El talento de casa se abre paso
Tres jugadoras cántabras partirán la semana que viene rumbo a Chile para representar a España en el Mundial sub 21
Cuando suenen los acordes del himno español en Santiago de Chile el próximo 2 de diciembre, momento en que la selección española sub21 debutará en ... el Campeonato del Mundo de hockey, tres cántabras lo escucharán desde una posición privilegiada. Ellas son Esther Canales (Santander, 2004), Teresa Sáenz de Santa María (Santander, 2004) y Gabriela Pérez (Santander, 2005), un trío de paisanucas que atravesarán el planeta para vestir la camiseta rojigualda en la máxima competición. «Nervios, responsabilidad, exigencia... Un poco de todo», admite la mayor de ellas -por cinco meses, eso sí-, Esther, jugadora del Sardinero. Las dos primeras son ya veteranas, ambas estuvieron en el mismo estadio de la capital chilena en 2023. «Una pasada volver», señala Teresa, jugadora del Tenis, para quien desde entonces su carrera deportiva ha sido frenética, con Mundiales, Europeos o incluso concentraciones con la selección absoluta. La que debuta en la cita mundialista es la benjamina del grupo, Gabriela, que milita en el Junior barcelonés y desde allí compagina su exigencia universitaria y deportiva. «Es algo especial. Para mí es un orgullo ser una de las 18 elegidas y compensa todos los sacrificios que hay que hacer y las horas que echamos en el hockey», explica con una ilusión que se adivina en su tono de voz.
En la última concentración con las preseleccionadas españolas, los responsables del combinado sub 21 nacional hicieron pública la lista. De las tres, quien mejor recuerda aquel día es la propia Gabriela porque para ella fue la confirmación de un sueño y de un reto personal. «El año pasado me quedé fuera por una, fui la jugadora 19 para el Europeo y fue difícil. Esto es como un premio al trabajo y estoy muy contenta».
Ellas serán la noble representación cántabra en el otro lado del globo al máximo nivel, algo que para una región como esta es todo un logro. Y más podían haber sido si las lesiones le hubieran respetado a Carmen Fernández, jugadora del Tenis, que lo verá por la televisión por una más que inoportuna rotura del ligamento cruzado en su rodilla izquierda.
Entrenamientos con los equipos, días de selección, trabajo invisible en el gimnasio, clases en la universidad... suma y sigue. Esther y Teresa estudian medicina, y Gabriela, odontología, otra de las facetas que incluyen en una vida cuyo día a día recuerda a una partida de tetris. «Vas, vienes, mandas correos a los profesores para que te cambien los exámenes porque tienes que viajar y así a la carrera», admite Teresa, que hace poco ha tramitado su último cambio con uno de sus docentes porque el día 25 de noviembre se subirá al avión con sus compañeras y no podrá acudir a las aulas al menos en dos semanas. Si eso ocurriera sería una buena señal, porque significaría que España estaría luchando por las medallas.
Las tres han apostado fuerte por un deporte al que llegaron un poco por casualidad. A Esther y Teresa las involucraron sus primos. Ellos jugaban y de paso... «allí acabamos todos», señala con una sonrisa Esther, que con cinco años ya le daba al stick y pronto 'jubiló' a todos sus parientes. «Solo quedo yo». Más curioso fue lo de Teresa, que fue obligada, también por sus primos, y eso que el hockey no era santo de su devoción. «No me gustaba. De hecho me inventaba que llovía para que mis padres no me llevasen a entrenar», recuerda con ironía. Sin embargo, el destino le estaba reservando algo por descubrir. Años más tarde terminaría pasando un mes en Australia o la India con la selección absoluta de su país jugando a eso que «me entretenía a veces pero que no me apasionaba».
Esther y Teresa tienen poso. Viajan con los nervios que da la ocasión, pero ambas confiesan que será diferente a la primera vez. «Vamos con otro rol; hace dos años éramos muy pequeñas y ahora sí que tenemos más autoexigencia, más compromiso con nosotras mismas y ganas de querer hacerlo bien». Ese papel de 'nueva' lo encarna en esta ocasión Gabriela, quien cuenta las horas «para llegar, ver el campo, estar con el equipo, disfrutar de la experiencia e ir pasando y compitiendo al máximo» porque ella va con intención de «pasar a cuartos y luego lo que toque». La debutante mundial apareció en el hockey como una apuesta para «jugar con los amigos». Sus padres la apuntaron y luego ella eligió su camino. «Siempre decimos que los que seguimos en el hockey es porque lo vivimos, por pasión, porque lo hemos elegido», explica. Ella es otro de los ejemplos de los retos personales de este trío de talento de casa que contribuirá a que la selección mantenga su prestigio en el hockey. Hace tres años salió de casa siguiendo una doble vocación, profesional y deportiva y desde allí construye su destino. Lo mismo que hacen sus dos compañeras de expedición que recuerdan lo que hay detrás de algo tan significativo como lo que se avecina. «El hockey es así; hay que encajarlo en tu vida», añade Esther. «No sé qué decir. No se dónde pasamos más tiempo, si entrenando o en la 'Uni', por ahí por ahí», concluye.
El pasado es historia. A este talento precoz solo le queda futuro.
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