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El director de orquesta alavés Diego Martín-Echevarría regresa este viernes a Santander. MICHAL NOVAK
«Los músicos españoles aún deben salir fuera para acabar de formarse»
Diego Martín-Etxebarria Director de orquesta

«Los músicos españoles aún deben salir fuera para acabar de formarse»

El maestro, que el viernes, estará al frente de la Orquesta Ciudad de Granada en el Palacio de Festivales, cree que aquí hay centros «fantásticos», pero que la «clave» está en Centroeuropa

Rosa Ruiz

Santander

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Miércoles, 13 de enero 2021, 13:04

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«Te voy a decir algo que mucha gente no sabe. Yo soy medio cántabro. Mi padre es de Santander, mis abuelos vivían allí y mi hermano estudió Medicina en la Universidad de Cantabria. Así que conozco bien la ciudad y para mí es un gran placer actuar en el Palacio de Festivales al que tantas veces he acudido como público». El viernes Diego Martín-Etxebarria (Amurrio-1979) lo hará como director de orquesta, uno de los más demandados en los últimos años, que en 2016 ya pisó la sala Argenta para dirigir a la Joscan y que ahora regresa con la Orquesta Ciudad de Granada. Pese a lo difícil que se lo ha puesto la tormenta Filomena, ayer consiguió llegar a la capital andaluza y comenzar los ensayos con unos músicos a los que también dirigió en 2012 y 2013. Recién nombrado Principal Director Residente del Teatro de la Ópera de Chemnitz, instalación que ahora permanece cerrada por el covid, este músico, oboísta en primera instancia, no pierde el optimismo, ni la pasión.

–Cuéntenos algo del concierto que va a ofrecer el viernes.

–Es un programa muy accesible para el público y muy agradable algo que vendrá bien en estos tiempos tan raros. La primera obra que tocaremos es la sinfonía nº83 de Haydn. Se titula 'La Gallina' y es muy graciosa porque en el segundo tema del primer movimiento la orquesta tiene que interpretar a un grupo de pollitos comiendo pienso del suelo, un efecto que era tremendamente novedoso en la época en la que se compuso. Después haremos el concierto para chelo nº1 de Saint-Saëns con Orfilia Saiz Vega de solista. Se trata de uno de los grandes repertorios para este instrumento y un vehículo de lucimiento para el solista.

–Y concluyen, nada más y nada menos que con 'La italiana'.

–Así es. La archiconocida sinfonía de Mendelssohn que a lo mejor por el nombre mucha gente no la conoce pero que en cuanto suena el primer compás todo el mundo es capaz de tatarearla.

–El título de su biografía podría ser de Amurrio a Alemania pasando por Tokio. ¿Qué significan estos tres lugares para usted?

–Te olvidas Barcelona (ríe). Ser artista implica viajar desde muy pronto. Y es algo que siempre recomiendo a la gente que está estudiando: Hay que salir de casa, hay que conocer muchos sitios y sobre todo, en el ámbito de la música clásica, la clave está en ir a Centroeuropa. Es clave porque allí llevan quinientos años haciéndolo. En España hemos corrido una barbaridad y ahora mismo hay unos centros superiores fantásticos para estudiar, pero claro, la tradición de música clásica que tenemos en España ha ido a trancas y barrancas y por muy bien que nos formen al final hay que salir para ver otras cosas.

–Háblenos lo que usted ha vivido en todas esos lugares.

-Decidí quedarme en Alemania, porque es un país que tiene muchas puertas profesionales abiertas. Después lo que pase con tu futuro depende de ti, pero cuando mínimo hay un camino de inserción laboral que en España es más complicado. Sobre todo en mi ámbito. Ser director de orquesta en España es muy complicado.

–En 2015 ganó el primer Premio, el Premio Hideo Saito y el Premio Asahi en el Concurso de Dirección de Orquesta de Tokyo. ¿Ese concurso le cambió la vida?

–Cambiaron mucho las cosas y me dio mucha repercusión. Para eso nos presentamos a los concursos que no son una experiencia agradable porque competir con otros músicos siempre es muy raro. Yo allí me sentí muy bien. Es un país al que me iría a vivir mañana.

–¿En qué momento de todo este periplo dejó el oboe en el estuche?

–Fue de forma paulatina, desgraciadamente porque ahora hace años que no lo toco. Al principio mantuve las dos cosas, pero el oboe es un instrumento muy poco agradecido cuando no le dedicas horas.

–Hablaba antes de la situación de la música clásica en España. ¿El covid la perjudicará mucho?

–Totalmente. Yo pensaba que ahora se iba a apostar más por los artistas de proximidad y para nada. Pero no sólo en España, está pasando a nivel mundial que cómo se han reducido tantos los conciertos o los espectáculos de ópera, las grandes estrellas están aceptando proyectos que en otras circunstancias no hubieran podido hacer, con lo cual el hueco que queda para artistas es más pequeño que el que había antes. Todo ha bajado un escalón y a mí la que me preocupa ahora es la gente más joven que en teoría ahora tendrían que dar el paso a saltar a la vida profesional y para ellos esto ha sido letal.

–La ópera siempre ha estado muy ligada a su carrera. ¿Qué proyectos tiene ahora?

–Me lo paso genial en el foso. Ya me lo pasaba cuando era intérprete. Como la mayoría de mis colegas empecé a dirigir con el sinfónico, pero en Alemania la ópera es religión y ahí pude convertirla en la base de mi repertorio. Allí se trabaja muchísimo. Esta temporada era mi sueño máximo porque iba a hacer mis primeros Wagner, entre otras cosas, pero ahora está todo cancelado por el covid.

–Los programadores en Cantabria dicen que no traen ópera porque es muy cara. ¿Qué les diría?

–El problema es que en Santander no hay una infraestructura de ópera. El Palacio de Festivales es maravilloso pero no hay una orquesta profesional que la pueda interpretar. Ahora hay un proyecto dirigido por mi amiga Paula Sumillera que lo está intentando y que confío llegue a buen puerto. Pero claro, mientras tanto para hacer una ópera hay que contratar todo: orquesta, coro, escenografía... y eso, efectivamente en carísimo. Nunca he entendido como un lugar como Santander con un sitio como el Palacio no tenga una orquesta.

–Trabaja con músicos de todas las partes del mundo. ¿Qué es lo que les une?

–Lo que nos gusta nuestro trabajo a pesar de todas las dificultades que conlleva.

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