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Yeray reclama más protagonismo
Titular. Al canterano le tocó la difícil misión de sustituir al lesionado Mboula. Con diferentes características, cuajó un buen encuentro pese a la derrota verdiblanca ante el Levante
No comenzó demasiado bien ayer el encuentro para Yeray Cabanzón; como al resto del equipo, el Levante se le atragantó durante la primera media hora. ... Para los virtuosos como él, además, las imprecisiones son el peor enemigo. Y los suyos parecían atenazados por los nervios.
En la banda derecha, y con la difícil papeleta de hacer olvidar al lesionado Mboula, de largo el jugador más en forma de la plantilla, las cosas no arrancaban demasiado bien: el lateral Álex Muñoz, que parecía su sombra, y el extremo Musonda Jr. les comían la tostada a él y a Dani Fernández, tanto en defensa como en ataque. Y el Levante debía oler sangre, porque cargaba el juego por esa banda.
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Pues no va a ser tan fácil
Los augurios no eran buenos para el de Isla, relegado a un papel de secundario, persiguiendo balones imposibles sobre la línea de banda. Y eso que Pombo, tras el gol rival, le buscó y le dijo algo, como si fuera una conjura particular. Sin embargo, luego no le buscaba. Como si no le viera.
El que sí le vio, en cambio, fue José Alberto, que a la media hora le llamó a capítulo: señaló atrás y luego hizo el gesto de empujar. ¿Más implicación? A la orden: el siguiente balón en largo lo pelea con uñas y dientes, y aguanta una tarascada para cedérselo a Pombo, que se la devuelve pegado a la cal. Yeray caracolea entre tres rivales y ve a Íñigo Vicente, que le llama desde la otra banda. La diagonal le deja en franquicia en el área, pero el ataque se embarulla, con varias pérdidas sucesivas, hasta que el canterano ve un balón perdido en el área grande. Y al gigante Iborra interponiéndose entre ambos. El diez granota comete entonces un error: se tira al suelo para barrer la pelota. Cuando se da cuenta de que está dentro del área y encoge la pierna ya es demasiado tarde: Yeray ha caído y el árbitro ha pitado, señalando el punto de penalti.
El error de Pombo en la pena máxima hará que le ceda el protagonismo a Yeray, que desde ese momento pasa a comandar el juego ofensivo. Diagonales, aperturas al espacio, balón parado... La claridad y las ideas las ponía Cabanzón. Lástima que no pudiera poner también la definición. Además, otro factor le favorecería: el cambio de pareja a mitad de baile, con la salida de Son en el lateral. Más correoso, pero mucho menos pegajoso.
La segunda parte comenzó con idéntico guion: desde el mismo saque inicial, Yeray buscó la sorpresa, con un envío teledirigido para Roko. Casi.
De nuevo, el joven se haría omnipresente. Con el equipo empeñado en sacar el balón jugado desde atrás, Yeray ponía el desborde y la triangulación. Así, el campo se inclinaba hacia la banda derecha.
En el minuto 50, golpe franco a favor del Racing. Aproximadamente, en el mismo lugar desde donde marcó el Levante. Pombo y Yeray toman posiciones ante el balón. El veterano le pasa la mano por la cabeza al novato. «¡Deja tirar al chaval!», se escucha desde la grada. De hecho, ya había lanzado una en la primera mitad, cedida por Íñigo Vicente. Esta le saldría muy centrada, pero el joven sigue escalando en la jerarquía.
Hacia la hora de juego, Yeray pareció tomar un segundo aire. El aumento de revoluciones le hizo omnipresente en ataque. Le sobraría algún recorte, pero la entrega era indudable, llegando al área en posición de remate en un par de ocasiones.
Poco a poco, sin embargo, Pombo iría rehaciéndose y reclamando su espacio. Cuando el mediapunta decidió caer hacia la derecha, decayó el protagonismo de Yeray. No veía sus desmarques. Y cada balón perdido propiciaba un contragolpe. Son empezó a exigir más defensivamente al cántabro; aunque el verdiblanco le rebañó un gran balón en línea de fondo, era evidente que ya no le quedaba mucha gasolina. Aun así, en el setenta el míster sentó a Pombo y no a Yeray.
Le daría diez minutos más, hasta el ochenta, para dirigir la avalancha verdiblanca. Yeray tendría en la cabeza el empate, pero no pudo rematar con claridad en el punto de penalti un pase de Saúl García. A continuación, Cedric le estorbó en en el área. Y luego se inventaría un caño para buscar entre líneas a Íñigo Vicente.
Con el estadio volcado, el joven la pedía una y otra vez, echándose el equipo a la espalda. A pesar de su gran partido, el balón finalmente no quiso entrar.
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