Las raíces gitanas de Chaplin
Desde la primera pieza fue evidente que los hermanos Rosenberg iban a llevarse a su terreno las composiciones gypsys del celebérrimo Charlot
De entre todos los 'palos' del jazz, tal vez el gypsy swing sea uno de los más vistosos y, desde luego, de los más divertidos. ... El éxito de la jam session de la edición de 2024 propició una nueva visita a Santander del Mozes Rosenberg, en este caso a dúo con su hermano Stochelo, y además con un repertorio muy especial: las composiciones musicales de Charles Chaplin. Como manda la jerarquía familiar, la voz 'contante' la llevaría Stochelo, el hermano mayor, que desveló que la génesis del espectáculo: una visita de Michael Chaplin, hijo del celebérrimo Charlot, que propuso a Rosenberg adaptar varias piezas de su padre para un documental sobre las raíces romaníes del pionero del cine. Una tarea que emprendió junto a su hermano Mozes y el contrabajista Mateusz Nikolaewski.
Desde la primera pieza, 'This is my song', fue evidente que los Rosenberg iban a llevarse las composiciones a su terreno: en lugar de los arreglos algo almibarados de la época, las cuerdas zíngaras y juguetonas se entretienen en cada fraseo, alargan la melodía buscando el requiebro inesperado y, sobre todo, aligeran el tempo hasta contagiar el ritmo a la concurrencia, que cuando llegó la conocida 'Limelight', de la película 'Candilejas', ya estaba completamente entregada.
Faltaba, eso sí, una gran sorpresa: cuatro cuerdas más, éstas a cargo del violinista Costel Nitescu, quien también repetía visita al Festival Internacional. El rumano se mostró especialmente inspirado, y en algunos temas incluso se atrevió con un sorprendente pizzicato. Un gran contrapunto para lo que en realidad se estaba fraguando sobre el escenario, que más que un duelo entre Rosenbergs –Stochelo había reconocido que, de los cinco hermanos, Mozes, el más joven, es el mejor guitarrista–, en realidad fraguaron una magnífica muestra cooperativa, donde se iban pasando el testigo con apenas mirarse: uno terminaba los punteos del otro, para deleite de un público que disfrutaba abiertamente, con ovaciones en prácticamente todas las canciones.
Claro que no solo de Chaplin vive el espectáculo, así que aprovecharon para incluir algunas composiciones propias, en la misma línea estilística; sobre todo destacó 'Flaming toasts', una maravillosa humorada en recuerdo del incendio de un hotel 'provocado' por Mozes al tratar de tostar un par de rebanadas de pan. Tocaron con tanto fragor que Stochelo acabaría secándose con una toalla: «¡Me han hecho sudar!».
De propina, un regalo inesperado: 'Gypsy', una pieza inédita que Chaplin escribió para 'El gran dictador' pero nunca llegó a grabar. La pudo escuchar en primicia el público que, tras hora y media embelesado, todavía pidió más.
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