César Caneda
Muy «desconectado» del fútbol tras su retirada, sigue aun así los resultados de sus antiguos clubes. Dos de ellos se enfrentan en tres días al Racing
César Caneda (Vitoria, 1978) nunca jugó en el Alavés, pero a lo largo de su larguísima trayectoria de más de veinte años tampoco perdió nunca ... de vista su ciudad natal. La misma que acoge hoy un duelo entre dos de sus exequipos, Racing y Mirandés. Llega solo tres días antes de que los de José Alberto se midan en Copa a la SD Logroñés, el club en el que se retiró del fútbol a los 42 años.
-Fue dejar el fútbol y regresar a Vitoria...
–Ya en los últimos años en Logroño iba y venía muchos días, porque monté un gimnasio en Vitoria y es a lo que me he dedicado desde entonces. Está muy bien situado, al lado de los juzgados.
-Que dos de sus exequipos jueguen precisamente en Vitoria ya es casualidad..
-Estuve en muchos clubes y se pueden dar esas coincidencias. Ahora vienen estos dos partidos seguidos, pero ya te digo que estoy un poco desconectado. Me suelo enterar de las cosas; miro los resultados y veo lo que excompañeros cuelgan en redes. En la Copa, con el nivel al que está el Racing, a la SD le será difícil meterle mano, pero es fútbol...
-¿Va a ver el partido en Medizorroza?
-No; estoy un poco desconectado. Ahora veo los de mis hijos y poco más; alguno por la tele, pero saliendo a las horas que salgo de trabajar lo que menos me apetece es ver fútbol. Ya lo exprimí bien y muy a gusto, y me siento afortunado por ello.
-Aun así, igual se encuentra a sus exequipos o a la afición por la ciudad...
-Los fines de semana suelo marchar fuera, a Castro Urdiales. Mi novia es de allí y tengo casa. Y según dónde jueguen mis hijos, puedo ir a verles o no.
-¿Con quién va el sábado? ¿Y el martes?
-No lo sé. Me da igual en el sentido de que tengo muy buenos amigos en los dos -o tres- equipos y las aficiones me trataron muy bien. En un Mirandés-Racing no me decanto porque me siento un privilegiado de haber jugado en ambos y sería injusto por mi parte quedarme con uno solo.
-Logroño, Bilbao, Santander, Miranda... Con la excepción del Sevilla, ¿buscaba equipos cerca de casa?
-No, la verdad. Son casualidades o circunstancias. La de futbolista es una profesión maravillosa, pero tiene esas cosas, que estás siempre con la maleta a cuestas. Además, estuve en ciudades increíbles y no me tuve que ir a ninguna fea. Sí que es verdad que en los últimos años me quedé por el norte porque tenía a mi familia en Vitoria y así podía ir y venir muchas veces. Al final, plantearte salir de tu zona tiene que ver con lo económico, que es lo que prevalece para que merezca la pena, y en los últimos años mi nivel ya no daba para eso (ríe).
-El César de 2002 y el Caneda de 2016 vivieron dos Racing muy diferentes...
-Sí. Cuando vas a un club de la categoría Racing y todo va bien, como en 2002, es muy bonito. Tuve la oportunidad de ascender y ver lo que supone. En la segunda etapa llegué con más canas en la cabeza, más experiencia y acostumbrado a mil batallas. Eres consciente de dónde te embarcas y de la responsabilidad, pero en cuanto me llamó Gonzalo (Colsa) no me lo pensé. Era un club que ya conocía, como a la gente del cuerpo técnico, y un proyecto ilusionante. Llegué con esa responsabilidad y me fui con la tristeza de no conseguir el objetivo.
-Más de dos décadas después, sigue siendo uno de los protagonistas del último ascenso a Primera del Racing...
-Es una etapa de la que guardo recuerdos con muchísimo cariño. Al final el Racing es un club que se merece algo más; todos somos conscientes. Por afición, por ciudad y por todo.
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