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A veces, las decisiones más importantes para un territorio no se toman en despachos, sino sentándose en círculo, cuaderno en mano, escuchando lo que cada persona tiene que decir. Eso es precisamente lo que ha hecho el Geoparque Mundial de la Unesco Costa Quebrada, detenerse, reunir a su gente y preguntarse colectivamente hacia dónde quiere caminar tras haber obtenido la designación que la posiciona en el mapa mundial.
En las últimas semanas, el equipo gestor del geoparque ha impulsado la realización de varias mesas sectoriales que han supuesto mucho más que una consulta técnica. Estos encuentros han sido un ejercicio de corresponsabilidad y reconocimiento de la diversidad de miradas que habitan el territorio. Y también, una forma de consolidar el modelo participativo que ha caracterizado a Costa Quebrada desde sus inicios en el año 2003.
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Esta iniciativa ha movilizado a más de 90 personas en representación de sectores estratégicos: conservación ambiental, producción local, turismo, participación ciudadana y ganadería. En total, cinco mesas sectoriales y una jornada intersectorial que han generado más de 240 aportaciones y cerca de 200 horas de trabajo. Ideas, preocupaciones, propuestas y también advertencias que se integrarán en el documento que será elevado al Comité de Gobernanza del Geoparque formado por representantes de los ocho ayuntamientos que integran este territorio, y las cuatro consejerías del Gobierno de Cantabria (Medio Ambiente, Ganadería, Educación y Cultura).
El lunes 5 de mayo se ha celebrado la mesa intersectorial con el objetivo de poner en común lo compartido en cada mesa sectorial. La iniciativa ha permitido hacer visibles tensiones latentes, pero también numerosos puntos de encuentro que apuntan a una visión compartida del territorio. Sin duda un indicador de que se necesita mucho debate para lograr que cuando vuelvan los evaluadores vean un territorio que se enorgullece y quiere ser Geoparque Unesco y pertenecer a la Red Global.
Qué se dijo, qué preocupa, qué se propone
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Desde el ámbito de la conservación, la percepción general es de alerta. Se advierte sobre los impactos crecientes del turismo no planificado, la expansión urbanística y la pérdida de biodiversidad. Los integrantes valoran positivamente el reconocimiento de la UNESCO, pero exigen una respuesta normativa clara y efectiva.
Se plantean medidas urgentes como la regulación del uso público, la mejora de la señalética interpretativa y la necesidad de establecer criterios de carga para evitar la saturación de espacios naturales sensibles.
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Quienes trabajan la tierra y transforman sus productos en el entorno de Costa Quebrada expresan una visión ambivalente. Valoran el proyecto, pero reclaman mayor visibilidad y apoyo desde las administraciones. Su mensaje clave es el no permitir que el «Territorio Costa Quebrada» se reduzca a un decorado para el turismo.
Proponen reforzar el relato identitario del geoparque, integrar al interior rural en las estrategias de promoción y favorecer canales cortos de comercialización con un sello propio vinculado al geoparque.
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El sector turístico se mostró especialmente proactivo. Reconoce el atractivo que representa formar parte de un geoparque Unesco y se compromete con una gestión responsable. Pero también pide apoyo en materiales formativos, coherencia institucional y espacios estables de colaboración entre empresas, administración y comunidad científica.
En sus propuestas destacan la necesidad de ofrecer experiencias alineadas con los valores del territorio —educativas, inclusivas, interpretativas— y de fomentar la desestacionalización del turismo.
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La mesa de participación ciudadana puso sobre la mesa un elemento transversal: el sentimiento de pertenencia. Quieren un geoparque que no solo proteja el patrimonio geológico, sino que también cuide la vida cotidiana, la cultura local y el tejido social.
Reclamaron que se escuche a las asociaciones vecinales, educativas y culturales, y que las decisiones no se limiten a los espacios técnicos o institucionales. Se valoró especialmente la calidad del proceso participativo, pero se pidió continuidad: «La participación tiene que ser permanente, no puntual», señalaron.
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Este sector optó por no participar en las dinámicas colectivas, pero trasladó su visión de forma adaptada. El tono fue crítico. Advirtieron sobre una creciente sensación de agravio, el temor a normativas restrictivas y la falta de reconocimiento del sector primario como actor esencial del territorio.
Defendieron el respeto a la propiedad privada, la necesidad de compatibilizar conservación con actividad productiva y la urgencia de frenar el abandono rural con medidas reales, no solo declaraciones simbólicas.
Las ideas recogidas se están sintetizando en un documento que servirá de base para orientar la toma de decisiones del Comité de Gobernanza del Geoparque. Pero más allá del contenido, el proceso en sí mismo refuerza una forma de gobernar basada en la cooperación, el respeto mutuo y el conocimiento compartido.
La asociación Costa Quebrada, equipo gestor del Geoparque, reconoce que esta es solo una primera etapa. La implicación de la sociedad civil en la planificación y gestión del Geoparque es una condición clave de la Red Mundial de Geoparques, y también una oportunidad para construir una cultura democrática del territorio. Precisamente, esa participación constante de la sociedad civil fue una de las fortalezas de la candidatura para los evaluadores de la UNESCO.
Estos mimbres pueden servir para tejer una metodología basada en el diálogo y que esta sea la hoja de ruta participativa del Geoparque. De hecho, en estos meses se realizará una jornada donde se expondrá el documento resultante de todas las mesas, donde estarán invitados representantes de la Administración, ya que son también protagonistas de este proyecto común.
Costa Quebrada se encuentra en un momento determinante. Ser parte de la Unesco le otorga visibilidad internacional, pero también exige coherencia, planificación y compromiso. La buena noticia es que el territorio no parte de cero: aquí hay historia, hay tejido social y hay voluntad.
Este abordaje donde se incluye a todos los que integran Costa Quebrada es la muestra de que otro modelo de desarrollo local, arraigado y participativo, es posible. Un modelo en el que las personas que viven y trabajan el territorio no son invitadas a opinar, sino protagonistas de las decisiones.
En Costa Quebrada, la participación no es un eslogan, sino una herramienta concreta, útil y necesaria para sostener un territorio que quiere avanzar sin perder su esencia.
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