Borrar
Juanjo Santamaría

El Racing nunca camina solo

Los aficionados acudieron a la cita con la plantilla para el paseo antes del partido, aunque en el campo no se pudo pasar del empate

Leila Bensghaiyar

Santander

Domingo, 13 de abril 2025

Un ligero chirimiri, pero nada serio. Hasta la lluvia entendió que hay días en los que no se puede estorbar y paró como si alguien hubiera apretado un botón. El Racing salía a la calle. Desde el Hotel Palacio del Mar comenzó su paseíllo, con algo de retraso, eso sí. Bufandas, banderas, camisetas y un estadio con hambre.

Jugadores, técnicos, utilleros y la gente que trabaja en la sombra y también es parte del club. Más que un equipo parecían una familia cruzando el pasillo de casa para salir a defenderla.

A ambos lados de las vallas el racinguismo esperaba con expectación. Había gente. Bastante. Aficionados que habían comido pronto o que directamente habían dejado el tenedor en la mesa. Familias, chavales, jubilados con la bufanda en la mano y un incansable 'speaker' animando al personal megáfono en mano. «Racing Santander no te abandonaré, nos van a ver volver», «Vamos dale Racing, vamos campeón», cantaban los verdiblancos haciendo ondear las bufandas en alto.

José Alberto saludando a la afición.

Ver 12 fotos

José Alberto saludando a la afición. Juanjo Santamaría

Era una caminata corta, desde el hotel al estadio, apenas cien metros, pero con un significado enorme. Varias bengalas se alzaron sobre las cabezas e iluminaron la tarde al paso de los jugadores. El partido empezaba ahí, en ese paseo de poco más de tres minutos, pero cargado de intención. Los primeros en notarlo fueron los niños. «Mira mamá, ahí va Arana». Después, los padres. «Salúdale, dile algo, dile algo, que hoy ganamos« »¡Vamos Racing!«. Los móviles comenzaron a grabar desde que apareció el primer jugador hasta que pasó el último.

Al llegar a la zona de las peñas, la cosa subió medio grado. Ahí el calor era otro. No por la temperatura, que seguía siendo la de abril en el norte, sino por la cercanía. Manos tendidas y fotografías. La hora no era ideal, pero si el racinguismo tiene algo es que siempre aparece. Hoy, con paraguas en la mochila y móvil en mano, volvió a demostrarlo.

Paseíllo

La plantilla caminó desde el Palacio del Mar hasta el estadio entre los cánticos de los aficionados

No hay billetes

Los Campos de Sport vivieron su séptimo lleno técnico en lo que va de temporada

La cosa iba de mirar a los jugadores a los ojos y gritarles que están con ellos antes de jugarse algo más que tres puntos. A las 16.15 horas esperaba el Castellón, pero ese 'vamos juntos' fue el primer gol del día. El Racing caminó con su gente. Y eso, en un fútbol que a veces va demasiado rápido, ya es bastante.

En el interior de El Sardinero todo vendido. El Racing colgó el cartel de 'No hay billetes' ayer por la mañana. Y es la séptima vez esta temporada. 'La Fuente de Cacho' resonó con fuerza en el estadio completando la liturgia de cada domingo mientras las bufandas se alzaban por encima de las cabezas. Cuando el pitido inicial rasgó el aire, la Gradona entró en modo piñón fijo. Las banderas ondearon el aire y las órdenes del 'speaker' organizaron a los aficionados para que se convirtiesen en una sola voz. El espectáculo que había comenzado fuera, continuó dentro.

Los primeros momentos de tensión, y con ellos las primeras protestas de la parroquia verdiblanca, llegaron a los trece minutos cuando Pablo Rodríguez cayó al suelo dentro del área, pero el colegiado decretó saque de esquina. Y poco después, de la protesta al aplauso. El que se llevó Jokin Ezkieta cuando Cala, prácticamente solo ante el navarro, falló un disparo cantado que el meta desvió a córner.

Los jugadores del Racing se acercaron a saludar a la Gradona al término del partido

Y en esas andaba el Racing, cuando ocurrió. El gol de Karrikaburu, después de dos oportunidades del Castellón, casi echa abajo El Sardinero. La grada lo celebró incluso antes de que el balón entrase en la portería, porque el disparo de Karrikaburu pilló a Gonzalo, el portero rival, adelantado y el navarro solo tuvo que mandarla a puerta vacía. El balón rodó telegrafiado, casi a cámara lenta, hasta llegar al fondo de la red entre saltos, aplausos y gritos de «¡Goool!» de la parroquia verdiblanca, que se desgañitaba con el primero del partido. Hasta José Alberto se permitió festejarlo desde el banquillo con un gesto triunfal.

El asturiano no perdió la ocasión de dar indicaciones a Íñigo Vicente cuando el de Derio pasó por su lado y con los brazos en jarras esperó a ver si su plan daba resultado. Y no fue Vicente, pero sí Andrés quien la tuvo poco después en un lanzamiento que el meta del Castellón desvió a córner. El «¡Uuuy!» de la grada seguramente se oyó hasta fuera de Santander, mientras José Alberto daba un puntapié de fastidio al suelo lamentando la ocasión perdida. La Gradona seguía a lo suyo. «¡Vamos Racing, alé!», coreaban incansablemente desde la grada de animación.

Llegó el descanso y más de uno aprovechó para echar mano del bocadillo, porque con el paseo de la plantilla a eso de las 14.30 horas a muchos o no les había dado tiempo a comer o lo habían hecho muy pronto. Que los racinguistas habían repuesto fuerzas se notó sobremanera cuando Pablo Rodríguez casi hace el 2-0 solo frente a Gonzalo. Los aficionados se habían puesto ya en pie gritando y casi casi se tiraban de los pelos cuando la cosa se quedo solo en conato. No escatimaron tampoco en protestas cuando el árbitro decretó un saque de puerta y se comió una falta a Pablo Rodríguez, ni en cálidos aplausos en el momento de los cambios de Maguette y el propio Rodríguez, que fueron sustituidos por Vencedor y Rober González.

Silencio

El gol del Castellón en el diecinueve de la segunda mitad enmudeció por un momento a El Sardinero. Hasta la megafonía se quedó en silencio. Pero pronto el estadio recuperó de nuevo el pulso para animar a los suyos. «¡Somos un equipo!», y «¡Cómo te quiero!», chillaba la Gradona, mientras el público silbaba cada falta que sufrían los de José Alberto. El asturiano brincaba en la zona de banquillo y gesticulaba con los brazos sin parar.

Todo el estadio se llevo las manos a la cabeza cuando el palo repelió un disparo de Arana a puerta vacía y un sonoro lamento rasgó el aire. El gol rondaba, pero se le resistía a un Racing que no cejó en su empeño. De nuevo Arana lo intentó poco después, y nada. «Y dale, y dale, Racing, Racing», animaba la Gradona. «!Vamos chaval!», se oyó a una voz en la grada cuando Rober González se plantó ante Gonzalo. Pero nada. Las asistencias tuvieron que entrar para atender a Ezkieta, que se levantó entre aplausos, tras un choque con Camara. Al navarro todavía le dio tiempo a salvar una más. Otro mano a mano con Camara. El colegiado dijo que se acabó. Y menos mal. No hubo victoria, pero sí saludo de los jugadores a la Gradona. «Ahora más que nunca, Racing Santander», atronaba el estadio.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes El Racing nunca camina solo