La Fuga desborda La Lechera
Llamó la atención la mezcla generacional, algo que no es habitual en los conciertos de rock
Por si había alguna duda del poder de convocatoria de la Fuga en esta tercera reencarnación, media hora antes del concierto de los reinosanos los ... accesos estaban colapsados, con el rumor de que ya se había superado el aforo corriendo por las colas.
Ya dentro, y rozando el overbooking, parecía haberse declarado una guerra de camisetas: unos lucían la de La Fuga, otros la de Mägo de Oz. Los dos grupos compartían cartel, pero en este caso el orden de actuación no implicaba jerarquía; habitualmente, el público pasa de teloneros y se reserva para el cabeza de cartel. Sin embargo, y una vez visto el llenazo, la duda era si los seguidores de la Fuga se quedarían a ver el resto del espectáculo. Lo que sí llamaba la atención era la mezcla generacional; no es habitual en los conciertos de rock, y menos ante grupos con casi treinta años de trayectoria, pero además de viejos rockeros esta vez había treintañeros, veinteañeros y hasta grupos de adolescentes. Y pronto se podría comprobar que, además, se sabían las canciones
El concierto arrancó con retraso, pero siguiendo los cánones: de una nube de humo azul emergió en solitario Nando G. Miguel, con el sombrero calado, arrancando a su guitarra el riff de 'En vela'. Parecía un truco de David Copperfield: cuatro acordes, y de repente el reloj retrocedió dos décadas. Ya con la banda completa, no dio ni tiempo a fijarse en el cambio de cantante, porque el «¿Quién te ha robao la primavera?» lo cantó en bloque el público.
Obviamente, Xavi Moreno no es el vocalista original, pero su timbre y su manera de interpretar –quizá arrastrando bastante menos los finales de verso– encajan bastante bien con un repertorio que, la verdad, se defiende solo. Sobre todo, porque los arreglos son muy respetuosos con la versión original, y el sonido, impecable. Y es que la sección rítmica, con el incombustible Edu Sierra a la batería y el novato Sergio Sainz al bajo, estuvo rotunda y tremendamente enérgica, redondeada por las afiladas guitarras de Xavi y, sobre todo, la solista de Nando, al que jalearon en cada solo.
Las odiosas comparaciones tocarían al llegar los temas nuevos; cayeron tres de los últimos singles, adelantos del disco que saldrá en otoño: 'Este blues', 'Demasiado tarde' y 'Cada vez duele menos'. La buena noticia es que su ADN es 100% La Fuga; podrían haber aparecido en cualquier disco de los dos mil y apenas se notaría la diferencia. La mala es que el personal, sobre todo en las primeras filas, esperaba los clásicos.
Y cayeron, cómo no. Uno tras otro: 'Majareta', 'Baja por diversión', en 'Pedazo de morrón soltaron globos gigantes' y durante 'Jaleo' hubo bengalas. Una fiesta, claro. Hasta que llegó 'Por verte sonreír' y la despedida, que dejó al público coreando el «uoh, uoh, uoh» del estribillo en lugar del manido 'Otra, otra'.
Los bises serían de traca: 'No solo respirar', 'Heroína', 'Buscando en la basura' y la indispensable 'P'aquí, p'allá'. Y para redondearlo todo, los dos guitarristas salieron corriendo del escenario y terminaron una de las canciones entre el público, que les hizo corrillo. Lástima, eso sí, la manía esa de las zonas Vip, pura antítesis del espíritu del rock, pero claro, contra el 'show business' es muy difícil luchar.
Al final, tras casi hora y media de descarga, los músicos se despidieron en olor de multitudes. No siempre es fácil triunfar en casa, y más tras varios cambios de trayectoria. Pero cuando los de abajo cantan incluso más que los de arriba, todo va rodado.
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