fue ingresado de urgencia, tras la rápida intervención de los entrenadores y monitores presentes, en el Hospital Valdecilla. Posteriormente tuvo que recibir un trasplante, pero finalmente se recuperó. Aquella historia sí terminó bien.

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