«Si los niños se divierten con la música popular, se hace más necesaria que nunca»
Entrevista ·
El dúo burgalés, creador de un universo de instrumentos singulares y una defensa del legado sonoro de la música tradicional, recala esta noche en el Festival Cabuérniga FolkEn septiembre, tienen previsto un concierto con Rozalén en el Auditorio Nacional, y por delante, viajes a Marruecos, Paraguay o Estados Unidos. Todo ello mientras saltan por los pueblos de la geografía nacional. Por ejemplo, a Cabuérniga, donde los Fetén Fetén estarán esta noche (21.30 horas) como parte del festival folk del valle. Diego Galaz y Jorge Arribas no tienen la cuenta exacta de cuántos países han visitado -más de cuarenta- ni de cuantos instrumentos saben tocar entre ambos -también podrían ser cuarenta-, pero lo que saben perfectamente es que la pasión por lo que hacen es el motor que les impulsa desde que la aventur arrancó allá por 2009.
-¿En qué punto se encuentra Fetén Fetén en este momento?
-Pues Fetén está en un momento dulce, preparando un nuevo disco, que ya nos toca, disfrutando de una posición muy bonita, porque nos va muy bien sin tener un éxito apabullante ni nada parecido, pero tocando en los sitios que queremos tocar. Y disfrutando también de combinar nuestro proyecto con las giras de Fito, que comenzarán pronto.
-Hacer lo que quieren hacer no es un aspecto menor
-Sí, sí, es muy difícil, porque en los tiempos que corren ya no es que una compañía te diga lo que tengas que hacer, es que el mundo, las redes sociales, la inmediatez está dotando de una presión exagerada a los proyectos que vemos florecer. Y cuando puedes permitirte estar casi 4 años sin un disco nuevo, seguir trabajando y sobre todo, viendo que puedes seguir jugando y no tienes ninguna línea a seguir más la que ha sido siempre, que es ser honestos con lo que nos gusta, en definitiva, es una situación cómoda. A ver; en este trabajo nunca estás cómodo del todo, pero no deber nada a nadie y podervivir de la música, no creo que haya una situación mejor.
-Ha utilizado el verbo jugar. ¿En ciertas situaciones sienten que eso es lo que están haciendo?
-Sí, es de las pocas cosas que cuando se traduce al inglés tiene un sentido brutal porque play es jugar y es tocar. Al final es un juego. Cuando puedes hacer algo creativo sin tener una presión mediática o de una compañía, estás jugando. Nosotros cuando nos metemos en los estudios de casa, que son los en los que estamos grabando ahora, es un juego de niños absolutamente, un juego de niños que se basa en cierta rigurosidad que intentas transmitir a la música, no hacer cualquier cosa, claro. Estos años nos han dado un poco de oficio, pero más allá de eso es un divertimento absoluto, sobre todo cuando estás creando. Luego cuando escuchas, pues nos volvemos más conservadores e intentamos hacer las cosas mejor. Nuestros conciertos queremos que sean eso también para el público; una conexión a una creatividad que tiene que ver con la infancia, sin duda.
-Divertido, pero con su parte de exigencia.
-Parece que nuestro oficio es de los pocos donde la objetividad no se nos permite, porque sabemos que si un periodista escribe con faltas de ortografía, lo ha hecho mal, pero poder decir qué música está bien hecha y cuál no, no se nos permite. Creo que aunque tiene un rasgo subjetivo, podríamos decir las músicas que carecen de afinación, que carecen de dinámica, que se puede decir que no están bien hechas en un abanico que va desde Wagner hasta los Ramones. Intentamos mantener el oficio del músico, pero nuestros instrumentos y nuestra libertad musical nos permite jugar hasta extremos un poco un poco atrevidos.
-Esa exigencia constante de las redes tiene una parte positiva para la base de su música, que supone actualizarla y compartirla en el mundo actual.
-Sí, no nos quedan otras vías; son las que hay. Las redes no son malas en sí. El problema es cuando las redes te suponen una pérdida de tiempo, una pérdida de objetivo o una pérdida de concentración por encima de tu trabajo. Pero para los grupos pequeños como nosotros suponen una herramienta fabulosa. Fabulosa y sobre todo, como dices tú, es muy importante cuando hablamos de contemporizar las músicas antiguas. No solo es ponerlas electrónica y ya está, que no siempre se hace bien. Es intentar hacer entender algo que ya decía Joaquín Díaz en su tiempo, en los años 80, que es que a pesar de de toda la modernidad, el legado antiguo puede convivir, no es algo anacrónico. Para que conviva y para que se demuestre, las redes son importantes.
-A Cabuérniga no vienen solos, en formato dúo.
-Vamos en cuarteto. Jorge y yo tenemos un dúo no solo por lo logístico, que también, sino porque creemos en el poder de la música y de hecho hay veces que tocamos para mucha gente y aunque supone mucha energía como intérprete, demuestra que las melodías están por encima de las formaciones. Pero sí que es verdad que cuando tenemos oportunidad de tocar en formato XL, pues nos divertimos mucho. Dotamos al proyecto de de dos instrumentos muy importantes; uno es la percusión y el otro es el buzuki, que es un instrumento de cuerda armónico. Y podemos vivir algo que nos pasa cuando colaboramos, que es compartir la amistad con Pedro Pascual y Xosé Lois Romero, que es el percusionista de Baiuca. Cuando combinas amistad con admiración y compartes música en festivales como el de Cabuérniga, que además es maravilloso, pasa algo emocional que no tiene parangón. No solo lo hacemos por la música, que también; lo hacemos por vivir esa comunión que no tiene no tiene precio, poder compartir escenario con músicos que admiras y que ellos te admiran a ti y poder llegar a buen puerto musicalmente hablando, es una de las cosas que más nos gustan.
-Y que es también, en cierto modo, uno de sus rasgos, porque en el escenario pueden estar con dos o con quince personas, haciendo maleable su propuesta y mezclando otras sonoridades.
-Sí, nos gusta. Ya en el disco 'Cantables' hicimos que muchos artistas, Bunbury, Fito, El Kanca, mucha gente se viniera un poco a nuestro mundo con mucha generosidad, pero también hay otra lectura de esto que es más… «egoísta». Nosotros traemos a músicos a nuestro proyecto para aprender, porque hemos descubierto y esto no es algo así para quedar bien, es real, que la única manera de hacer oficio es aprender de los maestros. Si yo me subo en el escenario con Mastretta o me subo en el escenario con Quique González o invitamos a Joaquín Díaz o llamamos a músicos que tocan muy bien, es para que el proyecto siga creciendo musicalmente, porque Jorge y yo aprendemos de cada artista con el que colaboramos. Sería muy raro que invitáramos un escenario a alguien solo porque sea famoso.
-Ese aprendizaje propio, ¿tratan de proyectarlo también hacia su público con sus conciertos familiares y didácticos?
-Creo que por encima de los conciertos, vamos a llamar normales, los conciertos familiares o pedagógicos para niños, que hacemos muchos al año, nos nutren de algo muy especial, porque hemos conseguido también hacer un espectáculo mejorado de lo que teníamos y notamos cómo las generaciones de niños y niñas van cambiando la forma de entender lo que les transmitimos. Partimos de que no hay un futuro sin que nuestros pequeños sepan lo que es la identidad, que la identidad no es nacionalismo ni nos separa, al revés; las identidades nos hacen entender que esto es un país diverso que puede estar unido. Vemos que las nuevas generaciones de niños entre 9 y 14 tienen más sensibilidad también porque notamos que los padres les están educando con más cuidado en no perder lo analógico. Notamos que tienen una sensibilidad que quizás la generación que tiene entre 20 y 30, de alguna manera, había perdido y nos emociona mucho. Aprendemos mucho de cómo reciben los niños y las niñas nuestro lo que transmitimos, que es un legado del que somos arrendatarios y nos da mucho optimismo. Si unos niños se divierten en un concierto de música popular, quiere decir que la música popular es más necesaria que nunca. Cualquier cosa que haga que los pequeños se diviertan sin pantallas, significa que es muy importante, más que antes incluso. Así que sí, es una labor que nos gusta hacer y que queremos seguir haciendo.
«Con Fito se aprenden cosas como estar en un escenario y conectar con la gente»
-¿Hay esperanza en la deriva?
-Creo que sí. Hay que tenerla, pero hay que basarla en algo, no sirve vivir la esperanza idealizada. Crees que hay un caldo de cultivo que nos puede hacer mejores. Si creamos una educación en donde la violencia no tiene hueco, en donde el racismo, la homofobia no pueden existir, si se les educa en que la música popular es importante, pues va a haber esperanza. Es fundamental, pero se tiene que basar en acciones que se tienen que hacer desde la educación y sobre todo desde el núcleo familiar, claro.
-En otoño comienzan la mencionada gira con Fito, con quien ya giraron en el disco anterior. ¿Qué tal encaja su sonido con el rock?
-Fito, que es uno de los artistas más generosos y que más se mueve por la música. nos invitó en la gira de teatros, íbamos como Fitipaldis, pero éramos muy Fetén. Jorge también toca el órgano Hammond y yo soy guitarrista y nos han incorporado también a la gira grande. La gira de Fito es una familia, en donde por supuesto hay una jerarquía, pero no hay clasismos, en donde los técnicos y los músicos hemos creado un una comunión de amistades y también de admiració. Nosotros no tuvimos duda. Ir con la gira de Fito significa parar en parte nuestra gira propia, pero nos aporta mucho musicalmente, porque es una de las bandas más sólidas, con un productor que es el nuestro, Carlos Raya, que te enseña a cómo estar en un escenario. No es solamente un divertimento; con Fito se aprenden muchas cosas muy serias de cómo estar en un escenario y de cómo conectar con la gente. Y luego que es un admirador de la música popular y transmite todo el rato admiración a sus músicos. Así que con ese terreno de juego solo se puede ser feliz en una gira como la de Fito, que bueno, es una de las más importantes de España.
-La admiración, de nuevo, como criterio básico a la hora de elegir en qué barco enrolarse.
-Es fundamental. Sobre todo, lo primero, la admiración personal. Es muy difícil que, por ejemplo, en la gira de Fito entre alguien que tenga oscuridad. Solo hay luz, solo hay gente sana, que, por supuesto, tiene que tocar bien. Una vez que se pasa lo personal, lo importante es, claro, tener músicos de los que quieras aprender. Veo a Carlos Raya que nos mira a Jorge y a mí con admiración mientras que él no se da cuenta de lo que le admiramos los demás. Creo que eso, si lo trasladamos al mundo cotidiano,si admiráramos al camarero que nos pone el café o a la mujer que está en la notaría, el mundo sería mucho mejor.
«Hay muchas mujeres mostrando en el escenario un feminismo atrevido y necesario»
-Exponía desde su colaboración en La Ventana de la Ser, la evolución que ha percibido en el papel de la mujer dentro de este sector musical. Pero, ¿le queda mucho por avanzar?
-Le queda muchísimo. El machismo, igual que en otras partes diferentes de la sociedad, está presente en la música. Es verdad que por suerte hay muchas mujeres que están demostrando en el escenario un feminismo atrevido y necesario, pero hay muchas músicas que simplemente con su arte quieren demostrar lo más poderoso del feminismo: que la igualdad tiene que ser absoluta. Y hay estilos en donde todavía lo tienen muy difícil. Creo que a nivel laboral ya es complicado encontrar giras en donde, haya una una diferencia o haya un agravio comparativo, Pero pero sí que es verdad que músicas de jazz, músicas de flamenco, incluso en el folk, a veces lo tienen más complicado. También tenemos culpa los hombres, lógicamente, porque incluso los que no somos machistas o intentamos no serlo, tenemos que hacer un esfuerzo por detectar a qué música puedes invitar, porque siguen siendo minoría en las bandas. Y creo que es importante ponerlo en valor, porque si tú compartes música con una mujer, compartes gira, vas a tener una visión no solo de la música, sino de nuestro oficio y de la vida, que te va a aportar mucho más que la que te aporta un hombre.
-¿Se sienten en cierto modo responsables de un legado que se mantiene también a través de vuestra labor de divulgación?
-No, no tenemos ninguna responsabilidad porque somos arrendatarios de un legado. La responsabilidad que nos ponemos es tratarlo con respeto. Tú para deconstruir una tortilla, tienes que saber que lleva huevos y patatas, si no, es otra cosa. A veces sí que se peca de querer deconstruir la música tradicional sin conocer los elementos que no te puedes cargar, no por por purismo, sino por cariño y por respeto a esas músicas. Hemos decidido que ese es nuestro camino y a veces te tienta por modas, o dudas si lo que estás haciendo tiene un futuro, pero el día a día, con lentitud y sin muchos aspavientos, nos ha demostrado que es un camino que se puede seguir y transmitir a la gente que se puede ser genuino y que se puede pagar la hipoteca.
-A los dos músicos que arrancaron el proyecto en 2009, ¿qué mensaje les darían?
-Yo que soy muy miedoso y que he tenido siempre dudas, lo que me digo es: qué bien que tomamos esta decisión, qué bien que nos encontramos Jorge y yo y qué bien que a día de hoy podemos seguir sintiendo el escenario esa locura que teníamos entonces. Tte cansas de viajes, te cansas de cierta logística por la edad, pero seguimos divirtiéndonos igual. Cuando miro a Jorge tiene la misma cara que tenía en el 2009 y es muy importante no perder eso. El día que perdamos esa sensación de estar felices, pues supongo que daremos un giro o pararemos o ya veremos.