Una bestia negra venida a menos
El choque contra el Mirandés tiene pinta de revancha por el repaso rojillo al Racing el pasado curso, pero el cuadro burgalés, exiliado, está muy lejos de aquel nivel
El racinguismo soñó con el Mirandés la pasada temporada. Soñó mal. Porque el equipo rojillo se convirtió en una pesadilla para el conjunto cántabro. Su ... bestia negra. Cuatro partidos, tres derrotas verdiblancas y un empate agónico. Cinco goles a favor y diez en contra. Alessio Lisci y los suyos les ganaron la partida a los de José Alberto y, tras una espectacular temporada, se metieron en la final del play off de ascenso a Primera División. Pero es que de aquel equipo no queda prácticamente nada ni nadie. Del vestuario, sólo el cántabro Juan Gutiérrez y el veterano Sergio Postigo. Ni del espíritu de Anduva pueden tirar los jabatos, en puestos de descenso, y exiliados en un gélido Mendizorroza por las obras en su estadio.
El bicho que tanto temor despertó en el racinguismo la temporada pasada, ahora tiene una pinta bastante más dócil. Ahí está la trampa. Confiarse es el peligro. Los verdiblancos deben pensar que se enfrentan al mismo monstruo final de la campaña anterior. Y mantener el espíritu de revancha. De lo contrario, darán de comer a ese pez tan de El Sardinero que a Sebastián Ceria no le gusta que se nombre.
Un punto ha sumado el Mirandés como local en Mendizorroza esta temporada.
Sólo el cántabro Juan Gutiérrez y Sergio Postigo continúan en la plantilla de la campaña pasada
El Mirandés, tras diez jornadas disputadas, ocupa la penúltima plaza, sólo por delante del Zaragoza. Dos victorias, tres empates y cinco derrotas. El entrenador, Fran Justo, está discutido en el entorno, pero su puesto no peligra por el momento en un club que, además de apostar por gente con poca experiencia y futuro prometedor, tiene bastante paciencia con los inquilinos del banquillo.
Palmarés del Trofeo Chisco
Con un vestuario absolutamente nuevo y una media de edad bajísima, el Mirandés ha vuelto a realizar la misma arriesgada apuesta de siempre y que tan buen resultado le había dado... Hasta ahora, cuando le está costando demasiado arrancar y se está metiendo en una situación muy peligrosa. Ha ganado a Granada (1-2) y Albacete (1-4) y ha empatado contra Andorra (1-1), Valladolid (1-1) y Leganés (1-1).
De sus nueve puntos, apenas ha conseguido uno en su casa alquilada de Mendizorroza. Precisamente ese último empate frente al Leganés. Al Mirandés le está pesando muchísimo el no poder jugar en un estadio cuyo nombre, Anduva, ya tiene cierta mística en el fútbol español. Es pequeño, pero, por sus características y con el subidón a nivel social que ha dado el club en la última temporada, apretaba y mucho al contrincante. Tanto lo añora el cuadro burgalés que incluso ha llegado a solicitar permiso para volver a jugar en su campo aún con las obras de la tribuna principal en ejecución. De momento, no podrá hacerlo hasta, como mínimo, diciembre, aunque los más realistas hablan ya de comer el turrón y las uvas en Vitoria.
El ambiente se ha resentido. Por el eco del graderío vacío en el estadio del Alavés, porque el exilio ha dado pereza a algunos aficionados que no tienen ganas de desplazarse veinte minutos hasta la capital alavesa y porque, con los malos resultados, la asistencia también se ha ido viendo mermada a lo largo de los encuentros.
Quizá porque sabe cómo está la situación, ayer José Alberto, en la sesión matinal celebrada en los Campos de Sport, pegó un par de bocinazos a sus futbolistas. Fue un entrenamiento intenso, de muy buen nivel general, pero en cuanto vio un par de acciones ejecutadas al 80 por ciento, alzó la voz. No quiere ni una ni una miaja de relajación, menos aún después de disputar ante el Deportivo el mejor partido de lo que va de temporada. Y, seguramente también, porque el entrenador asturiano, pese a que tuvo un buen paso por Miranda de Ebro, tiene una espina clavada después de lo de la campaña pasada y quiere devolver la moneda.
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