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Las previsiones del Barómetro de la Economía Regional apuntan a que Cantabria crecerá entre un 2,4% en 2025, un avance menor del que experimentará el conjunto del país, para el que las previsiones se elevan hasta el 2,6%.
El informe, elaborado por el Servicio de Estudios del Consejo General de Economistas, rebaja ligeramente los pronósticos más optimistas para Cantabria –2,5% de crecimiento–, apoyado en el mantenimiento de la mejora del empleo, el empuje del puerto de Santander, la actividad en el sector de la construcción, el desarrollo el sector biosanitario, la apuesta por la cultura, el desarrollo de las energías renovables y el fortalecimiento del tejido rural e industrial junto al esperado avance de la digitalización. Frente a estas fortalezas de la economía cántabra, el Barómetro apunta a una serie de debilidades que constituyen desafíos estructurales para la región: la baja intensidad en innovación, el pequeño tamaño de las empresas cántabras, la escasa atracción de inversión extranjera, la estacionalidad turística y comercial y la escasa apertura internacional constituyen el bloque de asignaturas pendientes. A todo ello habría que sumar la incertidumbre ante el efecto final que la actual guerra arancelaria mundial pueda ejercer sobre la economía española y sus repercusiones en el ámbito regional.
La presentación de este análisis comparativo y coyuntural de la economía de Cantabria, organizado por el Banco Santander y El Diario Montañés, reunió este martes en los salones del Hotel Sardinero a una destacada representación de la empresa regional, a expertos en el sector y autoridades. En esta tercera edición del Barómetro, el director general de Editorial Cantabria, Ignacio Pérez, encuadró la presentación de este informe en el compromiso del periódico por ofrecer «información veraz e independiente», con la intención de «facilitar una herramienta para el mayor conocimiento de la economía cántabra», útil para la toma de decisiones estratégicas tanto para los empresarios como para la propia Administración.
Por su parte, Juan José González Higuera, director comercial de Empresas e Instituciones del Banco Santander en Cantabria y Asturias, describió un panorama económico internacional marcado por la «incertidumbre geopolítica y una notable volatilidad en los mercados globales», un contexto cambiante en el que reafirmó el compromiso del Santander para apoyar a sus clientes «y ayudarles a gestionar la incertidumbre con confianza y soluciones eficaces». Pese a esta coyuntura inestable, González Higuera confió en la «capacidad de adaptación» demostrada por la economía cántabra.
El presidente del Colegio de Economistas de Cantabria, Fernando García Andrés, destacó la importancia del Barómetro, «un análisis exhaustivo de la economía regional» que permite «identificar las áreas de mayor crecimiento, así como aquellos sectores que requieren una atención o mejoras para garantizar su sostenibilidad y competitividad». Destacó, además, «la relevancia de contar con información precisa y actualizada para abordar los retos económicos, optimizar los recursos disponibles y aprovechar las oportunidades que el futuro nos presenta».
Salvador Marín, director del Servicio de Estudios del Consejo de General de Economistas fue el encargado de desgranar el contenido del informe, que arrancó con una mirada al mercado de trabajo, que en 2024 registró menos desempleo en la Comunidad cántabra que en el conjunto de España, pese a que su tasa de empleo resultó estructuralmente menor, con una marcada estacionalidad en la evolución mensual de afiliados, con julio y agosto con los picos más altos.
Marín se refirió a la confianza empresarial, como un elemento clave para medir la situación económica de la región, mucho más alta que en la media estatal, y que en 2024 se tradujo en la constitución de 897 nuevas empresas, frente a las 280 sociedades que se disolvieron en este periodo.
No obstante, subrayó el condicionante que supone el pequeño tamaño de buena parte de las empresas cántabras, fácil de apreciar en estas cifras: de las 38.005 activas en la región, 20.044 no tienen asalariados. «Facilitemos que estas empresas crezcan y tengan asalariados: imagínense usted cómo multiplica el empleo o el PIB».
Por sectores, destacó el peso del sector servicios, que supone dos tercios del PIB regional, aunque su comportamiento resulta menos estable que en el resto de España. Respecto al turismo, constató el aumento del número de viajeros –más moderado que en España–, y llamó la atención sobre la conveniencia de reforzar la oferta potenciando el sector cultural de la región, concebido como factor de dinamización.
Se refirió al sector primario –22% del PIB, con especial protagonismo del negocio conservero–, como un área con buenas posibilidades de mejora; habló del peso de las manufacturas dentro del sector industrial, también con margen de mejora, apoyado en la competitividad de su producción, y pendiente de un aumento sostenido en I+D en Cantabria, una inversión que actualmente depende mayoritariamente de la Administración y la enseñanza superior –un 60%, frente al 36% de las empresas–. Igualmente, advirtió de los signos de reactivación del sector de la vivienda, impulsado por la moderación de la inflación y la bajada de los tipos de interés por parte del BCE.
Prestó especial atención al papel estratégico del puerto en la economía regional, con una contribución estimada del 14% del PIB, y con la vista puesta en el incremento del tráfico de contenedores como principal palanca de crecimiento. «El puerto posee todavía una capacidad de crecimiento significativa, especialmente en el tráfico de contenedores, donde aún no se ha consolidado como referente».
Es en la comparación con el resto de comunidades donde mejor se advierte todo el camino por recorrer de la economía de Cantabria: de los siete ejes de que depende la competitividad regional, despunta en el mercado de trabajo, el capital humano y el entorno institucional, precisando de clara mejora en la eficiencia empresarial, un epígrafe que agrupa aspectos como la productividad, la adopción tecnológica, el tamaño empresarial y la competitividad interna.
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