El recibimiento se convierte en ritual

Antes de las 15.30 horas ya estaba todo preparado junto al Palacio de los Deportes. Las vallas, en su sitio. Sólo faltaba que los aficionados verdiblancos se fuese apostando para esperar a que equipo, que estaba concentrado en el hotel Puerta de Santander.

Las peñas hacían la previa en el barrio Tetuán y los establecimientos de alrededor de los Campos de Sport hicieron negocio. Las camisetas verdiblancas eran absoluta mayoría. Alguna del Mirandés había suelta, pero el grueso de la afición jabata llegó muy justa al encuentro.

Pasadas las 16.30 horas, el Mirandés, que pasó la noche en el Hotel Santemar, arribó al estadio, entre los silbidos intimidatorios de la parroquia local. Pero la mayoría de los verdiblancos solo miraban a la S-20, por dónde debía aparecer el autobús verde.

Y ya enfilaba el autocar cuando se produjo la anécdota. Un coche se coló en el recorrido. La evacuación del vehículo, con la apurada conductora, fue un visto y no visto. Parte de la afición se fue hasta donde ya no había vallas para esperar a los futbolistas. Se metieron en la carretera y el ritmo de llegada se ralentizó.

Poco a poco, llegó el momento de aparcar. Pasadas las 17.00 horas. Manu Hernando, Arana y Ezkieta disfrutaban en la parte de atrás del autobús, golpeando el cristal. José Alberto repitió como cabeza de grupo y los futbolistas recibieron todo el aliento de la hinchada.