La frustración de un campo de fútbol
No eran buenos tiempos cuando surgió el sueño de aquel campo. Eran los tristes años de la posguerra y Santander aún sufría las consecuencias del ... gran incendio de 1941, pero el alcalde, Emilio Pino, había comenzado su gran proyecto de reconstrucción. Tenía en la mesa de su despacho los nuevos planos de la ciudad, ya estaban en marcha las subastas de los solares de la zona incendiada, y el proyecto del túnel para unir el centro con la estación de Renfe (el Pasaje del ministro Peña) era una realidad. Y en su cabeza giraba la idea de construir un campo municipal de deportes de acuerdo con el prestigio de Santander y del gran equipo que había surgido en la ciudad: el Racing.
El Racing no tenía campo propio. Continuaba como inquilino de los Campos de Sport. El club ya había pensado en alguna ocasión construir uno propio. La primera vez que se planteó con cierta seriedad fue en 1919, debido a que la familia Castañeda, propietaria de los terrenos, había subido demasiado el alquiler. Por ello se convocó una junta extraordinaria el 23 de noviembre que acordó «abandonar los Campos de Sport y que la directiva realice las gestiones necesarias para buscar un nuevo campo». Al acuerdo siguió la petición a los socios para que adquirieran unos bonos-anticipo con el fin de redactar el proyecto y emprender las obras. Incluso se habló con el arquitecto Ortiz del Valle y se pidió un crédito de 15.000 pesetas. Pero la directiva se encontró con problemas y ante el fracaso de la operación, presentó su dimisión.
La idea de Emilio Pino de construir un estadio iba destinada a varios deportes, aunque el Racing era la principal prioridad al haber demostrado su potencial en los primeros años de la Liga con su gran afición. Pero alrededor del campo había un plan más ambicioso. Tras visitar los terrenos de la prolongación de Tetuán, el alcalde y el concejal de deportes, Fermín Sánchez, decidieron el lugar. El propio Fermín Sánchez (Pepe Montaña) dejó escrito en su famoso 'Archivo Deportivo' el lugar elegido: «Es en la Gándara, la subida clásica que tantas veces habíamos pisado trazando recorridos para las carreras de campo traviesa. Nos parecía lejos de la ciudad. Esto, para Pino, no era obstáculo. El hombre que había hecho, contra todos, un túnel, haría otro. Él pensaba en atravesar el Paseo del Alta, del de General Dávila, por bajo de la colina, abriendo la primera boquilla por el final de la calle del Río de la Pila y haciendo la salida por la garganta de Las Llamas, por cerca del campo de deportes que se iba a proyectar. Y allí mismo se decidió hacer el stadium municipal».
El pleno lo aprobó y en los presupuestos municipales de 1944 se incluyó la previsión de los primeros gastos. Se encargó un estudio al arquitecto Ramiro Sáinz Martínez. El proyecto presentaba una instalación para más de 38.000 espectadores, con una tribuna cubierta, campo de fútbol rodeado de una pista de atletismo de ceniza y un velódromo. Se presentó para su aprobación a la Delegación Nacional de Deportes y a los responsables federativos nacionales de fútbol, atletismo, ciclismo y bolos. Pero Emilio Pino fue destituido y el proyecto se desvaneció.
Fermín Sánchez, romántico impulsor del deporte, periodista, historiador, concejal y promotor del proyecto, dejó testimonio de la historia de este frustrado campo de deportes santanderino en su 'Archivo Deportivo de Santander' (1948), obra fundamental para conocer la historia de dieciséis modalidades deportivas que finaliza precisamente con el apartado del estadio municipal con estas palabras: «He traído como final de este archivo estas notas sobre el estadio para que los hombres de buena fe que hay en Santander, que sientan el deporte y amen a la juventud, conozcan dónde está dormido un proyecto que todo Santander pide que se haga con urgencia... Pido a Dios, con toda mi alma, que estas esperanzas me las permitan ver convertidas en realidad».
Antes de su muerte, Fermín Sánchez González (Santander, 1893-1971) pudo ver en 1954 cómo el Racing logró hacerse con la propiedad de los Campos de Sport y cómo se construyó en 1969 en La Albericia el Complejo Municipal José Antonio Elola (hoy denominado Ruth Beitia). Era parte de su sueño. Menos mal que no alcanzó a ver cómo el ayuntamiento se aprovechó de la angustiosa situación económica del Racing para arrebatarle su más importante patrimonio, los antiguos Campos de Sport. Con aquella operación urbanística se dotó a los santanderinos de un parque único con el que la ciudad tendría que estar agradecida. Es cierto que el Racing goza desde 1988 de un campo municipal para continuar su actividad, una actividad que con la llegada de las sociedades anónimas deportivas se ha extendido al terreno empresarial, además del futbolístico. Si las administraciones públicas alardean de crear las bases para el desarrollo de las empresas, ¿por qué se niega al Racing su capacidad de crecimiento limitando las posibilidades que ofrece el campo de fútbol para el club, para la ciudad y para la comunidad autónoma?
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